En la mañana del jueves 10 de noviembre falleció en Córdoba, su provincia natal, el albañil, obrero de la Fiat y dirigente histórico del sindicalismo combativo Gregorio “Goyo” Flores.
Tenía 75 años de pura juventud acumulada y una historia de vida que, vis a vis, siguió los derroteros, las mismas luces y sombras que el resto de la clase trabajadora en Argentina.
De orígenes humildes, realizó el difícil paso de lo rural a lo urbano cuando de muy joven (a mediados de los años ´50) se instaló en la capital cordobesa en busca de trabajo. Se destacó como delegado en la fábrica Fiat Concord, al punto de ser uno de los fundadores de su sindicato (Sitrac), uno de sus dirigentes máximos y una referencia sindical en todo Córdoba.
Junto a figuras como Agustín Tosco, compartió protagonismo en el Cordobazo, profundos debates y también la prisión a manos de los dictadores Onganía y Levingston.
De formación autodidacta, escribió dos libros impresindibles: “Sitrac Sitram, del cordobazo al clasismo” y “Lecciones de Batalla: Gregorio Flores, una historia personal de los `70”. Libros escritos con humildad, capacidad crítica y la autoridad que confiere haber estado en la primera línea de trincheras en las décadas más conflictivas de la historia de los trabajadores argentinos.
Militante durante los 70 del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), durante la dictadura se refugió en el partido bonaerense de Hurlingham. Fue candidato a presidente por el Partido Obrero en 1983, organización con la que colaboraba activamente.
Nestor Kohan recuerda que a mediados de los 90, en la época de oro de los sindicalistas gordos y de su enriquecimiento obsceno a costa de los trabajadores, hubo un concilio de personalidades e intelectuales de la izquierda vernácula a la que asistió Flores; cuenta Kohan: “Al terminar la reunión, en el momento de la despedida, Goyo extrae de su bolsillo y reparte entre los asistentes unos papelitos. Allí ofrecía sus trabajos como peón albañil, su viejo oficio, por si alguien tenía algún arreglo que hacer en su vivienda”. Era el mismo que había dirigido a miles en una de las fábricas más importantes del país, era el mismo que había sido candidato a presidente.
Hay una frase que aparece un uno de sus libros y que, aún siendo muy simple, contiene una carga enorme al ser enunciada por una persona como Gregorio: “Luchamos por aquello en lo que creíamos, por eso no estoy arrepentido de nada”.
El cuerpo de Gregorio Flores fue velado el mismo jueves en el local del Partido Obrero de Catamarca 374 y en el día de hoy sus restos serán trasladados para su cremación al cementerio de Los Alamos, provincia de Córdoba.