El Barcelona recibió una nueva goleada en la vuelta de las semifinales de la Champions League. El global frente al Bayern Munich fue de 7-0 y surgen muchísimas preguntas sobre el futuro del mejor equipo de la historia.
No cabía dudas de que la historia venía complicada. El durísimo 4-0 de ocho días atrás, claramente justo a pesar de los errores arbitrales, hacía pensar que remontar la eliminatoria contra el Bayern era poco menos que un imposible para los muchachos de Tito Vilanova. Cuando se confirmó la noticia de la ausencia de Lionel Messi, se convirtió en una utopía. Y luego de ver en cancha los primeros quince minutos de ambos equipos, se transformó definitivamente en un sueño sin ningún tipo de sustento en la realidad.
El Barça fue superado con claridad en lo que fue su peor derrota en este ciclo glorioso que comenzó allá por 2005 con el holandés Frank Rijkaard en el banco y Ronaldinho liderando al equipo, y tuvo su momento de esplendor a partir de 2008 con Josep Guardiola como entrenador. ¿Se puede hablar de final de ciclo? No, por un hecho muy sencillo: Messi, el mejor jugador del mundo –y uno de los mejores de la historia-, tiene apenas 25 años y cinco años más de contrato con el club.
Sí, en cambio, se puede pensar en una transición fuerte, con cambios importantes que contrastarán con los pocos cambios en los once titulares y en el plantel que los blaugranas tuvieron en los últimos años. Además, a diferencia de lo que venía ocurriendo, esos nuevos nombres no vendrán en su mayoría de la famosa Masía, la cantera catalana, sino de afuera y utilizando los millones que el Barcelona tiene y administra con un criterio mucho más austero que, por ejemplo, el Real Madrid.
Sin embargo, lo fuerte de este resultado y el quiebre que significa no debe nublar la vista a la hora de mirar hacia atrás, hacia el nivel reciente del equipo. Los partidos con el Madrid, las complicaciones en los octavos y cuartos de final dela ChampionsLeaguefrente al Milan y el Paris Saint-Germain, y los jugadores lesionados que no tenían en la nómina un recambio a la altura de las circunstancias (no hablamos de Messi, que es ireemplazable, sino de Carles Puyol, Sergio Busquets y Javier Mascherano).
El equipo más creativo de los últimos tiempos, y quizá de todos, comenzó a sorprender en la etapa reciente justamente por la falta de ideas. Cuando aún se mantenía el empate sin goles esta tarde en el Camp Nou, y el Barça iba hacia delante como por inercia, la paciencia, el juego elaborado y cerebral que lo caracterizó brillaba por su ausencia. En el partido de ida en Alemania, el equipo catalán apenas tuvo una o dos situaciones claras de gol, mientras que en la vuelta y a pesar de la necesidad, éstas también pudieron contarse con los dedos de una mano.
“Habrá que tomar algún tipo de decisiones de cara al año que viene” dijo Gerard Piqué, el defensor central que fue uno de los puntos más altos en medio de este Barcelona desconocido; por el contrario, el mediocampista Xavi Hernández, líder futbolístico hace ya 10 años, que pasa probablemente por su pico más bajo de rendimiento desde entonces, fue menos duro: “No hay que ser drásticos sobre el futuro. Este equipo tiene ganas y ha competido muy bien hasta ahora”.
A pesar del optimismo de Xavi, el panorama no es alentador –hablando, claro está, de un club de primerísimo nivel mundial-. Los cambios resultan urgentes, no para comenzar una historia nueva sino para evitar que se pierda todo lo conseguido, no solamente en términos de títulos sino de identidad e idiosincrasia. Para ello, el presidente Sandro Rosell, el director deportivo Txiki Begiristain y el director técnico, que casi sin dudas seguirá siendo Tito Vilanova, deberán tomar las decisiones indicadas. Acertar con los refuerzos, mano dura para dejar ir a los jugadores que no dan la talla, y hacer carne la cura de humildad que este fin de temporada significa.