En un sólo fin de semana, Italia debió enfrentar un atentado en un secundario, un terremoto, el G8 y los ballottages en 118 comunas. El rol de los medios masivos y los próximos pasos en medio de la crisis político-financiera.
En sólo tres días los diarios italianos reflejaron -a su manera- cuatro grandes temas de interés nacional muy diferentes entre ellos. El rol del primer ministro Mario Monti durante el último G8, un ‘atentado’ frente a una escuela de formación profesional, un terremoto en el centro y norte del país y los diferentes ballottage que se llevan a cabo para definir las alcaldías de 118 comunas en todo el territorio. Y para muchos, fueron justamente los medios y su forma de analizar lo ocurrido, los protagonistas de este fin de semana agitado.
El caso más importante fue quizás el de Brindisi, localidad de la sureña región de Apulia donde el sábado a la mañana explotó un artefacto de confección casera frente a un instituto de formación orientado a la moda, que mató a una chica de 16 años. Inmediatamente comenzaron las especulaciones de los principales medios de información. El hecho se cometió cuatro días antes de la conmemoración del ‘estrago de Capaci’, el atentado mafioso que mató al juez Giovanni Falcone, su esposa Francesca Morvillo y tres hombres de su escolta. Y la escuela frente a la cual explotaron las garrafas de gas conectadas con un timer, lleva justamente el nombre de Francesca Morvillo. ‘Fue la mafia’, pensaron -y dijeron- las principales agencias informativas. Sin embargo, algunos recordaron que días atrás la Federación Anarquista Informal había amenazado con ataques a Finmeccanica, segundo grupo industrial italiano en manos de Ansaldo Nucleare. Rápidamente el gobierno formó un comité de seguridad comandado por la ministra del interior Annamaria Cancellieri, que había alertado acerca de unos 14.000 objetivos de riesgo de ataque terrorista en todo el territorio nacional. ‘Fueron los subversivos’, pensaron -y dijeron- otros.
Mientras llovían las condenas públicas y los pésames por lo sucedido, centenares de personas en todo el país se movilizaron en contra de lo que, para muchos, fue un remake de los ‘años oscuros’ de la lucha armada de los ’70, o de las guerras de mafia de los ’80. Se reeditaron las consignas históricas de las movilizaciones de aquellos años -‘No toquen a los inocentes’- y la indignación popular se dirigió hacia las oscuras fuerzas que manejan la vida de ‘personas comunes’.
La única cauta, fue justamente Cancellieri, que el mismo sábado aclaró que “estamos trabajando intensamente, es un asunto muy complejo. Las hipótesis están siendo estudiadas por los investigadores, pero ninguno puede darnos certezas”. El avance de las investigaciones demostrarían hoy, que el autor nada tendría que ver con el crimen organizado ni con la lucha armada. Habría sido un “gesto aislado”, según admitió el procurador de Brindisi, Marco Dinapoli, tras la aparición de un video filmado por las cámaras de seguridad de un kiosko en el que se puede ver a un hombre de unos 60 años accionar el control remoto de la bomba.
Todo esto sucedía mientras el primer ministro italiano, Mario Monti, negociaba junto con sus pares del G8 una salida a la actual crisis económica que vive Europa. En la reunión, el premier compartió con los mandatarios de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón y Rusia una declaración conjunta donde se comprometen “a dar todos los pasos necesarios para reforzar y revigorizar nuestras economías y para combatir las tensiones financieras”. El comunicado llega en un momento donde varios de los países firmatarios -entre ellos Italia- dejaron de ser parte de los 8 más industrializados del mundo para pasar a ser naciones al borde de la quiebra, hostigadas por la deuda externa y los compromisos con entidades financieras supranacionales. Al menos tres de ellos entraron en recesión, y todos se enfrentan a un futuro de crecimiento económico casi nulo. Italia, quizás el gobierno más complicado de los 8 grandes, presionó a Alemania para que acepte la implementación de ‘eurobonos’ comunitarios de la deuda, y empujó junto a Francia para que la declaración final del G8 hiciera hincapié en el crecimiento, complemento de la política de ajuste impulsada por Angela Merkel.
Pero la estadía de Monti en Camp David (EEUU) debió cortarse anticipadamente a causa de la nuevas noticias que llegaban de Roma. Un terremoto de 5,9 grados de magnitud en la escala de Richter causó seis muertes y fuertes daños en las ciudades de Módena, Ferrara, Mantova y Rovigo, en la región Emilia Romagna. Las víctimas fueron casi todos trabajadores de la construcción, fallecidos por los accidentes que el terremoto causó en las obras en construcción. Un final trágico para un fin de semana agitado. Mientras el ministerio de Bienes y Actividades Culturales afirmaba que el sismo “ha provocado daños importantes en el patrimonio cultural”, los principales medios desviaron su mirada del G8, la crisis griega y la situación italiana para contar los pormenores de la tragedia. Un hecho que hizo pasar a segundo plano las elecciones regionales donde se dirime el futuro político de 118 municipios en todo el país, y que sientan las bases para la conformación de los bloques partidarios de cara a la renovación de parlamento y gobierno.
Terremotos y bombas parecen copar las principales tapaas de los medios italianos y mundiales. Sus victimas son, hoy, las mismas que la crisis económica, en un país que se mantiene a flote a duras penas en medio de la tormenta.