Por Carolina Zanino y Sebastián Tafuro. La experiencia organizativa y de lucha de los trabajadores nucleados en ATE del Ministerio de Trabajo de la Nación ha sido valorada desde diversos ángulos. En el marco del ciclo iniciado sobre la relación entre juventud y sindicalismo, Marcha entrevistó a Silvana Mochi, socióloga y delegada de Cultura y Capacitación de esa dependencia.
El conflicto sindical que involucró al Ministerio de Trabajo el año pasado fue uno de los más intensos, por la cantidad de paros y por la extensión en el tiempo. Esos episodios y una larga historia desde que se creó la agrupación “Empieza por Casa” pusieron el foco en la organización de dichos laburantes dentro de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
¿Cómo fueron tus primeros pasos en el mundo sindical?
Siempre estuve bastante interesada en los temas gremiales. Si bien mi vida laboral es corta, antes de trabajar acá estaba en el área de Desarrollo Social del municipio de Vicente López. Si bien ahí no pudimos conformar nada, recuerdo que nos juntábamos mucho los profesionales que trabajamos ahí y tratamos de organizar algo, aunque no pudimos. Pero fue mi primer trabajo “en serio”, de hecho en el medio de esas movidas conocí a uno de los compañeros que ahora esta acá en la junta, un abogado que nos podía asesorar. Ya ahí empecé a sentirme interesada en la cuestión gremial.
¿Y cómo se da el involucramiento acá en el Ministerio de Trabajo?
Creo que se dio porque encontré compañeros y compañeras que compartían el mismo interés y sentían la misma necesidad y que pudimos darle cierta organización, y empezamos a juntarnos. Cada uno traía su mirada, sus distintas experiencias, algunos estaban más formados por su militancia afuera, otros estábamos con más ganas que militancia y fuimos armando algo y a los pocos meses de ingresar nos empezamos a organizar en lo que después le daríamos el nombre de “Empieza por casa”. Éramos 8 o 9 compañeros que nos reuníamos semanalmente para ver cómo poder mover algunas cuestiones que estaban como muy tapadas desde lo salarial hasta las condiciones de laburo más en general.
Si bien acá había una Junta Interna (JI) no encontrábamos una referencia. Comenzamos y armamos asambleas acá en el hall bastante numerosas, era un momento en el que había ganas de parte de los compañeros, que tenia que ver con lo coyuntural, con el tema de un salario digno. Así nació mas como una cuestión de autoconvocados. Después se acercaban las elecciones y fue difícil porque se había vencido el mandato y no se llamaba a elecciones en la fecha prevista. Finalmente, después de 5 meses de vencido el mandato, se llamó a elecciones y ahí nosotros presentamos lista.
¿Tuviste algún cambio de mirada en la percepción del sindicalismo a partir de tu participación gremial?
Desde lo familiar o social existe una cuestión de que el sindicalismo era corrupción y acomodamiento. De todas formas, mi formación me permitía ver que había otras experiencias sindicales en los ’70 que no eran esas. Y después tuve la suerte de encontrarme con compañeros que abogaban por un modelo sindical donde realmente se pensara con los trabajadores, ni siquiera para, sino con los trabajadores. Y estar dentro de esta Junta Interna me ayudó bastante a crecer.
Una organización sindical es compleja porque tenés que contener muchas miradas, posturas, personalidades, entonces es un aprendizaje continuo. No se puede ir al choque todo el tiempo cuando uno no está de acuerdo con algo.
¿Qué elementos le aporta la juventud de esta época al sindicalismo?
La juventud en general siempre aporta lo nuevo, la energía y creo que en muchos casos que la juventud se haya incorporado a los movimientos sindicales seguramente aporte propuestas nuevas, mayor movimiento, ponga en cuestión algunas estructuras.
Nosotros desde acá le damos mucha bolilla al tema cultural, armamos la Comisión de Cultura, de Derechos Humanos, de Género, enseguida pensamos en estas comisiones. Porque obviamente lo central es la cuestión salarial pero creemos que hay un montón de otras reivindicaciones que nos pueden unir y que son tan necesarias como las salariales.
¿Existen dificultades ligadas a la cuestión de género en la organización?
Claramente hay un tema relacional de género, que es mas general, que está por encima de la Junta; es un tema social, cultural, que tiene que ver con cómo aprendimos a lo largo de la historia hombres y mujeres determinados roles y discursos, que se plasman después en lo cotidiano. No es una JI machista pero aparecen estas cuestiones que tienen más que ver con el comportamiento aprendido por los compañeros y las compañeras.
Desde “Empieza por casa” surgió la necesidad de armar la Comisión de Género que esta integrada por mujeres. Los varones nunca pudieron terminar de ingresar a participar de la Comisión, pero se ve que hubo una necesidad de las compañeras que formábamos parte de esta agrupación de unirnos, reunirnos, discutir entre nosotras y hubo un resultado positivo: muchas compañeras tomaron roles más protagónicos, algunas de hecho se incorporaron a la JI en este segundo mandato.
¿Cómo se da la organización en el lugar de trabajo?
Pasamos por diferentes momentos y cada uno tuvo diferentes formas de organizarnos. En general, por un lado, la Junta somos 31 compañeros y compañeras, tenemos reuniones semanales y después hay otra reunión mas donde los que tenemos secretarías nos reunimos, pero son reuniones abiertas para quien quiera participar. Tenemos plenarios cada 15 o 20 días, reuniones extraordinarias cuando hay alguna temática que requiera urgencia, y a su vez hay reuniones semanales de las comisiones y funcionamos con regularidad.
Yendo hacia los lugares específicos de trabajo, siempre hemos priorizado las asambleas por piso y luego las generales. Estamos en un momento donde hay cierta plancha, está costando un poco la participación aunque esto tiene un fundamento en el conflicto del año pasado, muy intenso. Lo que sucedió fue que hacia la segunda parte del año nos descontaron los días de paro, eso pegó muy fuerte en los compañeros. Después los reembolsaron, pero simbólicamente fue un golpe.
¿Cómo resuelven las tensiones que existen entre lo gremial y lo político?
Es muy complejo organizarse sindicalmente, gremialmente. Todo el tiempo tratamos realmente de contener ciertos márgenes (ya que hay márgenes que no los pasas) y dentro de esos márgenes contener las diferentes posturas políticas y hacia otros temas. Dentro de la junta hay compañeros que son kirchneristas, otros que son de izquierda, otros que están mas cercanos a la conducción de ATE, la verdad es que venimos conviviendo bastante bien, a través de los acuerdos, nos peleamos, damos portazos, después volvemos a sentarnos y charlar, tratando siempre de consensuar y de buscar acuerdos. Hay que ver cómo incluir al otro, viendo qué puede dar ese otro y no pedirle más de lo que puede dar.
¿Qué es la burocracia?
La burocracia es alejarse de los intereses de quienes te delegaron a vos esta representación, es alejarte de los problemas cotidianos del lugar de trabajo que estas representando. Acá nosotros mantenemos los puestos de trabajo, por eso las dificultades a veces. En general todos laburamos 5 o 6 horas y después nos dedicamos a tareas gremiales, salvo periodos excepcionales. Pero intentamos estar con los compañeros, escucharlos, ver que pasa, tratar de consensuar.
Cuando uno es delegado, los compañeros te están delegando y vos pobremente podrías representarlos si no estás cercano y escuchándolos. La burocracia es eso, adueñarte de un cargo y alejarte totalmente; no estás representando a nadie más que a vos mismo o a los intereses de otras estructuras.
¿Cuáles son los desafíos del modelo sindical en argentina?
Visto hacia el interior de nuestro Ministerio, el tema de la participación y el involucramiento es uno de los desafíos centrales. Hay que buscar cómo, qué mecanismos, me parece que pasa por ahí, por aunar intereses para poder luchar.
En cuanto a las conducciones de las centrales, me gustaría que representen más los intereses de todos nosotros.