Por Federico Larsen. El sábado pasado, Juan Sebastian Verón se despidió del fútbol profesional en un estadio totalmente albirrojo. Entre lágrimas, recibió su última ovación al gritar “seguiremos haciendo historia como demanda la historia. ¡Vamos Pincha carajo!”
Es verdad lo que decía el comentarista de Fútbol Para Todos, en directo desde el Estadio Ciudad de La Plata, durante la despedida de Juan Sebastián Verón del fútbol profesional. Estudiantes es quizás el club del fútbol argentino que más valora su tradición, su historia. “El Ruso alienta desde el cielo”, cantan todos los domingos los fanáticos del Pincha, que no se olvidan de sus profesores, del gran Osvaldo Zubeldía, técnico del Estudiantes tricampeón de América entre 1968 y 1970, o del legendario Maniano Mangano. El recuerdo vivo llega hasta nuestros días, en una mística que traspasa las generaciones del club platense, que hasta puede vanagloriarse con haber fundado su escuela de fútbol, conocida y respetada a nivel mundial. Y la Brujita Verón queda, para la familia pincharrata, inscripto en esa lista de memoria obligatoria para todo hincha. Y él lo sabe. “Habría que ser Ernesto Sábato para poder escribir lo que siento”, declaró tras su salida del campo de juego en el partido ante Olimpo del último fin de semana, consciente de que el escritor de Sobre Héroes y Tumbas fue uno de los fanáticos ilustres del club albirrojo.
Verón se va por la alfombra roja de la mística pincharrata. Y así fue como el club decidió rendirle homenaje el último sábado. Como uno de los íconos de Estudiantes, jugador comprometido con la institución que entregó sus últimos años en el arduo trabajo de volver a inscribir al club en lo más alto de América y el mundo. “Como dijo nuestro profesor Alejandro -Sabella-, el sacrificio, la humildad, la exigencia, la solidaridad hacen el vínculo de esta gran familia. De eso no nos tenemos que alejar porque es la esencia de este club, desde los fundadores hasta el día de hoy. Este club no lo hace uno, lo hacemos entre todos”, declaró Verón al finalizar el partido. “Es el legado que nos dejaron y es la bandera que vamos a llevar bien alto”, continuó. “Es parte de nuestra esencia, de nuestro ser. En esto nos basamos y es nuestra fuerza: el respeto, la solidaridad, las ganas de seguir creciendo, de estar cada vez mejor y de buscar un ideal. Entre todos y para todos”.
Se bancó las puteadas, los agravios ignorantes de quienes nada entienden del apego que un jugador puede tener hacia su club, su país, su historia. Luego demostró cómo se hace para ponerse al hombro un equipo y llevarlo a disputar cosas serias, de igual a igual frente al Barcelona de Messi, en la final del único título que no logró darle a Estudiantes. Y quienes quieran hurgar entre sus defectos, errores y debilidades libres están de dedicarse a ciertas perogrulladas.
“Gracias Brujita, por volver a Estudiantes, por sacarnos primeros, por la Libertadores y por el 7 a 0”, cantaban a más no poder los 40.000 hinchas que llenaron el Estadio Ciudad de La Plata el sábado; una cancha incómoda, fría, distante de 1 y 57, el histórico pedazo de tierra platense de Estudiantes donde se han reactivado los trabajos de construcción del nuevo estadio, también gracias a la intervención de Verón. Así como intervino para ayudar a las divisiones inferiores, esas juveniles por donde él mismo ha transitado. Luego fue Boca, Sampdoria, Parma, Lazio, Manchester United, Chelsea e Inter. Un recorrido internacional que le vale hoy el reconocimiento de jugadores, periodistas y dirigentes de todo el mundo en esta despedida definitiva.
“Seguiremos haciendo historia como demanda la historia. ¡Vamos Pincha carajo!”, gritó el ídolo, entre lágrimas, en la fría noche platense , ganándose la última, grandísima ovación. Quedará la Brujita inscripta en la historia de uno de los grandes clubes del fútbol argentino, como ya lo está su papá Juan Ramón, Abel Ernesto Herrera, Manuel Pelegrina, el ‘Tata’ Brown, ‘Manzanita’ Gette o las bendiciones del padre Cajade, otro histórico fanático pincharrata.
Para él quedará el número 11 albirrojo, pero sobre todo el agradecimiento de tanta gente llegada de todo el país para despedirlo. Y la esperanza de que, desde otro lugar, pueda seguir escribiendo la historia grande de Estudiantes de La Plata.