Por Indira Carpio Olivo y Ernesto J. Navarro. Desde La Paloma, Ururguay, el ex cantante de la Bersuit Vergarabat, se atreve a opinar sobre el gobierno de CFK y del sistema mundo en decadencia.
-Estás trabajando en nuevo disco ¿Cómo va eso?
Gustavo Cordera: Al haber un entorno natural, en paz, ocurre que afuera es un espacio prácticamente vacío, entonces vos podés dejarte afuera tuyo, sin que el afuera te invada. Vos en las grandes ciudades tenés mucha información, muchas cosas para hacer, muchos amigos a los que llamar, muchos lugares a dónde ir. Acá no.
Acá tiene que ver con vos mismo, con tu propio aburrimiento y eso de alguna manera lo que genera es el impulso creativo, inventar cosas, reinventarte. Estar más en conexión con uno mismo. Era algo que yo me debía después de muchos años de estar expuesto a cámaras, micrófonos, a escenarios.
-En el año 2009 cuando te lanzas como solista, el disco Cordera SUELTO era presentado por la Bersuit? ¿A qué se debió esto?
GC: Todavía estábamos formando parte de un proyecto que lanzaba la banda. Bueno, y luego de ese “parate”, de ese impasse y de proyectos personales que empezamos a desarrollar, vimos también que artísticamente teníamos necesidades distintas y emprendimos nuevos viajes, cada uno en lo suyo, por lo menos así lo hago con lo mio. Después los chicos tuvieron como una necesidad de volverse a juntar, por razones que ellos te contarán. Y bueno, rearmaron Bersuit sin mi.
-Cuando la Bersuit se reagrupó te acusaron a través de un mensaje en su cuenta twitter de “amurallarte” a una disquera y a unos cuantos dólares. Con el pasar del tiempo, ¿cómo ves esa situación?
GC: En los momentos de enojo la gente suele decir cualquier cosa. Cuando rompés con una pareja decís pestes de la otra persona y yo tengo algo para decir al respecto: Los seres humanos no vemos la realidad o las cosas como son, sino que las vemos como SOMOS.
Ellos realmente vieron eso, porque son así. No nos preocupamos por saber cómo son las cosas, las vemos como somos. Entonces, ese enojo llevó a decir barbaridades como esa. Lo real es que todos nosotros sabemos qué fue lo que pasó.
Yo lo que puedo decir, desde mi punto de vista, es que el proyecto desde el año 2007 en adelante estaba en una profunda decadencia artística y humana. Entonces, precisamente por eso, lanzamos el proyecto como solista para darle oxígeno. Después, la negociación entre todos nosotros para volver a armar algo hacía que nuestras diferencias artísticas fueran irreconciliables y nuestros deseos también.
Como pasa también en las parejas, todos tendríamos que remitirnos a nuestras relaciones con otras personas para darnos cuenta de que somos seres humanos también. En algún momento, las relaciones colapsan y tenés que virar.
Hay algo que pueden comprobar: Hace dos años y medio -casi tres- que llevo un proyecto todavía incipiente, de crecimiento muy lento, con el cual prácticamente no ganamos dinero. Tocamos en lugares muy chicos. Es una historia nueva para mi, con una banda nueva, con gente nueva. Entonces, esa es la muestra más grande de que no es por dinero.
Si fuera por dinero, me volvería a juntar con Bersuit. Me han ofrecido muchísimo dinero para eso. La verdad, te vuelvo a decir, si hubiese razones humanas, artísticas y de corazón ahí estaría. Pero por dinero, no.
-Remitiéndonos a la metáfora de la pareja ¿Es la Bersuit actual la Bersuit Vergarabat?
GC: Yo creo que no debería llamarse como se llama, como tampoco debería yo tener una banda que se llamara Bersuit Vergarabat sin ellos. Es absurdo, porque la gente que conocía la banda se va a dar cuenta que no solamente falta alguien sino que falta un miembro fundador, una voz, el creador del 80% de las canciones.
Yo creo que no lo es. Pero bueno, ellos sintieron la necesidad de usar el nombre para seguir trabajando. Y yo di mi autorización porque no vine al mundo para trabar ninguna historia personal.
Yo desde hace dos años y medios estoy en otro viaje. La gente sola, cuando vaya a los conciertos, sabrá.
-Gustavo ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar en la Caravana Mágica, una cooperativa de artistas?
GC: Es una cooperativa en conformación, porque todavía no está totalmente cristalizada, desarrollada. Esto es algo nuevo para mi y también para los compañeros.
Son chicos de acá, compañeros de La Paloma, chicos que eran músicos pero que laburaban en otros quehaceres para poder vivir.
Hay uno que lo que hacía era “quinchar”, poner techos de paja, otro era jugador de fútbol, otro tocaba la guitarra con Julio Víctor, miembro de Los Zucará, una de las bandas más importantes de protesta en Uruguay, junto a Los Olimareños, que se opusieron al gobierno militarista de acá.
Lo cierto es que dos de ellos no conocían ni Buenos Aires. Entonces empezaron a salir de gira, a conocer ciudades. Y ver en las caras de ellos el agradecimiento y la alegría fue para mi una sorpresa y lo que estaba pasando me extrajo, me volvió a dar ese alimento para volver al sentimiento de cuando empezamos aquel proyecto juntos.
Eso, con el tiempo había muerto. Pero volvió a renacer a través de los ojos de ellos. Y eso se escucha en la música que hacemos, se siente en el arte.
Yo estoy muy expectante, con mucha energía puesta en el trabajo que estamos haciendo, que sería el tercero en mi etapa solista, por decirlo de alguna manera. No soy solista.
Este segundo trabajo que hago con ellos se va a llamar La Caravana Mágica, volumen II. Estamos trabajando en esto, en este presente y con tal felicidad que ya lo verán.
-Desde Venezuela se perciben como tangibles los logros de la integración de Latinoamérica, no sólo en aspectos políticos y económicos sino también culturales. ¿Cuál es su opinión acerca del momento cultural que vive América Latina?
GC: Es un momento importante para la humanidad en general. Nosotros estamos llegando a un período crítico, de colapso de un sistema de vida, de una forma de vida, de una cultura que termina su viaje aferrándose a las cosas.
Por definición, estamos en la era del tener, del consumo, de la explotación desmesurada de la piel, de la sangre de la tierra. Vivimos en una era degradante, con vibraciones muy bajas. Entonces, la juventud necesita un espacio de conexión, de integración, de búsqueda de soluciones a esto, de explicaciones.
Por eso estamos respetando y volviendo a tradiciones milenarias, a los chamanes, a los curanderos, a encontrarnos con gente en el respeto del origen, de las tradiciones populares, del trueque, del encuentro para hacer la música… La música, las formas del decir de la diversidad cultural.
Esa integración tiene que ver con lo diverso. No tiene que ver con lo absoluto, con los monocultivos, con la explotación de hidrocarburos, ni con la soja, el pino o el eucalipto.
Digo esto, porque con los monocultivos ignoramos que las grandes corporaciones hacen lo que hacían los gobiernos militares en aquellos momentos: ideas absolutas.
Las nuevas corrientes culturales buscan una integración, pero de los distintos, con respeto por lo distinto, buscando darle a lo distinto una oportunidad.
Creo que es algo que deben todos los gobiernos latinoamericanos a la gente y a sí mismos. Todos los gobiernos, por miedo a que se caigan sus economías siguen transando, siguen utilizando estos recursos antiguos, degradantes, que van destruyendo justamente esa diversidad, desde el punto de vista económico, cultural y social. Tiene que ver con lo cultural porque seguimos comprando autos que andan a petróleo y que contaminan el planeta, haciendo rutas en el Amazonas, donde sabemos que detrás de un camino vienen las forestales desangrando el lugar, estaciones de servicio, contaminación, matanzas. Detrás de cada camino hay una degradación, una invasión importante de lugares sagrados en la selva, por ejemplo.
Como viene ocurriendo en toda Sudamérica, los muchachos de las corrientes artísticas en la diversidad cultural y la integración latinoamericana de alguna manera están empezando a mostrar para que seamos concientes de ver esa realidad y para poder deslastrarnos de los gobiernos y poder decirles: “Muchachos, están bien todos los índices de los que me están hablando, las riquezas para el país, pero esas riquezas no se distribuyen de una manera justa entre la gente”.
Las corporaciones llegan y lo único que traen es más pobreza, más dolor. ¿Por qué no pensamos, justamente, que debemos diversificarnos para que cada persona tenga un lugar digno? Atrevernos a eso, a diversificar las energías, los cultivos, a no consumir, a enfriar la economía, desconsumir, ser más austeros. Ese es para mí el lema del mundo posible.
-Quisiéramos que nos ampliaras tus recientes opiniones sobre Cristina Fernández y su gobierno. ¿Por qué dices que es un proyecto decadente?
GC: Cuando vos como gobierno promocionás el consumo, lo que estás promocionando de alguna manera es la decadencia como forma de vida humana, porque el consumo es angustia, dolor; el consumo es el problema de sobrealimentación, es tapar los agujeros existenciales comprando cosas, devorando cosas, contaminando, convirtiéndote en una persona desesperada; consumir es no saber qué hacer con tu vida, es gastar tu tiempo en el afuera y no conectarte con vos mismo.
Todos los gobiernos que promocionan el consumo, el ingreso de capitales y corporaciones, lo único que quieren para su país es dolor ¿Por qué? Porque esas corporaciones desangran. Es darles al pueblo para que lo destruyan.
Estamos en un vecindario mundo que se está despedazando por un calentamiento global enorme, gracias al consumo. Vos, como gobierno no podés promocionar la decadencia.
Si vos como gobierno promocionás eso, puede que tus índices sean elevados. “Se vendieron un millón de autos el año pasado, tanta soja; las arcas de no se qué están llenas de dinero, entonces vivimos muy bien”. Esos números lo que están escondiendo es una decadente calidad de vida.
Ayer hubo 40°C de temperatura en Buenos Aires. Mucha gente se quedó sin agua, muchos sin luz, los aires acondicionados prendidos fuego porque necesitaban enfriar y solamente calentaron más. La sensación térmica anduvo en 45°C, una temperatura inusual y absurda, patrocinada por el consumo.
Falta estrategia, espiritualidad.
No responsabilizo a la presidenta (Cristina Fernández) de eso. Nos responsabilizo a nosotros mismos, por darle valor y fuerza a una propuesta gubernamental. No es responsable sólo el gobierno.
Los gobiernos son la sintomatología visual de lo que nosotros somos.
Creo que ya es el momento de que paremos con el consumo de hidrocarburos y busquemos energías alternativas. Ante la desidia de la gente, empeoramos y no hacemos nada por cambiar.
Tenemos que hacerlo desde el discurso y la conciencia y los gobiernos tienen que ser responsables y frenar esto con políticas de austeridad, desconsumiendo.
No sabemos vivir sin consumir.
Esto está pasando desde hace muy poco en la humanidad, que estaba viva y se desarrollaba en otras épocas sin esto. Podemos volver a hacerlo. Tenemos que impedir que avance el consumo.
Por eso Argentina, Brasil y Chile son proyectos decadentes.
-¿Qué tipo de música hace Gustavo Cordera? ¿Haces rock?
GC: Hasta ahora, en el primer disco hicimos música romántica con fusiones pop. Me preguntaron por qué lo hacía… ¿Por qué un rockero contestatario no puede hacer canciones pop? ¿Por qué no? ¿Quién lo dice? Soy más rebelde que todos los que me dijeron que no se podía. Tenía ganas de hacerlo y lo hice.
Después vino un disco de cumbia. “No puede hacerse cumbia”. Y lo que se viene… en el próximo disco… agárrense.
-¿Qué se viene?
GC: Va a ser muy picante, muy fuerte y también van a decir “antes hacías y ahora…”. El arte es la necesidad de expresión de lo que te está pasando en el momento y hay muchas formas de hacerlo y eso es ROCK: no ser tan discursivo ni obvio, contar tu propia historia, tu pasado, dar siempre un salto hacia otro lugar, sorprender, ser valiente. Eso es ser un verdadero rockero y yo lo soy.