Por Pablo Maltz. Tras la confirmación de Pep Guardiola como técnico del equipo de fútbol alemán para la próxima temporada, se visibilizó la función que lleva a cabo Kathleen Krüger con el actual entrenador del equipo Jupp Heynckes, en la que continuará con el ex técnico de Barcelona.
La noticia circuló debido a que fue esta ex futbolista del equipo femenino de Bayern, la que comunicó a los jugadores la futura llegada del entrenador español.
El puesto de Manager, lejos está de lo que llaman algunos medios “la bella ayudante” o “la cara femenina del Bayern”. Es la persona que hace de nexo entre el cuerpo técnico y los jugadores y a su vez facilita la comunicación entre los dirigentes y el plantel.
En los clubes que participan de competencias profesionales existen dificultades para una mayor participación de las mujeres, ya sea como dirigentes o parte de cuerpos técnicos. Se trata de un problema global que, en mayor o menor medida, forma parte de lo cotidiano.
Con 27 años y después de un retiro prematuro de las canchas, Krüger tomó esa responsabilidad y coordina en su trabajo con hombres, algo tan básico en otros campos, pero poco visto en la esfera de uno de los deportes más populares del planeta y, puntualmente, en uno de los clubes más poderosos y reconocidos. Cuestión que no es menor a la hora de marcar tendencia, ya que formará parte del cuerpo técnico junto al entrenador más ganador de los últimos tiempos.
La lucha por la igualdad de géneros no empieza ni termina con este hecho particular, pero es una buena oportunidad para organizarse y fomentar en Argentina el involucramiento aún mayor de las mujeres como dirigentas, árbitras, técnicas y managers, formándose a la par de cualquier hombre, y así luchar por un lugar trascendente dentro de las agrupaciones partidarias de fútbol. También es cierto que el hecho de ser mujer no es garantía de que sus propios actos y discursos cuestionen el machismo imperante en las lógicas discriminatorias de estos espacios, sin embargo es importante señalar la función de esta manager, y lo excepcional del caso.
Las lógicas mencionadas son parte constitutiva de las relaciones sociales patriarcales, internalizadas en conductas, prácticas y subjetividades, que a su vez reproducen los roles de género hegemónicos. El fútbol, como deporte y práctica social, se inscribe dentro de un estereotipo que condiciona la participación de las mujeres. En este sentido, para acercarnos a una mayor igualdad de géneros, es necesario tener en cuenta las causas históricas que explican el origen de dicha exclusión.
Más allá de los condicionamientos culturales, el fútbol femenino sigue dando la pelea para construir su lugar de forma paralela. La aparición de Kathleen Krüger es una excelente excusa para cuestionarnos los motivos por los cuales muchas mujeres capaces e involucradas en el fútbol profesional terminan participando de costado, sin ser protagonistas y “adaptando” su conducta para encajar con los estereotipos de este terreno tan expulsivo.