Por Alan Ulacia. Con una profusa participación, se realizaron recientemente las III Jornadas “El pensamiento de Rodolfo Kusch” en el edificio anexo del Congreso Nacional.
El 6 y 7 de diciembre tuvieron lugar en el edificio anexo del Congreso de la Nación las III Jornadas “El pensamiento de Rodolfo Kusch”. El salón Manuel Belgrano fue la morada del encuentro, que reunió a más de 400 personas entre jueves y viernes.
Salón Manuel Belgrano: coordenada adecuada al tratarse de la obra fuertemente americanista e indigenista de Kusch, teniendo en cuenta ese extraño dato que ya despunta en la escuela primaria: el de un prócer que propone un monarca inca para regir los destinos del Virreinato del Río de la Plata. A su vez, Rodolfo Kusch: figura muy resistida, cuando no negada, por los cánones academicistas y el dictamen del mainstream intelectual, el de los setentas y también el de hoy. Repulsión provocada por palabras como las que fueron slogan de las jornadas: “Se trata de descubrir un nuevo horizonte humano, menos colonial, más auténtico y más americano” (Rodolfo Kusch, La negación en el pensamiento popular, 1975).
En esta oportunidad, la Universidad de Tres de Febrero y el Senado de la Nación organizaron el encuentro. A las 10 de la mañana del jueves, Liliana Fellner, senadora por la provincia de Jujuy, dio inicio a las intervenciones. Recordó que su acercamiento al autor de América Profunda (1962) se desarrolló a la par de su gestión, como secretaria de Cultura y Turismo de la provincia, por la declaración de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio de la Humanidad. Gesta que tuvo como objetivo frenar el avance de los crecientes intereses económico-predatorios sobre la región.
Pero como señaló Elizabeth Lanata de Kusch, que aún habita en Maimará, Jujuy, última morada del pensador: “Ha sido un gran paso, pero nosotros los pobladores de la zona sentimos que la cuestión del Patrimonio se nos está yendo de las manos. El turismo también, en un punto, es un problema. Pero creemos que en el futuro, cuando llegue el momento, el sentido de comunidad puede llegar a pesar”. La compañera de Kusch, implacable, también aprovechó para rechazar públicamente el interés de la Biblioteca Nacional por hacerse con la biblioteca y los materiales del filósofo. “En su momento Horacio [por González, ahí presente] me preguntó qué quería hacer con eso. Si bien está abierto al que quiera, prefiero que el material permanezca en la zona”.
El director de la Biblioteca Nacional, a su vez, destacó: “El nombre de Rodolfo Kusch siempre sobrevuela la cultura argentina, y muchas veces para incomodar. Creo que él estaría conforme con esto”. Y para corroer la simplificación que se suele hacer con la obra de Kusch, con el sentimiento latinoamericanista y también con ciertas posiciones maniqueas respecto al tratamiento de la cuestión indígena, dijo: “Kusch es partidario del mestizaje, no está a favor de la reconstrucción del tejido latinoamericano desde la pureza indígena. A su vez, Kusch tampoco es antieuropeísta, sino que combate la aplicación automática y acrítica de ciertas categorías filosóficas europeas”.
Eran casi las 11.30 cuando el salón Manuel Belgrano hizo silencio y se inundó con olor a madera quemada, sahumerios quizá. Afuera llovía, y dentro corrían extraños rumores acerca de una nube tóxica que azotaba Buenos Aires. Entonces se presentó la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y nuevas tecnologías de la Universidad de Tres de Febrero. El plato fuerte, vivencial. Extraordinaria puesta en escena de un colectivo que ha recorrido el mundo, cuyos integrantes son a la vez compositores, ejecutores y hasta luthiers de sus propios instrumentos.
Piezas musicales aztecas e incaicas que han sido olvidadas durante siglos. Una poderosa ráfaga de hedor, vientos, percusión y poesía cautivaron al público mientras duró la intervención. Cuyo punto culmine fue la interpretación de “Lonquen”, compuesta por Sergio Ortega, integrante de la Orquesta fallecido en 2003.
Diferentes ejes vertebraron las jornadas, en muchos casos coincidentes con títulos del autor: “Pensar América Profunda” (1962), “Pensar Anotaciones para una estética de lo americano” (1955), “Pensar Geocultura del Hombre Americano” (1976).
También, sobre la tarde de la primera jornada, se alzaron voces críticas como la del uruguayo Diego Pérez Sosa, quién expresó la incomodidad de “estar hablando de la obra de Rodolfo Kusch en un Senado cuya mayoría forma parte de un modelo productivo que destruye la huaca (montaña) con la megaminería a cielo abierto y fumiga la tierra con agrotóxicos, como el que hoy, paradójicamente, sobrevuela la ciudad de Buenos Aires”.
Otra voz que a menudo sobrevoló fantasmalmente el auditorio, fue la de Jorge Rulli, invitado que rechazó la invitación a la tertulia, referente histórico del peronismo, hoy parte del Grupo de Reflexión Rural. Rulli hizo circular un correo electrónico en el cual hizo referencia a las jornadas sobre Kusch: “ (…) están en este momento haciendo una cosa que me parece muy grave, que es la cooptación de la figura y del pensamiento de Rodolfo Kusch, para un panteón de los relatos gubernamentales, donde se trataría en el Senado de quitarle a Rodolfo Kusch todo contenido de la posibilidad de cambio que entraña Rodolfo Kusch, que en realidad hoy es el único pensador capaz de ayudarnos a hacer una crítica profunda a la Modernidad, y a pensar otra cosa que no sea la Modernidad”.