Por Federico Araya y Ramón Raggio. Alejandro Corda es abogado y miembro dela Fundación Intercambios. Dialogamos con él sobre el narcotráfico y las políticas de drogas en la región.
-¿Cómo analizás la situación regional en la discusión sobre Ley de Drogas?
-Actualmente, a nivel mundial, Latinoamérica está un poco haciendo punta de lanza en cuanto cuestionar la política de drogas. Si uno se pregunta el porqué, tal vez se lo pueda encontrar en la realidad de determinados países vinculados a la lucha contra las drogas. Pensamos en México, en Centroamérica, en Colombia, en ciudades como Río de Janeiro. Y en menor medida en algunas otras expresiones. No de la entidad de esos países pero sí con relevancia, como el nuestro, donde claramente se advierte que la actual política de drogas no sólo no resuelve lo que decía que iba a resolver, sino que ha generado más problemas. Básicamente en función de eso es que en la región se llega a esto de replantear la política. Hay que buscar otras respuestas para ver si podemos encontrar una salida a esto, que solamente parece ir para peor.
-¿Y cuáles son los nuevos problemas que se generaron?
-El incremento de determinados aspectos, como la represión, ha provocado una escalada de violencia. El caso de México es claro. El hecho de haber involucrado a los militares, reforzado la respuesta punitiva a esos niveles en la lucha contra el narcotráfico, produjo estas consecuencias. Por supuesto no deseadas. Y por otro lado, la aplicación de la ley penal en muchos casos recae sobre actores menores y no logra contener a actores mayores del fenómeno. Eso en nuestro país se ve claro. Donde la aplicación de la ley ha servido para procesar en el sistema penal a usuarios de drogas o pequeños dealears, pero poco para traficantes de envergadura, que son en definitiva quienes tienen mayor capacidad lesiva. No sólo en tráfico de drogas sino en generar violencia y corrupción.
-Enrique Symns decía que, con respecto a las drogas, los Estados tienen una actitud pastoril, es decir de cuidar a las ovejas en términos de salud. Y decía que inclusive era peor. No solamente porque se lo etiquetaba como un problema de salud donde el Estado se metía en la vida de cada uno, sino que se lo ponía como un tema de seguridad donde cada usuario es un elemento a ser cuidado y posible subvertidor del status quo.
-Esa es la mirada que nos llevó al lugar donde estamos. Los que estamos intentando repensar esto, lo hemos señalamos de manera clara. Está expresado en un documento del grupo de ONGs que estuvimos en Cartagena. El hecho es diferenciar lo que es el uso de drogas de lo que es seguridad. Aún mirando el tráfico de drogas como un hecho de seguridad, hay diferencias dentro de lo que se habla o define comprendiendo el narcotráfico. Hay que considerar cuáles son los actores mayores y cuáles los menores, porque muchas veces los segundos se ven empujados a esa situación por una vulnerabilidad. Y en general son los que caen. Creemos que esas situaciones, más allá de que sigan siendo alcanzadas por el derecho penal, necesitan también de otro tipo de respuestas que tengan que ver con esas realidades. Esas realidades que llevan a estas personas a involucrarse en este tipo de actividades.
-¿En tu opinión son respuestas que deben darse desde lo médico o social?
-Son ambas. Las respuestas deben ser socio-sanitarias. Respecto de los usuarios, sin duda. Porque incluso la política tal como fue llevada en este tema, confundió a los usuarios con los adictos. Confundió a las personas que usan drogas y no tienen problemas, con las que las usan y tienen problemas con ese uso. Para cada sector se necesitan medidas distintas. Si hay un consumo que puede ser regulado, autorregulado o normalizado, quizás el caso del cannabis sirve como ejemplo, entonces hay que avanzar hacia allí. Aunque tampoco hay que hacer generalización. Es muy distinto al consumo de otras sustancias más nocivas como la cocaína fumable o el paco. Muchas veces esos consumos se desarrollan en contextos de situaciones de carencias múltiples. Por supuesto que puede haber consumos problemáticos. Pero no podemos acotar la mirada solo allí, hay que ver los contextos en los cuales se desarrollan. Una multiplicidad de contextos que requiere multiplicidad de acciones. Ampliar la mirada para resolver lo complejo.
-Volviendo a Argentina. Hace poco hubo cambios de autoridades en SEDRONAR. Rafael Bielsa está ahora a cargo del organismo. ¿Cómo ves la historia y las posibilidades de modificaciones con este cambio?
-SEDRONAR siempre respondió a la definición internacional del problema, a una visión que ha fracasado. Más allá de las diferencias que pudo haber entre una y otra administración. Con la designación de Bielsa, no por Bielsa solamente sino por otras cosas que se han empezado a escuchar dentro dela SEDRONAR, en principio se empieza a tener cierta esperanza de quela SEDRONARpueda tener una posición distinta frente al tema. Todavía estamos esperando que eso se concrete en un cambio, porque la verdad es que fue designado a principio de año y no hemos tenido demasiado recorrido para observar. Estamos expectantes. Creemos que es un buen signo, por las manifestaciones públicas de Bielsa de no perseguir penalmente a los usuarios de drogas, frente a otras situaciones más problemáticas, por ejemplo. Pero todavía somos cautos por la historia que tienela SEDRONAR.