Por Fernando Bercovich. Eduardo Fidanza, sociólogo y director de Poliarquía, tuvo una extensa charla con Marcha. En esta primera entrega habla de Cristina, de Scioli, y de la influencia que pueden llegar a tener los resultados de sus propias mediciones en la conducta de políticos y votantes.
Poliarquía es una de las consultoras de opinión pública que ha logrado mayor prestigio en los últimos tiempos por haber acertado los resultados de las últimas dos elecciones.
– ¿En qué medida pensás que las elecciones de octubre pueden condicionar al gobierno de cara a las presidenciales de 2015?
Diría dos cosas. Primero, hay un cambio, o la presunción de un cambio respecto a las elecciones. Hacia octubre o noviembre del año pasado comenzó una recuperación lenta de la imagen de la presidenta. Hacia febrero-marzo, uno podía pensar en una eventual victoria del kirchnerismo en las elecciones de octubre. Entonces hasta hace tres meses se podía pensar perfectamente que el gobierno nacional podía sacar una diferencia.
¿Qué sucede ahora? Hay una caída de la imagen del gobierno, de la evaluación de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), y estaríamos viendo (uso el condicional porque no tenemos mediciones de intención de voto que hoy sean confiables, tenemos sólo estimaciones) un descenso de la intención de voto, que si la fijábamos, para la provincia de Buenos Aires, en torno a un 40%, ahora hay que calcular por lo menos 5 puntos menos. Y eso equilibra las chances y acerca a este escenario al de 2009.
– ¿Y cuáles serían las consecuencias de una eventual derrota o victoria del kirchnerismo?
Como consecuencias de estas elecciones se pueden suponer dos escenarios: uno donde de acá a las elecciones volviera a haber una recuperación de la imagen del gobierno y así estar en condiciones de ganar las elecciones de medio término.
Yo creo que gane o pierda, en una perspectiva de pensar en 2015, no creo que haya una influencia muy grande en términos políticos. Porque acá había un elemento que se podía introducir para cambiar la cuestión. Esto era una eventual reforma de la Constitución con clausula de re-re elección. Toda la evidencia que nosotros acumulamos es que eso no puede ser. Si hubiera un triunfo espectacular del gobierno en octubre, esto sí puede dar lugar a una reforma. Pero esto no lo veo posible porque estamos en la probabilidad de una victoria ajustada del oficialismo o de una derrota. Lo que creo es que la presidenta entra en un ciclo o una fase final, que lejos del tono dramático, yo le digo “final administrativo”. Porque tiene que ver con el cumplimiento de su período con imposibilidad constitucional de acceder a uno nuevo. Creo que ahí lo que pasa es que se abre una etapa de lo que llamaríamos una transición donde se verá qué pasa.
Por eso, una evaluación del gobierno siempre es en relación con las intenciones que tenga. Si la presidenta se propone, como a veces parece, completar su mandato y decidir quién podría ser su sucesor, con toda la fuerza política que tiene, que no es poco importante, yo diría que a la luz de la experiencia como analistas de opinión, la verdad es que no está nada mal sacar entre un 30% y un 40% de votos. Pero esa fortaleza relativa se puede convertir en debilidad si lo que se quiere para adelante es permanecer luego de 2015.
– ¿Qué es y qué características tiene lo que llamás el núcleo duro kirchnerista?
No sólo yo, muchos colegas hablan de ese núcleo duro. Eso sale porque cuando uno analiza las encuestas, ve que hay un núcleo duro kirchnerista que siempre ronda el 30% y nunca es menos del 25%. Y ahí hay algo interesante que es conectarlo con lo que pasó en la década de 1990. Finalmente Menem se quedó con su núcleo duro del veintipico por ciento y no le alcanzó. Ahora bien, hoy el kirchnerismo tiene más que eso. A pesar de que en este momento observamos una caída importante de la imagen de la presidenta.
– ¿Ese núcleo duro votaría a Scioli si CFK decide que él sea su candidato, como es uno de los escenarios que vos planteás?
Eso no lo puedo saber. Vos ahora tenés ese núcelo duro pero también hay otro del justicialismo que en algún momento era de un 20%. Cualquier elección presidencial, sacando la de 2003, que fue anómala, lo mínimo que sacó el peronismo fue un 38% con Duhalde en 1999. En 2003, que fueron fragmentados, si sumás los 3 candidatos peronistas tenés el 60% de los votos. O sea que tenés al núcleo duro del kirchnerismo, tendrías que sumarle lo que llamaríamos el voto cautivo peronista.
¿Si poyarían a Scioli? Bueno, yo creo que si CFK y Scioli confluyeran, lo cual parece difícil, y sí, yo creo que lo más probable es que ese núcleo duro se conserve y se sume parte de la otra porción del peronismo del que hablábamos. Lo que hay que ver es qué compondrían Scioli y CFK. Lo que yo creo es que sería una remake de Néstor y Scioli. Hoy las combinaciones son tantas que es muy difícil estimar.
– ¿Cuánto pueden incidir las encuestas de imagen e intención de voto en la conducta final de los candidatos y de los votantes?
La experiencia de Poliarquía es que las encuestas nuestras suelen tener una influencia bastante grande sobre todo en los políticos. Nosotros hemos salido a decir cosas como que CFK ganaba en el 2005 por veintipico de puntos, que Néstor perdía por 5 puntos, y en general lo que uno recibe es que los que aparecen en los primeros lugares se sienten reforzados en sus chances, y los que aparecen últimos se sienten aún más disminuidos. En general igual creo que no influye demasiado. Por ejemplo, una fuerza que tiene 10%, que se sepa que tiene ese porcentaje dos meses antes no creo que le impida llegar a 25%.
– Pero quizás alguien que iba a votar una fuerza de menor envergadura comienza a especular con los resultados que ve en la encuesta y vota en función de ella.
Sí, eso puede pasar. Pero es una influencia que no puedo estimar. No voy a decir que no existe. Nosotros como hemos tenido la suerte de hacer pronósticos acertados, estos son recibidos por la clase política como impactantes, sean o no los resultados que esperan. En general a los que les damos buenas noticias nos quieren más y a los que no, no nos quieren nada. Pero creo que es difícil hacer retroceder a la política a una etapa pre-sondeo.
Cuando uno dice, buen, que no haya sondeo los últimos 60 días y sí, se puede, pero me parece que la tendencia es algo parecido a cómo influyen las redes sociales hoy en las manifestaciones populares o hasta en la realidad amorosa de la gente. Son cosas que no podemos evitar que sucedan, porque la tecnología amplía el campo de las posibilidades y yo creo que lo que sí tenemos que seguir ejerciendo es la crítica a un elemento que esta siempre pendiente, desde los principios de la democracia en Atenas, que es la manipulación, la explotación. Y esa discusión sí la podemos instalar, es decir, hacemos encuestas, entonces tenemos que ser técnicamente buenos, tenemos que negarnos totalmente a servir a los intereses de quienes nos contratan si esos intereses consisten en que manipulemos los resultados, o a que hagamos operaciones de prensa.