Por Marco Teruggi, desde Caracas*. Se va calentando la campaña electoral en Venezuela y ya se dejan ver las estrategias de uno y otro bando. Chavismo y oposición se encaminan a las primeras elecciones sin Chávez.
La mañana del 2 de abril amaneció recubierta de carteles. Todas las calles del centro, de los cerros, vestían sus paredes con la cara del candidato de la Revolución Bolivariana. En cada manzana estaba desplegado un “punto rojo”, un espacio que consistía de una carpa, donde doñas, señores, jóvenes repartían volantes, pasaban música, consignas, charlaban con todos los que por ahí pasaran.
Se inició oficialmente la campaña hacia el 14 de abril. Nicolás Maduro encabezó ese día un acto en Barinas, provincia natal del comandante Hugo Chávez. La respuesta popular fue la esperada: miles de personas colmaron el lugar, con carteles del hombre que seguía resonando en cada boca, en cada casa, con frases que se repetían hasta perderse a lo lejos: “Chávez te lo juro, mi voto es por Maduro”.
Pero la campaña había empezado varias semanas antes en manos del pueblo, de los movimientos populares, en cada encuentro internacional que ratificaba el apoyo de los gobiernos de izquierda y progresistas del continente. Desde el 9 de marzo, día en que se había anunciado la fecha del 14 de abril, todo se había puesto en movimiento.
Era el tránsito de la tristeza a la necesidad de la victoria, un sentimiento que fue creciendo lentamente en el pueblo chavista. Es que todos los días pasaban imágenes del comandante por televisión, hablando, cantando, ofreciendo poder, dignidad. Su presencia era del día hasta la noche en cada boca. Y dolía, siempre dolía pero la certeza de continuar con lo su legado iba empujando un viento de lucha.
La derecha por su parte profundizó su línea en torno a tres ejes: la incapacidad de Nicolás Maduro, los problemas económicos y la inseguridad. Pero sobre todo recrudecieron sus ataques apuntados a deslegitimar al Consejo Nacional Electoral, instalando un manto de sospecha con acusaciones directas sobre lo que serán los resultados del 14 de abril.
Es que todas las encuestadoras dan por ganador al hombre designado el pasado 8 de diciembre en cadena nacional. Afirman un máximo de 20 puntos de diferencia y un mínimo de 10. Hablan de un resultado irreversible. Pero todos saben que no se debe caer en el triunfalismo, lo sabe el Gobierno, los consejos comunales, los movimientos sociales de campesinos, trabajadores o juveniles.
La derecha sabe desde el 5 de marzo que su participación en las elecciones la conducirá a una nueva derrota. Por eso Capriles dudó en postularse. Por eso se habló incluso de que la oposición se retire de los comicios. Está dividida en su interior, tiene en claro que quién pierda el 14 quedará al margen de la escena política nacional. Que el hombre que perdió el 7 de octubre pasado fuera entonces nuevamente candidato, deja percibir la posibilidad de que le hayan quitado el respaldo conduciéndolo a no poder volver a disputar más la presidencia.
La campaña de la oposición es entonces de poca magnitud en las calles. Pero sigue profundizando el eje de retomar los símbolos del chavismo. Nombraron a su comando de campaña Simón Bolívar –oponiéndolo así al comando del Gobierno que lleva por nombre Hugo Chávez-, utilizan el logo del bicentenario y Capriles sigue vistiendo la gorra chavista, afirmando que en caso de ser presidente no quitará las Misiones Sociales.
Pero no es suficiente. Lo saben y por eso cada día que pasa siembran dudas y difamaciones sobre el sistema electoral y su transparencia. El chavismo sabe que debe ganar con la máxima cantidad de puntos de ventaja, quiere llegar a los 10 millones de votos que le habían prometido a Hugo Chávez el 7 de octubre pasado.
Todo está ya en marcha, a nivel nacional e internacional. Capriles suma apoyos de Álvaro Uribe, del gobierno de los Estados Unidos, del golpista Federico Franco quién afirmó el mismo 2 de abril que “alguna vez la historia va a reconocer a Paraguay como el país que pudo contener y derrotar el eje bolivariano en su expansión latinoamericana”.
Maduro recibió apoyo de organizaciones populares de toda América Latina. La Articulación de Movimientos Sociales hacia el Alba realizó actividades en cada país, demostrando que la Revolución Bolivariana es el horizonte emancipador de los pueblos del sur. Que debe ser defendida una vez más.
El 14 de abril ya aparece cercano, será el paso que ofrecerá la tranquilidad de saber al chavismo continuando al mando del gobierno, el paso que abrirá una nueva etapa en la transición al Socialismo del Siglo XXI. Ahora sin el hombre que condujo el proceso emancipador en marcha desde 1998, el hombre que en uno de sus últimos discursos había dicho, claro y fuerte: “Comunas o nada”.
* autor del blog http://americasurrealista.blogspot.com/