A tres años de los asesinatos de los jóvenes Jonathan “Kiki” Lezcano y Ezequiel Blanco por un policía federal de la comisaría 12º, familiares y amigos organizarán el próximo sábado una jornada cultural por los derechos humanos y contra el gatillo fácil.
Las caras gritan al viento. Seguramente, de forma ensordecedora. “Kiki y Ezequiel, presentes”, exclaman las voces, mientras sostienen una bandera pidiendo justicia.
El próximo sábado, a partir de las 12hs, un festival cultural conmemorará los tres años de los asesinatos de Ezequiel Blanco y Jonathan “Kiki” Lezcano. La cita es en Fonrouge y Chilavert, en Villa Lugano, barrio porteño en el que vivían los jóvenes. “La idea es que hayan exposiciones constantes. Que haya una carpa cultural donde se hagan talleres de arte con los nenes y nenas del barrio”, adelanta Florencia Hartmann, una de las integrantes de la Agrupación Kiki Lezcano.
Durante la jornada, una gran cantidad de artistas brindarán su apoyo al pedido de justicia: tocarán cuatro bandas (Feat Mondhaja, Los Cumpas del Barrio, Jaimaicaderos y Sindicato Quintana) y dos murgas (Los Rayados de Lugano y Cachengue y Sudor). Además, habrá una transmisión especial de la Red Nacional de Medios Alternativos y talleres de género. Se dictarán charlas con los familiares y amigos de Luciano Arruga, desaparecido por la policía bonaerense, y Matías Bernhandt, joven de Lomas del Mirador, La Matanza, víctima de gatillo fácil. También hablarán Juan Manuel Combi, abogado de las familias Lezcano, Blanco y Arruga; y Fernando Carrera, que había sido condenado a 30 años de prisión por la denominada “Masacre de Pompeya” y recuperó la libertad recientemente por un fallo de la Corte Suprema de Justicia.
Una jornada. Un festival. Bandas, charlas, arte y alegría para concientizar. Y dejar un mensaje: por cada pibe caído por las balas represivas, miles se levantan.
El caso
Jonathan Lezcano y Ezequiel Blanco habían desaparecido el 8 de julio de 2009. Ambos jóvenes, tras dos meses de lucha por parte de los familiares, fueron hallados en el cementerio de Chacarita como NN. El oficial Daniel Veyga, de la comisaría 12ª, se había presentado un mes antes del hallazgo ante el juzgado a cargo de Fernando Cubas para decir que los jóvenes intentaron robar su auto y, al descubrir que era un policía, quisieron balearlo. Por lo que, entonces, tuvo que proceder en legítima defensa.
La legítima defensa del oficial Veyga entró, desdoblada, por la nuca de Lezcano y Blanco.
“El Estado no supo brindar ninguna respuesta a la familia. Se había abierto un expediente de averiguación de paradero. Estaban supuestamente desaparecidos; sin embargo, el Estado ya los había identificado en debida forma y enterrado”, explica el abogado Juan Manuel Combi. Y señala que, el juez Cubas, en el mismo día en que los familiares de Lezcano y Blanco se presentaron ante él para saber cómo habían muerto sus hijos, dictó el sobreseimiento de Veyga. “Invocó razones de legítima defensa y ni siquiera tomó declaración indagatoria”, agrega.
Sin embargo, a fines del año pasado, se abrió un nuevo hueco de esperanza: la Cámara de Casación revocó el sobreseimiento del oficial, apartó al juez Cubas y a la Sala VII de la Cámara de Apelaciones -integrada por los jueces Mauro Divito, Rodolfo Pociello Argerich y Juan Cicciaro-, que había convalidado lo actuado por el juez de primera instancia. El fallo de Casación no demuestra cómo sucedieron los hechos, pero sí refleja el oscuro obrar de los magistrados.
“Desde el primer momento estamos diciendo que queremos saber la verdad. Se debe investigar hasta las últimas consecuencias y las familias tienen derecho a saber qué pasó con sus hijos. Y la Justicia, obviamente, tendrá que ver qué pasó con su anterior Juez de Instrucción y con la Cámara de Apelaciones, que confirmó un sobreseimiento sin haber dejado a la familia ser parte del debido proceso”, explica Combi.
Actualmente, se están llevando a cabo las pericias para reconstruir cuál fue el mecanismo que dio con la muerte de Lezcano y Blanco. Y Veyga está imputado, con la sospecha de no haber procedido en legítima defensa.
A pesar de todo, las caras ya están gritando al viento, de forma ensordecedora. El sábado, las voces exclamarán: “Kiki y Ezequiel, presentes”, mientras sostienen una bandera pidiendo justicia.