El partido LIBRE denunció fraude y no reconoce los resultados preliminares del tribunal electoral hondureño que dan como virtual ganador al candidato oficialista. El ex presidente Zelaya llamó a defender en las calles el triunfo de su esposa Xiomara Castro.
Las elecciones del domingo en Honduras entraron en un atolladero que promete seguir escalando. Según los últimos datos emitidos por el Tribunal Supremo Electoral, con el 61,72% de las actas escrutadas el candidato del gobernante Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, está logrando el 34,19% de los votos, poco más de cinco puntos de ventaja sobre Xiomara Castro, de Libertad y Refundación (LIBRE), que llega al 28,83%.
Sin embargo, el partido surgido desde el Frente Nacional de Resistencia Popular denunció una serie de irregularidades y asegura que la esposa del presidente destituido por el golpe de Estado de 2009 fue la ganadora.
“Proclamamos que no aceptamos los resultados que dio el TSE. No estamos dispuestos a aceptarlo”, sentenció José Manuel Zelaya en rueda de prensa la tarde de este lunes.
El principal argumento que esgrime LIBRE tiene que ver con las inconsistencias en más de un 20% de las actas que no han sido cotejadas y han sido enviadas a una auditoría especial, según informó el propio ente electoral el domingo a la noche, lo que podría modificar el resultado de las proyecciones.
“¿Por qué el Tribunal de Elecciones aparta el 20 por ciento de las urnas en sus resultados? Explíquenme. Alguien que tenga el mínimo sentido de inteligencia y razón: ¿cómo pueden dar resultados escondiendo el 20 por ciento de las urnas?”, preguntó Zelaya. Y agregó: “Pediremos la revisión urna por urna, mesa por mesa y pueblo por pueblo. No queremos ninguna negociación con el Estado más que se respeten los resultados de las urnas”.
La jornada electoral del domingo también estuvo plagada de irregularidades según diversos acompañantes internacionales. Comenzando por la militarización de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, CONATEL, la ocupación militar y desalojo de una decena de medios populares y comunitarios, la agresión contra el hotel donde se alojaban varias de las personalidades mundiales que llegaron a Tegucigalpa para acompañar el acto electoral, el ejército y el gobernante Partido Nacional tuvieron un protagonismo inesperado en acciones violentas durante todo el día.
La Mesa de Análisis sobre Violación a Derechos Humanos en el Proceso Electoral Hondureño, asesorada por el juez español Baltazar Garzón, emitió ayer un informe donde denuncia “intimidación, persecución y hostigamiento, con sesgo xenofóbico” sufrido por los observadores internacionales, “amenazas, detenciones ilegales e intimidación contra integrantes de mesas electorales y militantes del Partido Libertad y Refundación, LIBRE, por paramilitares”, así como “el mercado de votos y credenciales por parte del partido oficialista utilizando hasta la tarjeta de descuento la cachureca y chambita ahorita”.
Así y todo, el candidato oficialista se proclamó ganador de la contienda y recibió ya el reconocimiento de los presidentes conservadores de la región. Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, Otto Perez Molina, presidente de Guatemala, y Roberto Martinelli, presidente de Panamá, fueron los primeros en saludar a Juan Orlando Hernández como nuevo mandatario hondureño en la búsqueda de legitimar el resultado parcial y cuestionado del TSE.
Al cierre de esta edición de Marcha, los delegados de LIBRE se encontraban reunidos en Tegucigalpa en una reunión de emergencia en la que debían resolver la posición del movimiento ante los acontecimientos de los últimos dos días. Ricci Moncada, también dirigente de LIBRE, señaló: “Este es un claro fraude, y fraude frente a la voluntad popular que sin lugar a dudas está siendo alterada a través de la transmisión irregular”.
La herramienta electoral de La Resistencia hondureña, conformada hace apenas dos años, tendrá que continuar la disputa contra todo el aparato estatal -y en medio de una férrea campaña mediática en su contra- el desenlace de la contienda electoral, en la que aspira a romper con más de 100 años de bipartidismo y ausencia de opciones de izquierda o progresistas en la escena política local.
Zelaya ya anticipó de qué manera lo harán: “Aquí nadie se rinde compañeros. Si es necesario, nos iremos a las calles como lo hemos hecho siempre”.