Por Juan Manuel De Stefano. Brindisi, sus jugadores y los hinchas aceptaron con hidalguía el descenso. La llegada del entrenador puso paños fríos y bajó un mensaje de tranquilidad que se notó en el desenlace de la historia.
Lagrimas de impotencia. Desazón. Tristeza por el momento más doloroso de la historia del club. Independiente descendió al Nacional B. No parece: los hinchas del Rojo cantan, saltan y alientan como si fueran campeones. Termina el encuentro, los jugadores y el público se aplauden mutuamente. Emociona ver cómo reaccionan los protagonistas de este hermoso deporte, el más emocionante y bello de todos. En la cancha fueron once voluntades que pusieron todo para cambiar una historia que comenzó a sentenciarse mucho tiempo antes. La derrota ante San Lorenzo decretó lo que todos imaginaban. En el fútbol las ecuaciones no son exactas. Pero en ocasiones, las malas administraciones, los refuerzos que no dan la talla y un sinfín de desaguisados, hacen que una institución que fue modelo durante casi toda su historia tenga que pasar por lo que nunca le había ocurrido.
Hay momentos cumbres o bisagra en todos los aspectos de la vida y del deporte también. Tal vez, todo comenzó cuando Mohamed se tuvo que ir por el apriete de los barras luego de perder ante Boca, bajo la conducción de Comparada. “En Independiente, el presidente entró al vestuario y, cuando se fue, me dejó con los barras. Los técnicos anteriores te pasan la obligación de darles plata”, aseguraba el entrenador que había ganado la Copa Sudamericana unos meses antes.
La explicación habrá que buscarla también en la pobre cosecha de puntos de Ramón Díaz. O en las flojísimas campañas de Garnero y Cristian Díaz, dos históricos del club que se fueron por la puerta de atrás. Ni el carisma y la magia que venia a aportar un técnico muy querido en Independiente como Américo Gallego, alcanzó. Al Tolo se lo devoró la presión de un gigante. En estos casos, el descenso es una consecuencia de varias cuestiones. Es una suma de errores que comienza en los insoslayables errores de los dirigentes. Incluye refuerzos que cobran mucho pero juegan poco y mal (Farías, Santana, Zapata y Leguizamón, por citar algunos nombres) y balances deficitarios en todos los rubros.
Pero la actitud de los jugadores y de la gente fue realmente ejemplar. En el encuentro ante River mientras algunos hinchas tiraban cosas y mostraban su descontento, los jugadores continuaron jugando y metiendo hasta el final. No se dio. El rumbo -parecía -lo habían perdido hace rato. Y no fueron sólo estos jugadores, y menos aún Miguel Brindisi que asumió con un equipo muy bajo en cuanto a nivel futbolístico y tocado en su amor propio por los malos resultados. Hay que reconocerle al técnico, la sapiencia y la enorme experiencia que le aportó a sus dirigidos. En un equipo con otro entrenador el descontrol se hubiese hecho presente al instante. Pero su equipo no entró en la desesperación y con armas nobles llegó al final del encuentro con todos sus jugadores y sin pegar ni una patada que demuestre impotencia.
Así lo definió el entrenador luego del partido con su habitual serenidad: ” La gente ha sido un ejemplo de comportamiento”, y les expresó su “reconocimiento y agradecimiento. Trabajaremos con todas las pilas para volver el próximo año a la categoría que se merece Independiente”, aseguró Brindisi. Tranquilidad y confianza, atributos que sin lugar a dudas le imprimió la llegada del entrenador a un club convulsionado por los malos resultados y las idas y vueltas de Gallego. Luego de una derrota ante Rafaela en su debut, Brindisi pateó el tablero y se la jugó por los pibes. Y le dio resultado. Afuera Farias, Santana, Zapata, Tuzzio y podrían seguir las firmas. En el encuentro de hoy los nombres eran otros: Diego Rodríguez, Julián Velázquez, Lucas Villalba, Trejo, Miranda, Pizzini y Fernández. Ellos con el sostén de los Tula, Morel, Vargas y Montenegro fueron los elegidos para la fase final del torneo. Y Brindisi, agradeció la entrega de todos: “Siempre les digo lo mismo. Uno puede quedar mal si se guardó algo, pero ellos entregaron todo, desde el de más experiencia hasta al más joven. Me siento orgulloso de ellos”, subrayó luego de perder ante River.
El triunfo ante San Martín de San Juan en Avellaneda parecía darle ánimo al equipo de cara a la recta final y dejar a un rival directo fuera de la pelea. Pero en el fútbol no hay lógica y pasó todo lo contrario. Independiente no ganó más y el equipo de Forestello se despertó y ganó 3 partidos seguidos. Caso curioso el del conjunto Sanjuanino ya que hasta su presidente dio casi por descendido al equipo luego de varios fallos polémicos en su contra.
Lo cierto es que Independiente descendió y una historia abundante en triunfos y en títulos, parece quedar sepultada por una mancha que quedará para siempre. Pero el conjunto de Avellaneda es un gigante dormido. Muchas veces el bajar de categoría hace que las cosas se emprendan de otra manera. Y seguramente, Independiente volverá con mucha más fuerza y continuará haciéndole honor a su prestigiosa historia. Por lo pronto, queda resaltar la actitud del entrenador y del equipo de luchar con armas nobles por cumplir el objetivo. Y la certeza de que este equipo tiene futuro en tanto y en cuanto la estructura del club en su totalidad, contenga a los valores promovidos de las inferiores. Aunque parezca mentira, lo que ocurra en el futuro deberá marcar un antes y un después en la historia de Independiente. Recuperar el rumbo que alguna vez tuvo esta gloriosa institución.