Por Judith Cruz, desde Ecuador. Rafael Correa fue electo presidente de Ecuador por segunda vez. El protagonismo de las organizaciones sociales y un diálogo con el oficialismo que apenas comienza.
Mashi, como llaman los ecuatorianos al reelecto presidente Rafael Correa, arrasó con más del 50% de los votos, resultado con el que obtendría 90 de las 137 bancas de la Asamblea Nacional y cuatro años, a partir de mayo, para profundizar un proceso incipiente de transformación social en Ecuador. Las organizaciones sociales desde adentro y desde afuera del oficialismo aportan sus voces a un diálogo que recién empieza.
Terribles políticas neoliberales golpearon al pueblo ecuatoriano durante veinte años, uno de sus mayores exponentes fue León Febrescordero y sus prácticas fascistas, alineadas a las dictaduras latinoamericanas y vinculadas con la USAID, profundizaron la criminalización y persecución de las resistencias populares. Una muestra de los resultados de estas recetas impuestas por el imperialismo es el feriado bancario del 8 de marzo de 1999, doloroso día en que Ecuador despertó con un congelamiento de depósitos con el fin de un salvataje bancario, duró dos días pero el dinero de los trabajadores quedó retenido en los bancos.
Nadie, ni siquiera los jubilados y pensionados, pudo cobrar ni sacar dinero de sus cuentas. Con el sistema de salud pública privatizada y una inflación en alza que eliminó la moneda nacional e impuso la dolarización, sobrevivir se transformó en un desafío cotidiano para miles de ecuatorianos y ecuatorianas.
El correismo, como exponente local de los procesos progresistas que comenzaron a irrumpir en América Latina, abrió un potencial proceso de transformación política social en el país, imposible de pensarse, elaborarse y profundizarse sin la participación de las verdaderas fuerzas populares expresadas en una amplio abanico de organizaciones sociales por fuera, cercanas o dentro de la expresión oficialista.
Mashi, voz quichua que en Ecuador significa amigo o compañero que lidera, representa, según Edgar Sarango, secretario general de la Confederación de Trabajadores Ecuatorianos (CTE), un proyecto en puja que debe profundizarse con la “participación de los trabajadores”, que son quienes tienen que aportar a este proceso que goza de aceptación popular. En diálogo con Marcha, Sarango afirmó que “al movimiento sindical, al obrero, le corresponde la parte más importante para poder darle a este proceso lo que nosotros queremos, las características de un gobierno de izquierda. Si nosotros no nos involucramos esto no va a suceder”.
Desde los años 90 el movimiento sindical fue desmantelado y recién ahora se puede decir que está en un momento de recuperación. Sarango considera que como trabajadores es el momento para involucrarse y para ir dándole otra tónica a la revolución ciudadana: “No sólo participar del proceso electoral sino ir con propuestas y proyectos que produzcan cambios sustanciales cualitativos y cuantitativos a nivel nacional. No podemos esperar que por decreto ejecutivo o por una simple voluntad de tal o cual ministerio se vayan a ejecutar algunas obras. Estos procesos se van a enraizar en tanto y en cuanto el pueblo ecuatoriano, los trabajadores nos involucremos en el mismo”
La CTE no participó en el proceso electoral como parte de ninguna lista, pero sí lo hizo la Red de Trabajadores de la Energía Eléctrica del Ecuador (ENLACE), quien postuló a un candidato para la Asamblea Nacional por la lista oficial, Marcelo Solorzano, que fue electo asambleísta alterno. Según Edgar Sarango, durante el proceso electoral vieron que el pueblo se siente “respaldado por el presidente y esto es importante porque ves que la gente se involucra y hay otra actitud en ella. El Presidente ha hecho mucho por el país, aunque no es todo lo que queremos como ecuatorianos y lo que falta nos corresponde a nosotros los trabajadores”.
Por otro lado, Leandro Aules, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN), habló con Marcha e hizo hincapié en la importancia del rol de las organizaciones sociales de vigilar este proceso. “Estaremos expectantes como organización nacional, y para que se responda a nuestros requerimientos como pueblo ecuatoriano, nosotros vamos a ser críticos” sostuvo.
La FENOCIN participó del proceso electoral, pero no en la lista 35 que postuló a Rafael Correa a nivel nacional sino a través del Partido Avanza que postuló asambleístas a nivel nacional y provincial mientras llamaba a votar a la dupla Correa-Glass para el Ejecutivo Nacional. “La confianza que los ecuatorianos y ecuatorianas le depositamos a través del voto lo obliga a responder a nuestra necesidad, hay muchas cosas que están pendientes en el país” definió Aules.
La FENOCIN pertenece a la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) a nivel continental y Vía Campesina a nivel mundial, que reúne a organizaciones populares de nuestro continente. Participaron en el proceso de desarrollo de la Ley de Reforma Agraria y en la campaña “500 años de Resistencia Indígena y Popular”, en la producción de la Ley de Desarrollo Agrario y en el Decenio de los Pueblos Indígenas.
Desde ese lugar Aules explica que ellos “quieren hablar de la Ley de agua, Ley de tierra, la profundización de la soberanía alimentaria, la economía solidaria, y que el proceso correista debe responder en ese sentido”. Agregó además que tienen “confianza en que Mashi seguirá trabajando para los más desprotegidos, como nosotros en el campo donde todavía tenemos muchas necesidades y estamos a la expectativa de que responda a las necesidades que requieren las organizaciones sociales”.
Maria Quishpe, del Movimiento Nacional Mujeres por la Vida, recuerda la lucha que significaron los planteos que realizaron para la reforma de la constitución y, en diálogo con Marcha, definió que “el movimiento de mujeres del Ecuador ha planteado muchas cosas relacionadas sobre todo con los derechos sexuales y reproductivos. Después de que se validó a través de la Constituyente Nacional hay una serie de avances, pero como desafío nos toca que se afiancen las políticas públicas”.
Mujeres por la vida participó de la lista oficial Alianza Patria Altiva Soberana, con dos postulaciones para asambleístas provinciales, Adriana de la Cruz Gaspar y Celia Jaigua, aunque aún no se han dado los resultados de sus postulaciones ya que todavía no se terminó de contabilizar los votos.
Como agenda de trabajo y en términos de afianzar las políticas públicas hacia las mujeres, Quishpe asegura que hay que apuntar “a la disminución del embarazo adolescente y sobre todo detener la cantidad de muertes de jovencitas que se produce al abortar en lugares clandestinos, precisamente por no contar con la información adecuada”. Como agenda para estos cuatro años proponen trabajar la ley de seguridad social para las amas de casa, profundizar el debate sobre economía social y solidaria, y comenta que “la mayoría de las mujeres se plantean diferentes estrategias para sobrevivir”. Otro tema pendiente es el acceso a una vivienda digna de calidad y calidez, según Maria “la mayoría de las mujeres sobre todo de los lugares urbanos marginales viven en condiciones malas, de pésima calidad”.
Como desafío hacía adentro del movimiento de mujeres se plantean mayor participación política ya que si bien durante las elecciones la mayoría de los partidos cumplieron con el cupo femenino, sin embargo no son todas electas y el 50-50 nunca aparece. Desde su espacio, Maria Quishpe propone que “en los cargos públicos se avance a darnos la posibilidad a las mujeres, que estemos en las misma condiciones de participación y toma de dediciones”.
Por su parte, Paul Almeida, de la Juventud Comunista del Ecuador (JCE), aporta una mirada distinta como parte de un desafío colectivo para el pueblo de Ecuador: “Todos los sectores tenemos la tarea de incrementar la participación ciudadana, que es la base de la construcción del poder popular para la construcción de un Estado de nuevo tipo, los jóvenes tenemos la tarea de reconstruir el estado burgués para construir un estado mucho más popular en el cual los representantes, los asambleístas y hasta el Presidente no sean sino los ejecutores del mandato popular”.