Por Nicolás Zyssholtz. Hace nueve años, el Matador contrataba a Ricardo Caruso Lombardi para evitar el descenso a la Primera C. Luego de tres subcampeonatos en la A, hoy puede ser campeón de la Copa Sudamericana.
Cuando a las 20:50 de hoy el chileno Claudio Osses pite el inicio del partido en el mítico Morumbí, Tigre se estará jugando la parada más importante de su historia, y también la más difícil: deberá ganarle al San Pablo, múltiple campeón de América y el mundo, o al menos empatar para forzar la definición por penales.
El Matador tuvo un 2012 soñado. En el Clausura de este año completó la proeza de salvarse del descenso cuando había comenzado la temporada en una situación desesperada, tras descontarle 40 puntos en doce meses a Banfield (descendió) y18 aSan Lorenzo (jugó la promoción). De la mano del Vasco Arruabarrena, el equipo perdió la chance de ser campeón tras empatar en la última fecha en el José Delagiovanna con Independiente.
Sin embargo, para empezar el renombrado Torneo Inicial se quedó sin las tres grandes figuras del milagro: Román Martínez, Diego “Cachete” Morales y Carlos “Chino” Luna. Tigre no ganó en las primeras ocho fechas del campeonato y eso fue demasiado, aún para Arruabarrena, que tuvo que irse. Llegó en su lugar Néstor Gorosito, confeso hincha del club, que debutó cumpliendo con otra quimera: el equipo levantó un 2-0 en Quito y, con una goleada 4-0, pasó a los cuartos de final dela Sudamericana.
Si bien en el torneo local no pudo levantar demasiado (terminó 19º con 11 puntos, aunque tiene dos partidos pendientes) enla Copavolvió a sorprender goleando en Victoria a Cerro Porteño para llegar a la semifinal frente a Millonarios, primera eliminatoria que debía definir de visitante. Tras el empate sin goles en la ida, empató 1-1 en Bogotá con gol de Mariano Echeverría y llegó hasta esta final. Nuevamente no se sacó diferencias de local contra San Pablo, y todo quedó para la vuelta.
Pero la larga historia de Tigre tiene poco que ver con las mieles del éxito que supo saborear en los últimos años. Se trata de un club que pasó la mayor parte del profesionalismo a medio camino entrela Primeray el Ascenso, y los últimos 20 años más cerca de la tercera división que de la B Nacional. La omnipresencia de Sergio Massa en los asuntos del club desde el año 2004 –cuando era director dela ANSeS-fue un quiebre sino definitivo, al menos determinante. Los posteriores logros del Matador le permitieron al ex funcionario duhaldista ser electo intendente del partido de Tigre, primero, y luego ser designado Jefe de Gabinete.
Esa temporada 2004/05 encontraba a Tigre enla PrimeraBMetropolitana, con un promedio que invitaba a sumar puntos para evitar la posibilidad de jugar, por primera vez en su historia, en la cuarta categoría del fútbol argentino. Ricardo Caruso Lombardi fue el artífice de un equipo histórico en la divisional, que arrasó con el Apertura y el Clausura (consiguió un récord de 93 puntos en la temporada) y ascendió de manera directa a la B Nacional. Cristian Campestrini, Juan Carlos Blengio, Martín Galmarini, Diego Castaño y Carlos Luna eran algunos de los nombres hoy reconocibles de ese plantel, pero que en aquel entonces fueron descubrimientos del “Tano”.
Tras una temporada de transición en el Nacional (terminó 8º en ambos torneos), a fines de 2006 Caruso dejó el club para hacerse cargo por primera vez de un equipo de Primera: Argentinos Juniors. En su lugar llegó Diego Cagna, multicampeón del Boca de Bianchi, recientemente retirado y en su primera experiencia como técnico. El 5º puesto en la tabla general le permitió jugar un reducido cuyo ganador jugaría la promoción, en donde derrotó a dos clásicos rivales: primero a Chacarita y luego en la final a Platense. Así pudo enfrentar a Nueva Chicago, en una serie que ganó con claridad por un global de 3-1, pero que es más recordada por los hechos de violencia que se sucedieron y que llevaron a la muerte del hincha tigrense Marcelo Cejas, cuya responsabilidad nunca se aclaró.
Los últimos cinco años son historia conocida: dos subcampeonatos de la mano de Cagna, un impasse con problemas de promedios, el milagro de la mano de Arrubarrena y ahora, la posibilidad histórica de ser campeón a nivel continental. Un verdadero salto del Tigre.