Por Santiago Mayor. Primera parte de la entrevista realizada a Rosana Alvarado, militante feminista y vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador. Sus comienzos en la militancia, su participación en la Asamblea Constituyente y las diferencias que mantiene con el presidente Correa en torno a temas como el aborto y el matrimonio igualitario.
Rosana Alvarado nació en 1977 en la provincia de Cuenca, Ecuador. Desde la militancia estudiantil y feminista se sumó al movimiento Alianza PAÍS, liderado por el actual presidente de Ecuador, Rafael Correa. Ya recibida de abogada y comunicadora social fue elegida para formar parte de la Asamblea Constituyente de 2008 que reformó la Carta Magna ecuatoriana y actualmente es vicepresidenta de la Asamblea Nacional.
En esta primera parte de la entrevista exclusiva* que dio para Marcha, Alvarado hace un repaso por sus comienzos en la militancia y el proceso impulsado por el presidente Correa. También habla de su participación en la Asamblea Constituyente y de la actuación de Chevron en su país. Finalmente se explaya en sus posiciones respecto al aborto y el matrimonio igualitario, cuestiones en las que difiere con Correa y otros miembros de su movimiento.
– ¿Cómo y dónde comenzaste tu militancia política? ¿Qué fue lo que te motivó a incorporarte al movimiento Alianza PAÍS y a acompañar al presidente Rafael Correa?
– En el colegio y después en la universidad, participé activamente en la dirigencia estudiantil. Me mantuve cerca de organizaciones y movimientos sociales que cuestionaron e interpelaron la forma de gobierno que se implementaba en el Ecuador. En ese momento escuché a Rafael Correa que renunciaba a su cargo de ministro de Finanzas apenas 100 días después de haber sido designado. Correa, al renunciar, denunciaba la falta de compromiso de los gobiernos sucesivos con las causas soberanas y populares, impugnaba un modelo económico que era el causante de tanta pobreza y exclusión. Correa renunciaba al ministerio y renunciaba también al silencio: todo el Ecuador iba a escucharle y a reconocer en él a un outsider capaz de enfrentarse y ganarle al sistema.
Pude escuchar a Correa en sus informes y ser parte de las primeras reuniones que se hicieron en Cuenca, mi ciudad, para apoyarle. Después de su triunfo como presidente de la República, venía el cumplimiento de su principal propuesta de campaña: la realización de una Asamblea Constituyente de plenos poderes.
– Vos fuiste miembro de la Asamblea Constituyente que modificó la carta magna ecuatoriana y significó un punto de inflexión en la historia social y política del país. ¿Cuáles fueron para vos los principales cambios impulsados por la Revolución Ciudadana?
– Hasta antes de la Asamblea Constituyente el Ecuador había estado sometido a políticas para beneficiar intereses de grupos de poder y de organismos internacionales. La Constituyente significó la recuperación del Estado, la recuperación de la Patria que había sido entregada, la vuelta de la soberanía, de la dignidad, de los derechos… Habíamos dicho “vamos a disputar todo con los enemigos del pueblo, vamos a refundar este país” y nos planteamos los ejes de nuestra Revolución: política, económica, social, ética y por la soberanía.
– Hace algunos meses circuló en las redes sociales un video de una de tus intervenciones en la Asamblea Nacional en la cual defendías el derecho al aborto y cuestionabas fuertemente a aquellos asambleístas que convocaban a legislar en nombre de su fe. ¿Cómo se está llevando adelante en Ecuador la lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad de género? ¿Existe la posibilidad de avanzar en la conquista de derechos como la despenalización del aborto o el matrimonio igualitario?
– Soy una feminista convencida y siempre buscare más derechos en el camino a la igualdad real entre hombres y mujeres, pero al mismo tiempo soy incapaz de exigir la política del todo o nada. Este proceso político del Ecuador está transformando el país en favor de las inmensas mayorías y esa para mí es la razón de mi defensa y profunda adhesión a este gobierno.
Claro que quiero más derechos, más libertades para las mujeres, quiero que la historia, el Estado, la iglesia, la ley, le devuelvan a la mujer todo lo que le negaron cuando la veían como menos o como incapaz. Yo seguiré disputando esos derechos y esos espacios, a veces, en contra de tesis conservadoras que también están dentro de mi movimiento. La historia nos demuestra que las leyes son superadas por la realidad y eso es fundamental cuando se trata de sincerar los discursos políticos y sociales.
En la Asamblea Constituyente de Montecristi en el año 2008 el debate en torno al derecho a la vida y al aborto no podía sacrificar todo lo que estaba en juego: la recuperación del Estado, las políticas económicas, la seguridad social universal, la soberanía alimentaria, energética y territorial, el Estado laico, los derechos colectivos o la transformación de la justicia. Para llegar a concretar todos esos temas estamos en la política y por eso hay que superar temas puntuales, sin sacrificarlos pero sin dejar que eso derive en la política del todo o nada. Espero que pronto llegue el día de la emancipación absoluta de las mujeres.
– Considerando que el presidente Correa ha declarado que él es un católico convencido y se opone al matrimonio entre personas del mismo género y al aborto ¿Cómo se da la pelea por estos derechos dentro del proceso de cambio? ¿Crees que es posible lograr en el corto plazo la sanción de leyes que avancen en este sentido?
– Esos temas: aborto, matrimonio igualitario, eutanasia son algunos temas sobre los cuales yo mantengo tesis contrarias al punto de vista del presidente Correa. No es fácil manejar el desacuerdo, pero es fundamental mantener la perspectiva del inmenso proyecto político que tenemos encima. Ahora mismo, se está dando un fuerte debate en torno a la aprobación del nuevo código penal en el Ecuador y no ha sido posible avanzar lo relacionado a la despenalización del aborto. Si esa fuera mi única bandera, estaría en el proyecto equivocado. La Revolución Ciudadana es más, mucho más que un tema puntual, por fuerte y significativo que resulte ese tema. Seguiré militando por esa causa y por todas las del feminismo, pero también reconoceré que no puede ser un sólo tema el que defina mi participación política y mi militancia más convencida.
– Argentina firmó hace algunos meses un acuerdo de explotación de hidrocarburos con la multinacional Chevron. El mismo se logró luego de que la Corte Suprema de Justicia anulara el embargo que pesaba sobre la petrolera por la demanda presentada en Ecuador ante la contaminación que esta empresa provocó en la Amazonia. Aunque varios movimientos sociales y organizaciones indígenas protestaron, el convenio se llevó a cabo ¿Qué consejo tenés para darle al pueblo argentino a partir del conocimiento que tienen en Ecuador respecto a las consecuencias ambientales que ha generado esta empresa?
– No vamos a callar la tragedia ocasionada por Chevron al Ecuador. No vamos a detenernos un sólo día denunciando “La mano sucia” de Chevron en el Ecuador y todas sus trampas y mañas en perjuicio del Estado ecuatoriano. No dejamos de mencionar el criterio que tenemos sobre Chevron y sus prácticas, pero al mismo tiempo, tenemos que ser conscientes de lo que enfrenta Argentina y las decisiones que en su soberanía pueda y deba tomar. Seguiremos denunciando a Chevron conscientes de todas las precauciones y previsiones que el gobierno argentino deba tomar en función de precautelar sus intereses.
Seguramente, encendimos una voz de alarma a nivel internacional para que todas las naciones tengan claro los riesgos y peligros de las empresas transnacionales para que a partir de lo sucedido en el Ecuador, exista mayor rigurosidad del estado frente a estas empresas y sus prácticas.
* Agradecemos especialmente a Gabriela Gurvich y Mehmet Dogan por facilitar la posibilidad de esta entrevista.
@SantiMayor