El oficialismo liderado por Vladimir Putin se quedó con las elecciones parlamentarias rusas, en medio de denuncias de fraude, arrestos a opositores y censuras.
Al cierre de esta edición de Marcha, el oficialista partido Rusia Unida, liderado por Vladimir Putin, se había declarado triunfador de los comicios que se llevaron a cabo ayer. Sin embargo, no había aún certeza acerca de los porcentajes finales a favor del partido gobernante, que oscilaban entre el 48 y el 52 % de las preferencias, según la fuente consultada. Se trata este de un dato para nada menor. La cantidad de votos obtenidos repercurte directamente en la composición del parlamento, órgano encargado de elegir el próximo primer ministro, cargo que Putin piensa intercambiar con el actual presidente Dimitri Medvedév.
Los resultados parciales arrojan, de todas maneras, una disminución de alrededor del 15% de los sufragios a favor del oficialismo, que ganó las elecciones de 2007 con un abrumador 64%. Los bloques que ven cierto avance en la Duma, son el liberal Rusia Justa y los comunistas del KPRF. El caso de los primeros habla mucho del clima que se vive en el país del este en estos años. Fue creado por el Kremlin, en un abierto intento de desmitificar el monopolio político que el partido de Putin ha generado en los últimos 12 años de gobierno, y aparentar cierto pluralismo en el parlamento. Sin embargo, con el tiempo algunos de sus dirigentes se distanciaron del oficialismo, al punto de llegar a denunciar numerosas irregularidades y fraudes cometidos por el partido gobernante previas a las elecciones. La cuarta fuerza en llegar a conquistar al menos un escaño, es el nacionalista
Partido Liberal Democrático, de orientación derechista y aliado a la fuerza liderada por Putin. De esta manera, Rusia Unida perdería la mayoría de dos tercios del parlamento que ostentaba hasta ahora, pero lograría alcanzar, junto con sus aliados, el número necesario para formar un ejecutivo según sus planes.
“Las elecciones más sucias desde la caída de la Unión Soviética”
La jornada electoral empezó con reiteradas denuncias de fraude, censura y acorralamiento de las libertades civies. Desde la madrugada, fueron bloquedas las páginas web de El Eco de Moscú, del diario Kommersant, de la revista New Times y más medios críticos al Kremlin, que se sumaron a decenas de blogs personales cerrados por las fuerzas de seguridad en las semanas previas a los comicios. En Moscú y San Petesburgo, un total de 130 personas fueron detenidas ayer mientras se manifestaban contra lo que consideraban las “elecciones más sucias desde la caída de la Unión Soviética”. En el mismo sentido se expresaron los dirigentes del partido de izquierda Otra Rusia, formación liderada por el ex campeón de ajedres Gari Kasparov, y que vio prohibida su presentación en los comicios de ayer. El candidato de esta coalición, formada por grupos como Compromiso Cidadano, el Partido Nacional Bolchevique y Rusia Obrera, Eduard Limónov, fue detenido en julio de este año por el polémico departamento de lucha contra el extremismo creado por el partido de gobierno.
A las denuncias de la oposición, se le suman las del único órgano de observación electoral ‘independiente’ -o mejor dicho, no alineado con el gobierno- de Rusia, Golos, que fue acusado por el partido de Putin de recibir órdenes de la CIA. En los últimos días, trascendieron los relatos de empleados públicos y oficiales de las fuerzas armadas que denunciaron ‘presiones’ para que su voto vaya hacia Rusia Unida.
En un clima sumamente tenso, la afluencia a las urnas fue muy baja. Solamente un 50% de los habilitados emitió su voto, un dato que Putin deberá tener en cuenta en el cumplimiento de sus planes. El actual premier, eje de la política rusa durante los últimos 12 años, planea volver a conquistar el puesto de presidente de la república en las elecciones previstas para marzo, y luego de la definitiva composición de un parlamento afìn, dejar el camino preparado para que el actual mandatario, Medvedév, se quede con el lugar que él ocupa. Un trueque cantado, que se ve empañado por unos resultados diferentes a los de las últimas elecciones de 2007, y la visibilidad de un fuerte descontento con respecto a las irregularidades que su partido habría promocionado ayer.