Por Marco Teruggi, desde Caracas*. La jornada electoral en Venezuela se realizó en paz y con transparencia. Terminó con una victoria ajustada de Nicolás Maduro pero con el desconocimiento del resultado por parte de la oposición.
El día comenzó a las 3 de la mañana con el toque de Diana, fuegos artificiales y cañones. Toda Venezuela amanecía en su domingo de elecciones, una fecha esperada desde hacía un mes cuando Nicolás Maduro, el hombre elegido por Hugo Chávez, había anunciado su candidatura para la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
Ya pasada la medianoche se habían comenzado a formar colas en los centros electorales. Los barrios trepados a los cerros estaban en movimiento, toda Caracas se movía con ánimos de victoria, canto y revolución. Las motos se movían de lado a lado, las escuelas donde se votaría veían acercarse doñas, jóvenes y ancianos esperando por la hora de apertura.
A las 6 las puertas se abrieron y comenzó la votación. Se puso nuevamente en marcha el sistema electoral más moderno del continente y del mundo. Las personas salían con su meñique pintado de violeta, la marca dejada luego de haber puesto la boleta en la urna y haber ingresado su voto en el mecanismo electrónico.
La mañana fue creciendo y las filas seguían bajo el sol y veloces, el sistema hacía que cada voto solo durara unos breves minutos. Pero la sensación que recorría las calles era de tormenta contenida. Se sabía que el candidato opositor, Capriles Radonski, podría buscar desconocer los resultados. Lo había dicho el Gobierno Nacional a través de Jorge Rodríguez, el jefe del Comando de Campaña Hugo Chávez y el mismo Nicolás Maduro.
Se sabía también llegado el mediodía que la abstención era mayor de lo que se pensaba. Capriles dio un discurso a las 13h30. En sus palabras resonó la estrategia que venían llevando desde el inicio de la campaña: acusar al Consejo Nacional Electoral de falta de transparencia y cuestionar su confiabilidad. Al finalizar llamó a votar “en avalancha”.
Nicolás Maduro habló a las 15h. Sus palabras fueron en calma, llamando a acudir a las urnas a los trabajadores, las mujeres, los jóvenes de los barrios, de las universidades. Llamó a continuar con el sueño iniciado por el Comandante Hugo Chávez hace 14 años, a caminar hacia el socialismo con paz, democracia y en la construcción entre el gobierno y el pueblo organizado.
Ya a las 17h los ánimos fueron creciendo en alegría, se comenzó a hablar de 10 puntos de diferencia a favor del candidato de la Revolución Bolivariana contra el candidato anti-chavista. Pocos minutos antes de las seis de la tarde iban pasando algunos camiones con parlantes inundando los barrios de Petare o de Catia con “Chávez corazón del pueblo” y “Viviremos y venceremos”.
Pero la tormenta seguía amenazando. A las 18h45 se supo que las cuentas de twitter de Nicolás Mauro, del Partido Socialista Unido de Venezuela y de Telesur habían sido hackeadas. También se registraban incidentes aislados en algunos centros de votación y algunas zonas de Caracas. Un camarógrafo de la televisora comunitaria Barrio Tv había recibido una bala en el hombro en el barrio el Valle. A través de los canales de la oposición como el canal Globovisión se realizaban llamados a la violencia, Capriles mandaba twitts denunciando que se estaba por hacer fraude.
Sin embargo el pueblo chavista estaba en movimiento, comenzaba a ir a la Plaza Bolívar, a subir al Cuartel de la Montaña donde Nicolás Maduro esperaba los resultados, donde el Comandante miraba Caracas desde lo alto de su historia. A las 19h55 el comando de campaña Hugo Chávez anunciaba la alta participación en las elecciones y llamando a defender las elecciones en las calles y movilizarse al Palacio de Miraflores a esperar los resultados definitivos.
La noche se fue adentrando y la Avenida Urdaneta, que rodea el Palacio de Gobierno, se fue colmando de cuerpos abrazados en banderas de ocho estrellas, gorras azules amarillas y rojas, bombos, cohetes, cantos claros y enteros: “Majunche, majunche, en el cielo manda Chávez y en la tierra Nicolás”.
El pueblo chavista ya desbordaba las calles, seguía las órdenes del Comando de Campaña Hugo Chávez. Pero los resultados no llegaban y los rumores crecían, se barajaban números cada vez más bajos a favor de Nicolás Maduro. La derecha había dado una rueda de prensa y negaba que el “candidato de la patria” estuviera ganando. Todo pasaba al galope salvo los resultados que no llegaban.
Hasta que a las 23h15, Tibisay Lucena, directora del Consejo Nacional Electoral se dirigió al país. Anunció la victoria de Maduro sobre Capriles pero con un número inesperado: 50,66% contra 49,07%, menos de dos puntos de diferencia, había votado 78% del electorado. Un viento frío se mezcló con la alegría.
A los pocos minutos el candidato electo se dirigió a la multitud desde el Balcón del Pueblo en el Palacio de Miraflores. Vistiendo una campera tricolor, bajo un cielo oscuro y estrellado tomó la palabra. Ante él estaba un pueblo que buscaba su palabra, se miraba, buscaba. Afirmó que no haría un pacto de élites como le había propuesto Capriles, que defendería la paz y que el poder popular sería la fórmula para rectificar los errores. Llamó a la madurez ante la respuesta de un sector de la derecha que no reconocería su derrota, afirmó que el Gobierno Nacional estaba de pie para enfrentar cualquier intento de Golpe de Estado con la Constitución en mano. Llamó al pueblo a tomar las calles hasta el 19, día que en asumirá su mandato.
Solo pasaron 10 minutos y Capriles realizó una rueda de prensa. Sus primeras palabras, dirigiéndose al candidato electo, fueron: “Usted es el derrotado, no reconocemos los resultados hasta que no sean revisados uno por uno”. Afirmó que tenían un resultado distinto, que los números le daban ganador y dijo: “Usted elija por qué puerta se va a ir”. La tormenta se abría sobre la tierra, tenía nombre, respaldo internacional y el proyecto restaurador.
La noche se hizo más noche, pero en cada esquina de los barrios, en cada reunión en la vereda resonaba una certeza: “No volverán”. El pueblo chavista apretaba los puños, la victoria electoral debía ser defendida y el Plan de la Patria debía ser llevado adelante. Empezaba el día antes de que salga el sol, la Revolución Bolivariana había ganado las elecciones y ahora la tarea era no dejar un espacio para que la derecha generara un proceso de desestabilización. El poder popular organizado en consejos comunales, movimientos campesinos, obreros o juveniles comenzó a latir en las entrañas de la historia.
* Autor del blog http://americasurrealista.blogspot.com/