Por Diego Piedrabuena. Con una decisión arbitraria –y un llamativo silencio del gobierno de la ciudad- cerraron el Santa Catalina, “El Santa”, único hogar de día para los pibes en situación de calle de Constitución, con más de 20 años de trabajo en el barrio.
El día miércoles 30 de octubre, al llegar como todos los días al “Santa” -en lo formal, Hogar de día Santa Catalina, ubicado en las esquinas de Piedras y Caseros, pleno barrio porteño de Constitución- los pibes en situación de calle del barrio se encontraron con los trabajadores en la puerta. Trataron de contenerlos explicando lo inexplicable: lo más cercano a un espacio de contención con el que contaban, el que ellos mismos recreaban junto a los trabajadores y colaboradores, no existía más. Simplemente se los expulsó hacia la calle, prohibiéndoles la entrada al lugar que albergaba sus deseos.
Cuenta Roberto Gambuzza, supervisor del proyecto y uno de los despedidos, que “cambiaron la cerradura quedándose papeles de los pibes adentro, porque los resguardaban en el lugar más seguro que conocían, además de todos los archivos, materiales y trabajos. Incluso hay objetos personales de los trabajadores que no pudimos retirar”.
Por la tarde, en “El Santa” funcionaba el Programa Puentes Escolares, dependiente del gobierno de CABA, que busca revincular a los pibes en situación de calle con las instancias educativas formales. Ahora el programa se queda sin espacio físico donde funcionar, sin contar que todo el material producido y para trabajar está secuestrado por la institución salesiana.
Marcela Venditti, trabajadora docente del programa que funcionaba en “El Santa”, comentó a Marcha que están trabajando en la calle, “porque a los pibes no les puede faltar la vianda de comida, y no pueden quedar sin contención: nosotros vamos a seguir estando”. Además de lo precario que es darles una vianda a los pibes en la calle y lo dificultoso que es desarrollar una actividad con ellos en esa instancia, queda sin continuar el seguimiento de la situación sanitaria de los chicos, que era motorizado por el equipo del “Santa” y por los docentes de Puentes Escolares.
En la tarde del martes 5 de noviembre se hizo un abrazo simbólico, donde estuvieron los ahora ex trabajadores, gente del Programa Puentes Escolares, colaboradores, personas que fueron a dar su apoyo, y, lo fundamental, los mismos pibes que se quedaron sin su espacio. Un ex trabajador de la institución, Francisco, comentó que como esto ya se anticipó en el 2011, cuando se cerró el centro de noche que funcionaba en el mismo Santa, y como cada vez le iban recortando más recursos, al punto de no poder dar más talleres ni actividades de ningún tipo, abocándose al puro trabajo creativo del cuerpo técnico y docente.
Gonzalo Orta, coordinador del equipo del educadores, referente y también despedido, micrófono en mano habló de la política sistemática de cierre de los dispositivos administrados por las salesianos, sostenida en los últimos años, donde la constante fue el paulatino desmantelamiento de la red de hogares enfocados a la franja juvenil más violentada: en el 2011 el mencionado cierre del hogar nocturno del Santa, posteriormente cierran hogares similares en La Boca, San justo y Ciudad Evita. “Sin dudas, esto es repudiable, por la flagrante contradicción entre el discurso y la acción concreta de la orden, especialmente cuando dispone de grandes cantidades de dinero tanto de donaciones y aporte interno como de recursos que le suministra la maquinaria estatal”, afirmó Orta.
El Estado activamente delega funciones con una descentralización que maquilla un sálvese quien pueda de barniz progresista. Hace cargo a los trabajadores, a los voluntarios o todo aquel que quiere hacer algo, como si la solución solo pasara por la mera buena voluntad de los sujetos, de ayudar al prójimo. Y lo hace transfiriendo recursos, y en grandes cantidades, a terceros, sea una orden religiosa, una ONG, o incluso privados, donde tanto los trabajadores como los beneficiados por estas obras y programas son convidados de piedra.
El conflicto sigue. El gobierno de la ciudad podrá verse cohesionado y dar un inmueble por la zona para continuar con la tarea de contención, algo fundamental y que depende de la lucha y la presión social. Los salesianos se recluirán argumentando que un privado hace lo que quiere con sus fondos- incluso cuando contradice sus mismos principios y su historia. Los trabajadores podrán buscar empleo, ser trasladados, cumplir ciclos. Incluso con la desgracia de tener que venderse, por lo menos tienen el beneficio, la suerte, de poder hacerlo. Pero, ¿Y los pibes? Una trabajadora docente contaba como los chicos son totalmente concientes que una vez que cumplen 18 “pierden”, que “ya está”, que la salida que le ofrece la sociedad de adultos es el sistema penal, y que su oportunidad, débil, está en su voluntad y deseo ayudada por trabajadores de los dispositivos de contención como “El Santa”, que ahora tiene un candado en la puerta.