Por Matías Figal. Ucrania continúa sumida en protestas. El movimiento proeuropeo, conocido como Euromaidán, sigue firme pese a la represión policial, apoyado por Estados Unidos y la Unión Europea. Kiev pretende un acuerdo que sea más favorable para lo cual también sigue en diálogo con Rusia.
Cabe recordar que las protestas se iniciaron hace casi 3 semanas cuando el presidente Victor Yanukóvich decidió postergar la firma del Tratado de Asociación y Libre Comercio con la Unión Europea (UE), sosteniendo la necesidad de revisar las consecuencias económicas. Para la UE, los Estados Unidos y un sector de la población, la decisión se basaba en presiones de Rusia, interesado en sumar a Ucrania a su Unión Aduanera.
Pese a los intentos policiales de desalojo, los ucranianos siguieron en gran número con sus reclamos. Entre ellos, surgió el pedido por la renuncia de integrantes del gobierno, como el primer ministro Mykola Azarov. Los principales partidos de oposición se han encolumnado en el Comité de Resistencia Nacional, unificados por su orientación proeuropea. Ellos son Patria, a quien pertenece la ex primera ministra Yulia Timoshenko, hoy encarcelada, Udar, del campeón de boxeo Vitali Klitschko, y Svoboda (Libertad), agrupación de carácter nacionalista. Hace poco fallaron en su intento parlamentario de hacer dimitir a Yanukóvich, quien nunca dejó de sostener que quiere ingresar a la UE.
Los manifestantes no parecen dispuestos a responder ciegamente a ningún liderazgo. Lo que está claro es que la multitud se compone de elementos políticos heterogéneos. Los jóvenes nacionalistas son quienes se han mostrado más radicalizados en las protestas. El fin de semana, una estatua de Vladimir Lenin en Kiev fue derribada, luego de intentos fallidos días anteriores, y es a estos grupos a quienes se los tiene como responsables del hecho. Los pedazos de la estatua, que fuera destrozada, podían encontrarse a la venta en sitios de Internet.
El país se divide casi geográficamente en cuanto su apoyo a la UE o a Rusia. Según el Instituto Internacional de Sociología de Kiev, si bien el apoyo a cada opción ronda el 40% para cada uno, en el sur y el este del país es abrumadora la inclinación prorusa. Aquí se encuentran las principales industrias. Este sector se vería perjudicado por el acuerdo de libre comercio con la UE debido al ingreso irrestricto de productos europeos y al encarecimiento del ya de por sí costoso gas ruso. Aunque en una entrevista reciente, Yanukóvich sostuvo que sería la agricultura el sector económico con más inconvenientes.
El viernes pasado el presidente ucraniano se reunió con Vladimir Putin en Sochi. Según lo declarado, las conversaciones no incluyeron el tema del ingreso a la Unión Aduanera. La agencia Interfax informó que se trataron diversas cuestiones de cooperación bilateral, en especial en la industria, la alta tecnología y el campo financiero. Otra reunión será sostenida el próximo 17 de diciembre. Posiblemente, el objetivo de Yanukóvich es reducir los impactos negativos que pueda tener en la relación con Rusia su ingreso a la UE, ya que ese país es su principal socio comercial.
Tarde, pero seguro, hizo su aparición Estados Unidos en la crisis. Victoria Nuland, secretaria de Estado para asuntos europeos y euroasiáticos, estuvo en Kiev donde se reunió con Yanukóvich el miércoles, y criticó la represión policial contra los manifestantes. Luego se paseó por la Plaza de la Independencia y, según El País, repartió “bocadillos y bollos a manifestantes y policías”. Al comentar esta visita, la vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki sostuvo que “todas las opciones políticas, incluidas las sanciones, están sobre la mesa”. Y Hilary Clinton no perdió la oportunidad para comentar en su cuenta de Twitter que las autoridades ucranianas deberían seguir el ejemplo de Mandela.
Alemania es otro de los actores de peso. Un reciente informe de Der Spiegel señala que la relación de Merkel con Yanukóvich ha quedado dañada por completo, pero que “la canciller planea traer un nuevo jugador: Vitali Klitschko”. Es que el Partido Popular Europeo (PPE), que agrupa a los partidos de centro derecha de la UE, donde está la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel, tiene a Klitschko como su representante en Ucrania. Allí esperan que triunfe en las elecciones de 2015 y pueda imponer su agenda proeuropea. En este sentido, parece sugestiva la visita la semana pasada de 4 legisladores de Udar, el partido del boxeador, a Berlín, donde se reunieron con representantes del CDU.
De cualquier manera, el ingreso de Ucrania a la UE parece ir tomando forma nuevamente. Esta semana viajó a Kiev la representante de la UE Catherine Ashton, quien se reunió con el presidente. Y el jueves, Stefan Fuele, Comisionado Europeo para la Ampliación y Política Europea de Vecindad, tuvo un encuentro en Bruselas con el viceprimer ministro Serguei Arbuzov. Fuele sostuvo que ambos coincidieron en preparar una hoja de ruta para la implementación del Tratado de Asociación y para el requerido acuerdo con el FMI. Justamente, también el jueves este organismo lanzó un comunicado anunciando que está dispuesto a retomar las charlas con Ucrania. Claro que las condiciones para la cooperación económica siguen siendo las mismas: incremento en las tarifas energéticas, la revisión de beneficios sociales, recortes de presupuesto, entre otras medidas de ajuste. Yanukóvich considera en 20 mil millones de euros la ayuda económica que necesita de Europa para firmar el acuerdo.
En tanto, las movilizaciones en el país continúan. Estos días también se realizaron marchas a favor del gobernante Partido de las Regiones. En la Plaza de la Independencia, donde está instalado con sus tiendas el Euromaidán, están planeadas distintas actividades para el fin de semana.
Posiblemente la razón inicial de la protesta, el ingreso a Europa, ya se encuentre acompañado de otros reclamos. Pero sin duda sigue siendo el aglutinante primordial de los manifestantes. Aunque hace tiempo es notoria la crisis económica de casi todos los países de la UE, evidentemente para muchos ucranianos la atracción simbólica que ejerce esa pertenencia evita cualquier recelo. Y para la UE, Estados Unidos y la OTAN, el valor geopolítico del país justifica todos los esfuerzos.