Domingo y lunes se celebrarán en Italia las elecciones para la renovación del Parlamento y el Ejecutivo italiano. Los partidos pro-ajuste se encuentran en franca ventaja y los organismos internacionales esperan para saber quién guiará uno de los países más golpeados por la crisis.
Los italianos se preparan para elegir a un nuevo gobierno luego de la caída del Ejecutivo guiado por el tecnócrata Mario Monti en diciembre. Los próximos días domingo y lunes, más de 51 millones de ciudadanos están llamados a sufragar entre unas 181 listas preparadas con cierta prisa luego del anuncio hecho por el presidente de la República Giorgio Napolitano, quien disolvió el Parlamento ante la falta de apoyo hacia el gobierno desencadenado por el centro-derecha de Silvio Berlusconi.
Y es justamente Il Cavaliere quien pelea por tener banca en los últimos días previos a los comicios. Pese a no contar con los pronósticos a favor, su partido, Popolo Della Libertá (PdL), logró remontar cierta cuota de la diferencia que lo mantenía distante de la coalición de centro-izquierda, principal favorita según la mayoría de las encuestadoras. Berlusconi logró juntar a casi todos sus antiguos aliados conformando una coalición casi calcada de la que lo sostuvo en el gobierno tras las elecciones de 2001 y 2008. Con una estrategia basada en grandes apariciones mediáticas -no dejó un canal nacional sin pisar- y fuertes ataques a sus rivales, Berlusconi se encuentra hoy cómodamente ubicado en el segundo lugar, un resultado que le daría más aire a los conservadores de cara al próximo periodo legislativo.
En la otra vereda, la de centro-izquierda, Luigi Bersani, jefe del Partido Democrático (PD) se proyecta hacia el primer lugar. Heredero político del ex primer ministro y líder reformista Romano Prodi, Bersani cuenta con una ventaja de entre 5 y 7 puntos sobre la coalición conservadora de Berlusconi, datos que le dan la posibilidad de utilizar estos últimos días pre electorales para tejer las alianzas políticas de cara a la conformación de un nuevo gobierno. Y es justamente éste el dato más relevante del centro-izquierda italiano en las últimas horas. Aliado con el gobernador de la región Puglia y ex referente del Partido de la Refundación Comunista, Nichi Vendola, Bersani coquetea hoy con el ex premier Mario Monti, quien por su lado presentó su candidatura junto con democristianos y empresarios.
Luego de casi dos años al mando, el ex primer ministro italiano decidió entrar en política -había sido designado en carácter de premier interino tras la caída de Berlusconi, como jefe de un gobierno técnico-. Su “Elección Cívica” se presenta como una coalición “de centro”, continuidad de las políticas adoptadas durante su mandato.
Berlusconi, Bersani y Monti representan los tres sectores políticos que sostienen, a grandes rasgos y con sus diferencias, las políticas adoptadas por la Unión Europea ante la crisis económica continental. Italia es uno de los países más afectados por la debacle financiera. El gobierno que será elegido la próxima semana deberá tomar las riendas de un país cuya deuda pública ha sobrepasado los 2 mil billones de euros, lo que equivale a poco más del 126% del PBI. El 10% de la población económicamente activa se encuentra sin empleo ni perspectivas de conseguirlo a corto plazo. De los ocupados, el 13% tiene un trabajo precario, es decir que no tienen garantizado una entrada estable durante todo el año. Además, sus contratos tienen duraciones muy breves, no tienen acceso al crédito ni gozan de los derechos laborales mínimos. Esta flexibilización extrema se ha establecido como respuesta a la crisis económica italiana y ha sido impulsada por reformas votadas por los tres bloques que se disputan la próxima elección. También son parte de los decretos y leyes aprobados por estas tres facciones, los recortes al gasto público, concentrados principalmente en educación y salud, además de la administración pública y la Justicia. En 2012, el gasto social de los entes locales en Italia tuvo una disminución de hasta el 13%. La drástica reforma jubilatoria, que aumentó la edad pensionable, eliminó las pensiones por vejez y cambió el sistema retributivo al sistema contributivo, también fue obra del gobierno Monti votada por los bloques de centro-izquierda y centro-derecha.
Por fuera de esta propuesta se encuentran dos listas principales. La primera, y la más mediática, es la que fundó el cómico Beppe Grillo, el Movimiento 5 Estrellas (M5S). Nacida del blog personal del actor, se presenta como una fuerza de renovación contra la ‘casta política’ que gobierna el país desde los años 90. Presenta un programa de reformas radicales del estado social, el apoyo a asociaciones civiles y movimientos ciudadanos, y llega a los próximos comicios con una intención de votos que ronda el 14% según las principales encuestadoras. Sin embargo, luego de haber logrado la alcaldía de algunas grandes ciudades en las últimas elecciones administrativas, el M5S se ha encontrado con graves problemas de gestión, llegando a peligrar la estabilidad de sus gobiernos en comunas claves como la de la ciudad de Parma en el centro-norte del país.
A la izquierda, la propuesta más importante es la liderada por el juez antimafia Antonio Ingroia. Su “Revolución Civil”, que reúne a intelectuales progresistas y partidos de la izquierda tradicional, se estaría ubicando por encima del 4%, límite legal para acceder a un escaño en el nuevo parlamento.
Las elecciones en Italia se deciden entonces en el seno de un bloque político cuya principal discusión se plantea en torno a qué medidas elaborar para reducir el estado social para salir de la crisis. En la recta final, el favorito Bersani ya cuenta con el visto bueno de la mayoría de los organismos internacionales y su llegada al poder podría aplacar los embates de los mercados financieros y traer algún alivio transitorio para la economía italiana, aunque la salida definitiva se avizora como muy larga y plagada de ‘sacrificios’ para los italianos.