Por Federico Orchani. La llegada del día del trabajador y sus diversos actos abre una vez más un debate acerca de los desafíos de los movimientos populares de cara a la próxima etapa. Hacia la confluencia de nuevas herramientas de masas que permitan elaborar un horizonte estratégico.
Los quienes militamos en el movimiento popular en Argentina no debemos dejar pasar una reflexión sobre el pasado 1° de mayo y las actividades que se desarrollaron en cada rincón del país a propósito del Día internacional del trabajador. La foto que se repite: ¿fragmentación o pluralidad?
Observando la realidad de manera objetiva, el resultado es tajante: no menos de cinco actos en la Ciudad de Buenos Aires conmemoraron el día del trabajador. Cada uno con sus características, concentraciones en plazas, movilizaciones, gran cantidad de oradores, etc. La ausencia de las principales centrales sindicales o que sus dirigentes estén más preocupados por la “inseguridad” que de la organización del movimiento obrero, habla de la diversidad de intereses que persiguen los sindicatos, así como sus respectivas expresiones políticas.
Cabe preguntarse si la reiterada dificultad del sindicalismo combativo, de expresiones partidarias de izquierda y de las organizaciones populares para coincidir en una misma actividad responde a diferencias políticas profundas o expresan nuevas coordenadas para repensar el mapa de los movimientos populares herederos de las jornadas de 2001. Luego de una década de kirchnerismo, resulta evidente que el movimiento popular está atravesando una crisis que no solo repercute en su identidad, sino que también dificulta la elaboración de tácticas comunes para quienes compartimos horizontes anticapitalistas y antimperialistas.
Diversos hechos de la realidad nacional nos brindan elementos para caracterizar la coyuntura actual y como ésta impacta sobre las estrategias que se vienen dando los sectores populares y sus respectivas organizaciones. Nos referimos, por un lado, a la crisis que atraviesa al kirchnerismo ante un posible recambio de gobierno en 2015. La imposibilidad de que CFK pueda ser nuevamente candidata a la presidencia manifiesta que ninguno de los por ahora tentativos aspirantes tenga un total consenso dentro de las filas kirchneristas, y, por ende, no hay quien pueda aglutinar a sus diversas fracciones. Como contracara, vuelven a aparecer en escena diferentes expresiones políticas de una derecha que parecía dividida pero que se vuelve a entusiasmar ante la posibilidad de ser gobierno. Así, emergen con oportunidades claras el Frente Renovador de Sergio Massa o el conglomerado de FAUNEN, quienes se debaten entre una alianza o no con el PRO de Mauricio Macri en función de potenciar el éxito electoral.
La crisis económica mundial se traduce en nuestro país mediante políticas regresivas como la devaluación, potenciada por una creciente inflación más la caída del poder adquisitivo del salario real. Amenazas de despidos y suspensiones parecen instalarse nuevamente como preocupaciones cotidianas de la clase trabajadora ocupada. Mucho peor están quienes ni siquiera gozan de estabilidad laboral, nos referimos a los llamados trabajadores “precarizados” que representan al menos un 40 % de la clase trabajadora en actividad. En este contexto, surge el proyecto de ley impulsado desde el bloque del FPV con el objetivo de reglamentar la protesta social, una medida claramente reaccionaria y que sirve para judicializar cualquier protesta, algo que de hecho está ocurriendo con mayor frecuencia.
De esta forma llegamos a un nuevo 1° de Mayo, con un gobierno en retirada haciendo los deberes para dejar las cuentas prolijas, con la derecha que se va posicionando como alternativa política hacia el 2015, y con fuertes debates hacia el interior de las organizaciones populares. Si bien a varios nos pasó durante la jornada de andar repartiendo esfuerzos en más de una actividad a la vez, lo que para alguno quizás sea muestra de cierta debilidad o desorientación, nosotros preferimos hablar de gestos unitarios.
Balanceando la jornada
Las características de cada acto u actividad difieren. Ya mencionamos la ausencia en la calle de las distintas CGTs, mientras que las dos CTA, cada una por separado, realizaron actos en el Congreso y en la cancha de Racing. Al respecto, basta señalar que no pudieron, o al menos no supieron cómo, interpelar al resto de las convocatorias. El Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) convocó a la plaza de Mayo con una importante concurrencia y rebote mediático. Parte del activismo de base, antiburocrático y clasista, con representación en diferentes gremios, como lo son la Corriente político-sindical Rompiendo Cadenas y la Asociación Gremial de Trabajadores Cooperativistas Autogestivos y Precarizados (AGTCAP), se concentró en la plaza Lorea para luego marchar a Plaza de Mayo. Por su parte, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) se movilizó desde el Obelisco, donde se encuentra la “carpa villera”, hacia el Ministerio de Trabajo de la Nación para reclamar la legalidad del gremio. Llama la atención la poca atención que le dieron medios de comunicación, tanto los oficialistas como los que no lo son, a pesar de los 20.000 trabajadores de la economía popular reunidos frente al Ministerio.
Tanto el acto en plaza Lorea y el de la CTEP mostraron simpatías, incluso planteos comunes, reivindicaciones similares, etc. En relación al acto del FIT se puede destacar el acercamiento entre el “encuentro sindical combativo” al que varias organizaciones adherimos y el resto de las corrientes sindicales al interior del FIT. En contra, podemos decir que el excesivo tinte político-electoral del acto dificultó el acercamiento para quienes no formamos parte del FIT, que debíamos acotarnos a un “saludo” como toda forma de participación.
Esto demuestra que es necesario abandonar las posturas vanguardistas y poner pon encima las reivindicaciones comunes y la unidad del pueblo trabajador. La polarización kirchnerismo / antikirchnerismo muchas veces nos dificulta a las organizaciones anticapitalistas y clasistas confluir en luchas sectoriales con movimientos sociales que se identifican con el gobierno K. Sin embargo, creemos que el pensamiento binario y esquemático simplifica la realidad pero no siempre es efectivo para hacer política en tiempos de crisis y reflujo. A pesar de las diferencias políticas y lo que significa una coyuntura por demás compleja como la que describimos antes, pensamos que, aun así, es posible dar pasos de avances.
La instalación de la “carpa villera” en pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires haciendo visible una problemática tan sentida como la vivienda digna, es un ejemplo de cómo una lucha reivindicativa se transforma en una bandera política de millones. Ocurre lo mismo con el trabajo mal llamado informal, que pareciera ser un flagelo estructural del modelo económico, que encuentra un horizonte esperanzador mediante la irrupción de la CTEP. Así es que lograr el reconocimiento del gremio debería ser una tarea de todos, sin mezquindades.
Confluir en herramientas de masas es una tarea de la coyuntura, impuesta por la realidad, pero también un horizonte estratégico. El deber de la militancia fogueada al calor de la resistencia en los ´90 más los que empezamos a participar políticamente en 2001, es confluir codo a codo en la misma pelea. Nuestro pueblo no se confunde a la hora de defender los derechos conquistados en la lucha. La ingeniería electoral, incluso la constitución de nuevas organizaciones políticas, no puede perder de vista esta tarea, aunque eso signifique dejar de lado cierta vocación de hegemonía presente permanentemente en nuestras prácticas, por más legítima que esta sea.
Es posible que la pelea conjunta en los organismos de masas aporte a los debates de la militancia popular en esta coyuntura. De cualquier manera, la confluencia política, el armado de nuevos espacios y reagrupamientos deberá tener como prioridad acuerdos políticos estratégicos y no apurarlos por oportunismo o lecturas apresuradas mirando al 2015. La confluencia política de los movimientos que venimos de 2001, incluso en el plano electoral, debe tener toda la identidad de la izquierda independiente nueva o popular, como queramos denominarla, que lleve esa nueva forma de hacer política a todos los ámbitos.
Hacia adelante hay una serie de debates pendientes que la militancia irá resolviendo, la cuestión latinoamericana y el apoyo explícito a procesos como el de Venezuela es uno de ellos, aunque para algunos compañeros aun es materia de debate. Las tareas son aún más, ya describimos algunas. Queda pendiente enriquecer este análisis desde una mirada nacional y federal, ya que lo dicho anteriormente esta sesgado por una mirada a veces excesivamente porteña.
El debate electoral 2015 es un tema que nos atraviesa, pero la tarea de superar la fragmentación, construir poder popular y encontrarnos mejor preparados como pueblo trabajador para lo que se viene, es aún más importante y tal vez pueda mostrarnos una foto distinta el próximo 1 de mayo.