Por Leonardo Candiano. Marcha entrevistó al joven cantor de Miramar Hernán Bolletta para que este integrante del Bondi Cultural nos cuente los pormenores de su flamante disco solista: Colorado (2013).
Hernán Bolletta nació en 1981 en Miramar, provincia de Buenos Aires, y desde hace doce años vive en la Capital Federal. Cantor, músico y compositor, es uno de los jóvenes artistas que están renovando el repertorio folklórico argentino. Integrante del Bondi Cultural, lanza ahora su primer disco solista, Colorado.
Hernán nos recibe mate en mano en el patio del departamento que alquila en Parque Patricios. Sentados en un flamante banco hecho por él mismo con pales de cerveza, larga la charla que transcribimos a continuación.
–Estás por sacar tu primer disco solista, ¿Qué podés decirnos de Colorado?
El disco ya lo terminé, ya está masterizado. Va a salir en estos primeros días de marzo. Lo hice de manera absolutamente independiente, probablemente la primera tirada la haga así también, solo, por lo menos hasta la presentación del disco el sábado 11 de mayo en La Trastienda. Luego veré si sale por algún sello o no, sobre todo por el tema de la distribución, pero por el momento es cien por ciento independiente.
–Lo hiciste solo pero con la participación de muchos amigos músicos como invitados, ¿no es así?
Sí, un grupo muy grande. El disco lo arranqué a grabar a mitad de 2011, me llevó mucho tiempo, esfuerzo y sacrificio de plata. Lo grabé en vivo en ION, donde se hace el programa Encuentro en el estudio. Todos los músicos invitados tocaron ahí en vivo y lo que quedó grabado es el disco.
Participa Bruno Arias en “El viejo Quintín intruso”, que es un poema de Bustriazo Ortiz que se refiere a un indio ranquel al que después de muchos años de criar a sus hijos, de comer lo que daba la tierra de su campito, le vienen a decir que se tiene que ir porque esa tierra ya no era de él. Así que un poco en homenaje a Bustriazo y a esa lucha, sale el tema. Otros amigos que vinieron a tocar son Javi Caminos, los dúos Che Joven y La Yunta, Guillermito Fernández, Popi Spatocco, Seba López, de Los Tekis, Fede Pecchia y muchos otros músicos invitados que me acompañan en este camino.
–Es un disco que parece bastante heterogéneo, ¿cómo lo clasificarías vos?
Todo el mundo le pone nombre a las cosas, tiene esa necesidad. Yo vengo formateando un poco eso tanto desde lo musical como desde lo personal. Digo que lo que estoy haciendo es folklore, y el folklore es el saber del pueblo. Yo hago música de raíz folklórica. Este disco es bastante equilibrado musicalmente; hay un aire de candombe como “Colorado”, que es un tema que escribí en homenaje a mi viejo –ese era su apodo-, pero también hay canciones, zambas, hay una chacarera con guitarra eléctrica no distorsionada, y sobre todo hay fusión, con una batería que está tocada para un lado más jazzero.
Hay además una línea de poesía también. Es decir, hay mucha variedad, mucho movimiento en Colorado, pero no deja de ser un disco introspectivo, porque es una consecuencia de todo lo que vine asimilando y me fue pasando en la vida. Por eso lo pienso como una etapa nueva, es como una gran puerta para mí. El disco tiene 13 temas y alguna sorpresita más al final. Hay cinco que son míos, “Buscando el azul”, “Ainara”, que es una canción de cuna que escribí para mi sobrina cuando nació, “Miramar”, “Memorias de Alcaraz”, que es un chamamé que escribí con Patricio Robles, y “Colorado”, que lo escribí con Patricio también.
–Hay una línea que uno ve en los cantores del Bondi y es la de recuperar el folklore como algo vivo y en movimiento. Esto que me decís va en esa sintonía, los nuevos músicos van detrás de nuevos sonidos de la tierra. ¿Te ves dentro de esa idea?
Ciertamente, estoy girando en esa olla. Al ir pasando el tiempo inevitablemente las cosas cambian. El folklore no es sólo de la manera en que se tocaba antes. Los seres humanos mutamos todo el tiempo. Cuando hablo con personas que siguen un folklore más conservador los entiendo, pero también les digo que las cosas van pasando, y así como hay un montón de grupos que mantienen lo tradicional, estamos los que siguiendo esa raíz buscamos otros horizontes, otros paisajes internos, y que esto también es folklore.
–Vos naciste en Miramar y te viniste acá en 2001…
Yo me crié en pleno campo, a 13 kilómetros de Miramar. Estudié en Miramar y toda mi adolescencia la pasé allá. Ahí empecé a hacer música desde muy chico. Vine en 2001 aprobar suerte y acá estoy.
–¿Te influye al componer el vivir en una ciudad como esta?
Como decía Yupanqui, cuando el hombre cambia el paisaje, cambia la mirada. A mí lo que me pasó igualmente fue que tuve varias etapas. Primero fue como una descompresión y empezar a abrirme a otros sonidos. Yo estaba más metido en el folklore y venir a Buenos Aires me permitió asimilar otras músicas y eso te modifica.
Pero lo que me pasó también fue que apenas vine me puse de espaldas al mar. En el folklore el músico tiene la tendencia, al festivalear, de terminar haciendo lo que hacen todos; zambas, chacareras, todo más ligado a la danza, sin encontrar lo que quiere. Y no te digo que porque soy de Miramar vaya a ponerme a cantar huellas, triunfos o estilos, porque aunque me gustan nunca hice eso, pero sí estaba de espaldas al mar en el sentido de que lo que había asimilado y hecho de pibe estaba ausente. Con el tiempo empecé a ponerme de frente al mar, a reconocer que mi música tiene que ver con la arena, con el movimiento de las olas, con otra cosa que no era tan norteña. Y ahí empezaron a salir las canciones nuevas.
-¿Cuánto repercutió El Bondi Cultural en tu formación como músico?
El Bondi fue una etapa muy buena. Somos unos cuantos locos que nos conocemos desde hace 10, 12 años. Fue una idea de Juan, un amigo en común que tenemos con Bruno Arias. Él tenía la idea de hacer un colectivo de artistas. A Bruno entonces se le ocurrió juntar a los colegas músicos que andamos como él hace muchísimo tiempo y darnos una mano en el sentido de unificar un canto, un grito, más allá de que cada uno venga laburando con su historia.
Él nos unió para mostrarle a la gente, a los medios, esta gesta nueva de composición, que expresa un poco a los miles de músicos que hay desperdigados por todos los pueblos del país. A mí el Bondi me ayudó porque anduvimos por todos lados y eso te hace crecer. Vivimos muchas cosas y el estar en constante movimiento hizo que compongamos mucho. “Buscando el azul” por ejemplo, el tema que abre Colorado, es una chacarera muy marina que compusimos con Bruno. En esta etapa también compuse con Marino Coliqueo, que es uno de los chicos de Che Joven, y con Javi Caminos.
-Hay una decisión artística de trabajar colectivamente por un lado, y de manera independiente por el otro.
Sí. Ahora no estamos tocando tanto juntos porque cada uno sigue con su carrera solista y se da que muchos estamos con disco en puerta, pero el vínculo se sostiene. Sabés que tenés un camino duro si no hacés cosas que estén preestablecidas o sin el apoyo de una productora o de un sello. Pero lo más importante es estar feliz con lo que uno hace y sentirse reflejado en eso. Y en eso andamos.
-Escuchándote y oyendo a otros miembros del Bondi se nota una decisión de vincular las búsquedas musicales con la demanda social. ¿Cómo ves el lugar del cantor popular en ese aspecto?
Creo que el arte es una herramienta de comunicación muy potente. Sabemos que nos subimos al escenario y podemos generar un montón de cosas. Podemos ser una voz de lucha, de amor, de paisaje. Yo creo que el cantor tiene varias funciones, no una sola. Considero que estoy en un equilibrio en eso. No soy un cantor que está aferrado a la lucha, pero tampoco me desligo de eso. Estoy en contra de todo lo que genera injusticia, y voy allí donde creo que mi presencia ayuda. Voy con lo que tengo, no inventando nada. Intento disfrutar de la música tanto desde cantarle al viejo Quintín como con un tema a un niño que recién nació, como en “Ainara”. No hay un lugar sólo, hay muchos lugares de donde poder decir cosas, y todos son importantes.
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