Por Diego Fina. El conjunto dirigido por Guillermo Barros Schelotto obtuvo el certamen internacional tras vencer en la final a Ponte Preta con autoridad en el duelo de vuelta por 2 a 0. Los goles los anotaron Víctor Ayala e Ismael Blanco, la figura del encuentro.
En cuestión de merecimientos no queda dudas que Lanús fue el justo ganador de la Sudamericana. Porque en todos los estadios intentó jugar un fútbol ofensivo, de ataque, tomando riesgos y sin especular. Y la final no sería la excepción para vencer a los brasileños sin sobresaltos en un encuentro sin similitudes dentro de la cancha que en la primera etapa ya parecía estar terminado. En la ida habían empatado 1 a 1 por lo que se definía todo en Argentina.
Luego de un impresionante recibimiento con papelitos y fuegos artificiales, la pelota empezó a rodar. De entrada un remate de Felipe Bastos se fue cerca del arco defendido por Agustín Marchesín. Posteriormente Santiago Silva respondía con un cabezazo desviado por arriba del travesaño tras un buen centro de Carlos Araujo. Luego no sucedió demasiado, con los visitantes aplicados en la marca, presionando y sin dejar huecos. Pero de a poco los locales fueron inclinando la cancha, empezando a encontrar los espacios y las situaciones de gol: remate de Ayala de afuera del área, frentazo de Carlos Izquierdoz y disparo cruzado de Blanco a los 20, 21 y 23 minutos respectivamente.
La llegada del gol era cuestión de tiempo y tras un veloz contraataque Ayala sólo tuvo que empujarla de frente al arco tras un centro rasante de Blanco. Lanús explotaba su poder ofensivo, era directo y golpeaba primero, algo que encaminaría la contienda a su favor. Y como si fuera poco, en la última pelota de la primera etapa Blanco se aprovechó de un rebote en el arquero tras un cabezazo de Silva para poner las cosas 2 a 0 e irse al vestuario con más tranquilidad.
En el complemento y pese a un planteo más arriesgado Ponte Preta nunca fue capaz de vulnerar la defensa Granate, que esperó bien parado para salir de contra. Los brasileños buscaron pero no tuvieron ideas ni profundidad ante un Lanús con un sólido juego colectivo y buenas actuaciones individuales, como las de Blanco, Silva, Ayala, Benítez e Izquierdoz. Recién a los 64 minutos Marquesín le tapó una situación de peligro a Ferrugem, en lo que fue la única llegada de la visita. Luego el local pudo ampliar la diferencia con un remate de cabeza de Blanco y un disparo de Diego González a poco del final, donde respondió bien Roberto Tigrao. Llegó el final, la explosión de la gente y el festejo de los jugadores.
Un mérito enorme le corresponde a su entrenador Guillermo Barros Schelotto, a quien se lo vio muy emocionado al finalizar el encuentro y no pudo realizar declaraciones. Por su parte su hermano Gustavo se mostró tranquilo y satisfecho: “Es importante por el campeonato que venimos haciendo. Era el momento para concretar todo en un título. Estamos contentos porque sabemos lo que nos costó y porque apostamos por un fútbol con riesgo. Ahora vamos a festejar y desde el viernes pensar en el partido con Newell’s”.
El premio para un club serio en todos los planos, que en base a la continuidad de un proyecto y una idea de juego auspiciosa brinda con una Copa a fin de año y además sueña con quedarse con el Torneo Incial, donde llega con posibilidades a la última fecha. Salud campeón.