Por Victoria Seca y Ruper. Un viaje con historias, rostros, olores y tradiciones de la comunidad islámica. En esta tercera entrega, los medios mienten y las fronteras son simbólicas.
Situación V. Cuando la represión es ley
En principio, la Revolución había contado con apoyo popular. Como dijimos antes, se constituyó entonces la República Islámica de Irán. Las medidas represivas vinieron después.
El consumo de alcohol está prohibido. La televisión satelital está prohibida. Internet está filtrado. Bailar en público está prohibido. Que un hombre y una mujer que no están casados caminen de la mano o compartan la habitación de un hotel está prohibido. Ir a la playa siendo mujer y bañarse en cualquier lugar está prohibido. Hacer pintadas contra el gobierno está prohibido. La homosexualidad está prohibida. Tener un medio de comunicación alternativo está prohibido. Hacer un recital sin permiso está prohibido. Las escuelas mixtas están prohibidas. Organizarse contra las prohibiciones está prohibido.
¿Y la gente no dice nada ante tanta represión? La gente se queja, por supuesto, pero la represión puede ser feroz, como ocurrió luego de las fraudulentas elecciones en las que Ahmadineyad fue reelecto, cuando las protestas dejaron un saldo de decenas de muertos, presos y exiliados. ¿Qué respuesta quedó? La clandestinidad: 34 canales en persa transmiten desde el exterior hacia Irán vía satélite, incluida la BBC Persian desde Londres, y en cada casa hay TV satelital. El alcohol se consigue sabiendo que puerta golpear. Las fiestas se hacen dentro de casa. A Facebook, tan popular como en Argentina, se ingresa mediante servidores azerbaiyanos, europeos o de EE.UU. Y los jóvenes amantes encuentran sus rincones oscuros para que la vida se abra camino.
Sin embargo no solo de represión se sostiene un gobierno. También existe un fuerte aparato publicitario que apunta al fortalecimiento de los principios de la revolución islámica, a consolidar un fuerte nacionalismo anti-occidente y a recordar a todos los soldados caídos. Para esto, toda pared es buena pero nada mejor que los medios de prensa que en Irán son todos controlados por el gobierno (radios, canales de tv y periódicos).
Pan y circo. Y el pan está. El desempleo no es una preocupación. Niños trabajando en las calles, jóvenes limpiavidrios, mendigos o gente sin techo cuesta encontrar, y mucho. Al punto que uno diría que no hay.
Sin embargo, la cosa se está poniendo complicada. Es que las “sanciones comerciales de la ONU”, es decir, el bloqueo de EE.UU. está resquebrajando la economía iraní rápidamente. Inflación, devaluación, dificultades para el comercio exterior, prohibición de bancos y tarjetas de crédito internacionales, etc. Esto, obviamente, lejos de democratizar la situación, caldea el horno para fortalecer el discurso y las medidas nacionalistas.
Situación VI. La situación de las mujeres
Ya dijimos que el régimen iraní se caracteriza por lo represivo. Sin embargo, si hacemos foco sobre la situación de las mujeres la cuestión se vuelve peor. Desde el 2007, con la campaña impulsada por el actual presidente Mahmud Ahmadineyad denominada “lucha contra el mal velo” el uso del mismo es obligatorio para cualquier mujer que habite (o visite) el país. El pañuelo debe cubrir la parte posterior de la cabeza, las orejas y no dejar ver el pelo, quien no cumpla puede ser castigada o sancionada.
Por sí hace falta la aclaración: esto no tiene nada que ver con el Corán, donde la única referencia al velo la hace un extranjero disculpándose con Mahoma por haber atacado a sus mujeres, cosa que no hubiera ocurrido si traían puesto un velo que las diferenciara del resto.
La obligatoriedad de usarlo es a partir de los 12 años. Sin embargo, en los últimos tiempos las escuelas primarias lo han incluido como parte del uniforme, lo que hace que niñas desde los 5 años también lo tengan que usar. Pero no solo hay que taparse la cabeza. Además, es necesario usar un mantó (vestido o camisa liviana que se usa sobre la ropa y su largo es por debajo de la cola), ya que también está mal visto no cubrirse esa zona con algo más que un pantalón o pollera.
El modo de vestimenta estilo “occidental” también es condenado y el uso de pantalones cortos y mini faldas está prohibido, así como el uso de remeras que muestren los brazos o que tengan un escote prominente. Es por esto que está muy bien visto por parte de las autoridades el uso del chador (vestido negro que tapa por completo el cuerpo y se utiliza sobre la ropa y sobre el velo).
En 2010 se realizó una marcha contra el uso obligatorio del velo. Quienes asistieron, sufrieron luego las consecuencias de cuestionar al gobierno: muchas fueron perseguidas y encarceladas. A pesar de esto, en 2012, se organizó nuevamente una acción en Teherán contra el uso obligatorio del velo.
Queda mucho camino por recorrer en pos de la liberación de las mujeres, aunque se han producido algunos avances en el plano laboral y educativo.
Los atropellos hacia las libertades femeninas no se quedan solo en la ropa. La mayoría de los colectivos de corta distancia tiene dos partes separadas, adelante van los hombres y atrás las mujeres. Además, si una mujer quiere ir a la playa solo lo puede hacer con otra mujer, y ubicarse en la parte de la playa que “habilitó” el gobierno para las mujeres.
A esto se le suman las prácticas históricas de las sociedades patriarcales: la correspondencia obligatoria del desarrollo del trabajo doméstico (sin ningún tipo de reconocimiento), la maternidad obligatoria, la crianza de los hijos. Características estas tanto de oriente como de occidente, muestra de que el patriarcado goza de buena salud tanto en las cocinas iraníes como en las publicidades de Mr. Músculo.
Situación VII. Volviendo al país de Maradona y Messi
Al volver, lo primero que hicimos fue reconocer qué poco sabíamos de Irán. Después, tratar de transmitir lo que vimos, lo que vivimos. Y la tenemos bastante complicada para explicar muchas situaciones. ¿Por qué? Irán es un país absolutamente capitalista, hasta en sus más recónditos rincones. Por eso, cuando un iraní, en el tren que nos llevaba de Estambul a Teherán, nos dijo que en Irán el dinero no era lo más importante, sinceramente, no le creímos. Cuatro semanas y miles de kilómetros después nos sigue costando creerle. Pero es algo digno de ver. Es como una lógica en cierto sentido al revés que aquí en occidente: acá cualquier persona trata de ganar lo más posible, a sabiendas que el otro también quiere ganar lo más posible. Lo vemos a diario: el que arregla lavarropas trata de ganar lo suficiente para que le alcance cuando vaya al mecánico que le cobrará lo más que pueda para pagar la maestra particular de su hijo, que a su vez trata de ganar lo más posible porque sabe que en algún momento tendrá que recurrir al mecánico y al que arregla lavarropas. En Irán, en cambio, el mecánico actúa como sí al hacerle un favor a quien le arregla el auto se hiciera un favor a sí mismo, porque el día que necesite arreglar el lavarropas el técnico hará lo mismo.
Insistimos: aquí nadie habla de socialismo o cosa parecida, sino que dentro de la lógica del funcionamiento de una sociedad capitalista, su cultura hace la vida cotidiana más fácil, más alegre, más compartida. De no haber estado allí, nos imaginamos leyendo una nota como esta y pensando: “Qué ingenuos los autores, como si en Irán no hubiera terratenientes, un gobierno corrupto, grandes corporaciones”. Pero estuvimos, y pasar ahora el rasero diciendo “todos los países capitalistas son iguales” equivaldría a decir que una vaca y una jirafa son iguales porque los dos son animales.
El 2 de enero, cuando nos sellaron el pasaporte en la frontera entre Turquía e Irán éramos unas personas. Hoy, al salir, somos otras. Por suerte, los policías que controlan pasaportes jamás lo notarán. La imagen construida sobre este país por parte de los medios hegemónicos nos llevaban a creer que todos los iraníes son peligrosos, que todos son terroristas, que el medio de transporte más usado es el burro, que ven un occidental y lo linchan en el medio de la plaza.
Los iraníes lo saben y eso les preocupa. ¿Qué derecho tienen los medios hegemónicos de mentir? ¿Qué posibilidad tenemos nosotros de contar otro relato? Así nació esta nota. Claro, ahora necesitaríamos que algún iraní visite Argentina así se da cuenta de que no somos sólo ¡Maradona! ¡Messi!