Por Leonardo Candiano. Soldaditos de nadie. Jere, Mono y Patóm, crónica de una lucha, escrito colectivamente y editado por Puño y Letra, echa luz sobre el denominado “Triple Crimen de Villa Moreno” donde fueron asesinados los militantes sociales Jeremías Trasante, Claudio Suárez y Adrián Rodríguez. Historia de una masacre y de la incansable lucha por justicia.
Soldaditos de nadie (2013) es un libro editado por Puño y Letra y por el Movimiento 26 de junio en la ciudad de Rosario, lugar donde se perpetró el llamado “Triple Crimen de Villa Moreno” en el cual se centra el texto.
Allí se analizan los sucesos acaecidos el 1 de enero de 2012 cuando tres militantes sociales del M26-Frente Popular Darío Santillán, Jeremías Trasante (16 años), Claudio “Mono” Suárez (19 años) y Adrián “Patóm” Rodríguez (21 años), fueron asesinados por sicarios narcos en medio de una disputa entre bandas. Asimismo, el escrito da cuenta de la lucha desplegada con posterioridad por sus compañeros, familiares, amigos y vecinos; primero, para romper el cerco informativo y desarticular la versión de un presunto “ajuste de cuentas” que en un comienzo se pretendió instalar, segundo, por llegar a la verdad y llevar a juicio a los responsables de la masacre.
Soldaditos de nadie reconstruye, paso a paso, esta situación. Está escrito por periodistas, investigadores y compañeros de los asesinados. Consta de un conjunto de ensayos que podemos dividir en dos grandes secciones, una de índole histórica y analítica y otra que es una recopilación del material informativo publicado sobre el hecho. A esto lo anteceden una serie de prólogos y escritos que contextualizan lo acontecido aquel día y recuerdan a los jóvenes desde escenas cotidianas.
Carlos Del Frade en su artículo “Villa Moreno y los últimos cuarenta años de historia. La parábola del Trinche” enmarca social e históricamente el crimen y presenta conclusiones ligadas al vínculo entre políticos, policías, jueces y el narcotráfico. Su texto resulta un minucioso informe de los contactos entre fuerzas de seguridad y los sospechosos de haber llevado a cabo la matanza, y ofrece una descripción que recorre la transformación de la fisonomía de la ciudad de Rosario en las últimas cuatro décadas, de una urbe industrial, obrera, portuaria y ferroviaria, a otra ganada por bandas delictivas con altos contactos institucionales.
Jessica Venturi detalla en “Reflexiones sobre la justicia a partir de la masacre de Villa Moreno” el avance de la causa judicial y la lucha en las calles por justicia, las amenazas sufridas por testigos y familiares y el entramado que posibilitó el crimen por un lado y obstaculizó su investigación por el otro.
Continúa una entrevista a Enrique Font, miembro de la Comisión Investigadora Independiente conformada para analizar el caso, y cierra esta parte un texto de Nadia Fink titulado “Voces en el territorio”, donde se estudia el rol de los medios en la cobertura del hecho y se ahonda en la importancia que adquirió la comunicación popular y alternativa -así como el Movimiento 26 de junio- en la dilucidación de la verdad.
Fink da cuenta de cómo, mientras los diarios y grupos de noticias hegemónicos reproducían los inventos de los partes policiales, los medios alternativos investigaban, accedían a fuentes diversas de enorme validez testimonial y judicial, y realizaban su trabajo con seriedad, eficacia y celeridad. Al mismo tiempo, el M26 otorgaba visibilidad a la circunstancia en sí y a la trama social que la hizo posible a través de comunicados y movilizaciones, dando contención y organización a los vecinos y direccionalidad política al reclamo por justicia.
La segunda parte del libro, denominada “Testimonios”, recopila artículos publicados por medios tradicionales y alternativos, y reproduce los escritos que desde horas después de aquel fatídico 1 de enero fueron confeccionando diferentes organizaciones sociales y gremiales. Los textos, que son antecedidos por breves párrafos explicativos, permiten comprobar el accionar de los medios hegemónicos que señala Fink, así como el obligado cambio de perspectiva de los mismos luego de la intervención del M26 y de los medios populares. Un breve y sentido epílogo de Pedro Salinas cierra el libro.
Soldaditos de nadie declama una serie de conclusiones que no viene mal repetir aunque más no sea para quitarnos un poco de encima el polvillo del sentido común que nos ensucia las neuronas. Por ejemplo, que la justicia no es sólo jurídica -aunque se la busque también en ese campo- sino la construcción de un mundo sin desigualdad, que Jere, Mono y Patóm no estaban “en el lugar equivocado a la hora equivocada”, como sostuvieron quienes se apiadaron paternalmente de sus muertes, sino en su lugar en el mundo -la canchita de su barrio-, a la hora en que querían estar para festejar el nuevo año. Sus muertes, por lo tanto, no fueron producto de una fatalidad sino de un entramado mafioso que provocó sólo en Rosario 180 asesinatos durante 2012. El libro evidencia que la inseguridad es un problema social que abarca múltiples facetas y no solamente la represiva, multiplicada hasta el hartazgo por los medios hegemónicos y que genera mayor poder aun precisamente para sectores ligados a las mafias locales, como la policía.
De hecho, la comprobación que se presenta de la estrecha relación entre fuerzas de seguridad, funcionarios judiciales, integrantes del poder político y bandas delictivas no por conocida resulta menos sorprendente y atenta contra las nociones más vulgares y repetidas respecto del problema de la inseguridad en la Argentina. Este libro logra articular el complejo tejido que une los intereses de estos sectores. No hay, entonces, una “ausencia del Estado” que promueva una indefensión ciudadana en esta clase de situaciones, sino una presencia tan invisible como constante que es la que produce tal indefensión.
Discutir qué es la inseguridad, cómo “informan” los “periodistas serios” de los “grandes medios”, qué es el profesionalismo en el oficio periodístico, entre “profesionales” que no investigan ni chequean datos y medios populares que sí lo hacen, es otra arista que podemos destacar de Soldaditos de nadie.
Sus autores han dejado un testimonio indispensable no solamente para conocer con precisión el hecho, a sus víctimas y a sus victimarios, sino para dar cuenta a través de un caso particular de un conflicto que cruza dramáticamente a las barriadas populares de nuestro país, a la vez que evidencia el accionar policial y del establishment mediático, judicial y político. Soldaditos de nadie configura la verdad a partir de la voz de los sectores populares, haciendo hablar a los vencidos. Recupera, de este modo, la mejor tradición de nuestro periodismo.
Todo esto se abarca tras la masacre de la canchita de Oroño en la que le quitaron la vida a estos jóvenes que estaban dando sus primeros pasos en la construcción de un mundo nuevo, desde abajo y a la izquierda, nacido desde el barro y que carecía de soldaditos -ya sea de narcos o de otros jefes más civilizados-. Como sucede cuando llenan los cuerpos de militantes sociales con plomo, con las muertes de Jere, Mono y Patóm no se los ha enterrado, sino que se los sembró y multiplicó como verdaderos hijos de esta tierra. Este libro no es más que un brote de la lucha en la que estaban insertos.