Por Alicia Morón. Poesía Civil, de Sergio Raimondi (Ediciones Vox), es un maravilloso libro de poesía que debe ser tratado también como uno de los grandes textos de la política y la economía argentina.
“Estimar que la lectura de un libro de versos suponga considerar no ya las razones más o menos fundadas de un encabalgamiento, sino también la ley de desregulación de actividades portuarias, tal como la de estibaje, que vincula el inicio del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca con medidas coercitivas tomadas tras el golpe de Onganía, tal vez sea más inverosímil que innecesario. Es cierto: cada una de esas cuestiones suele implicar intereses y habilidades disímiles, y quien se familiariza en una pareciera poder excusarse con una lógica aceptada de su incompetencia en la otra. Si no me equivoco, las páginas que siguen vuelven discutible ese hábito de desglose…”
Así comienza la nueva edición de Poesía Civil de Sergio Raimondi (17 Grises, Bahía Blanca, 2010). Los cambios respecto a la edición original, publicada por la también bahiense editorial Vox en 2001, son un par de poemas excluidos, algunos agregados y algunas correcciones menores en ciertos poemas. Lo más significativo de esta nueva edición es la nota inicial, de la que he citado sus primeras líneas. Allí, como no puede ser de otra manera, Raimondi habla de su obra con una claridad y una contundencia que provocan que toda otra cosa que se diga sobre ella (como por ejemplo esta reseña) parezca de más. Por eso la exagerada cita.
Lo que William Blake hizo con el cielo y el infierno, Raimondi lo hace, por una parte, con Bahía Blanca, Ingeniero White, el puerto, y por otra, con las letras: dinamiza la relación entre dos continentes que parecían hablarse sólo en la distancia y los muestra íntimos. Las industrializadas y agroexportadoras tierras del sur de la provincia de Buenos Aires no son el paisaje contemplado por un poeta, sino el andamiaje mismo con que están construidos los versos de Poesía civil.
Por tal motivo, Poesía civil, maravilloso libro de poesía, debe ser tratado también como uno de los grandes textos de la política y la economía argentina, junto a algunos trabajos de Sarmiento, Scalabrini Ortiz, Martínez Estrada o Viñas.
La pampa, ese territorio que parece el nombre de un arraigo, es el cuerpo de un liberalismo cuyas construcciones se elevan ya con la lógica del desmantelamiento. Los anónimos y enterrados caños de los gasoductos están cruzados por los pulsos disímiles de cada uno de los soldadores. La poesía, tal como puede existir hoy, es una de las formas en que se dice el capitalismo.
El desglose de estos matrimonios quizás sea posible, pero ¿hay algo que realmente exista en el dominio de las oposiciones? La pregunta puede ser desalentadora. Aunque cabe también pensar qué son los límites, si no funciones de las propiedades. Y esa inquietud, sin ser una lucha, nos propone nuevas formas de usar el lenguaje.
De ese lenguaje participa Poesía civil al desestimar las incontaminadas libertades de unas letras que serían incapaces de ensuciarse con el humo de las chimeneas; al saber vincular, con unos procedimientos que no son los del contraste, la cadencia de los versos con las detalladas nomenclaturas y siglas de las industrias locales. El resultado es un texto que conmueve al pensamiento argentino como pocas veces ha pasado.