Segunda parte de la entrevista realizada por Marcha, en La Habana, a Marco León Calarcá uno de los negociadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en los recientes diálogos entre el gobierno de Colombia y el grupo insurgente.
¿Cuánto obstaculiza el rechazo del gobierno a aceptar un cese al fuego durante el proceso de negociación?
– Eso demuestra una lógica perversa: nosotros decimos que si vamos a llegar al cese al fuego en unos meses, ¿por qué no lo hacemos ahora? Y así nos evitamos muertos, heridos, es decir nos evitamos los sufrimientos de la guerra. Si estamos trabajando con verdadera voluntad política para acabar con la guerra, ¿por qué no lo hacemos de una vez? El problema es que ahí se muestra si hay o no voluntad, dicen que las FARC están débiles, que utilizamos el diálogo para fortalecernos y por eso no hay una tregua, pero la verdad es que la experiencia nos ha dicho que eso no es positivo porque siempre han puesto como pretexto acciones de guerra para romper los diálogos, eso pasó en los tres procesos anteriores. Es una lógica perversa porque entonces está bien que el gobierno golpee a las FARC pero no está bien que las FARC golpeen a las fuerzas militares del gobierno, entonces seguir pretendiendo que ellos desde la institucionalidad tienen el derecho a matar al pueblo y que éste no puede defenderse nos lleva a muchos años atrás, eso ya pasó.
Y ¿cuál es la razón de fondo por la cual el gobierno decide continuar la vía militarista?
– Por sus compromisos militares, y porque hay sectores fuertes que no le permitirían el cese al fuego, entonces buscan otro tipo de explicaciones pero en realidad es por incapacidad política.
De la Calle también planteó que “las FARC tienen que darle la cara a sus víctimas…”
– No es posible que un país condenado por diferentes cortes internacionales por violación a los derechos humanos esté planteando ahora que las víctimas son los victimarios. En la Mesa vamos a abordar la búsqueda de la verdad para la reparación de las víctimas, pero no quiere decir que son sólo las victimas de nosotros; nunca las FARC han planificado un operativo para agredir a población civil, seguramente el desarrollo de la guerra nos ha llevado a cometer errores y eso habrá que analizarlo y reconocerlo en su momento, pero no es precisamente las FARC la responsable de los millones de desaparecidos, de los millones de muertos, de los millones de desplazados, de los centenares de exiliados, en fin de toda esta barbarie que ha sufrido el país. No es la FARC la responsable de todo eso, entonces ese tipo de imprecisiones le permiten a uno ver que hay que preparase muy a fondo si de verdad queremos abordar los problemas del país con realismo.
Uno de elementos distintivos en este nuevo proceso de paz es el fuerte y masivo reclamo de la participación de la sociedad civil, de los movimientos populares y organismos de derechos humanos, de las comunidades campesinas e indígenas afectadas por la guerra. ¿Qué chances reales hay de que puedan escucharse sus voces, sus aportes y propuestas?
– Hay unos mecanismos para que presenten las propuestas, incluso para que algunos vengan y las sustenten. Justamente una de las razones por la que el gobierno no permitió la realización de los diálogos en Colombia, argumentando cualquier cosa, es fundamentalmente eso: quieren aislar a las FARC del pueblo, mucha de la operatividad militar está basada en eso mismo. Pensaron que viniendo a La Habana, a la isla de Cuba, íbamos a quedar aislados. Pero se equivocan: hay múltiples maneras para que llegue a la Mesa la participación popular, la gran cantidad de eventos que se deben producir en el país para recoger las opiniones, los sentires y los quereres de los colombianos y las colombianas. Y para nosotros será un gran insumo para la discusión, argumento y refuerzo para nuestros propios planteamientos. Ese es nuestro compromiso.
Confiamos en unir nuestras fuerzas a las fuerzas del movimiento popular desarmado y lograr encauzar no sólo los diálogos sino el país hacia una situación diferente que nos permita iniciar la construcción de la paz con justicia social, con soberanía, con dignidad.
¿Cuáles podrían ser las claves para evitar que se repitan los fracasos de los diálogos anteriores?
– No tenemos la varita mágica, siempre en estos procesos son dos partes y nunca sabremos cuándo de verdad se le acaba la voluntad política o el rédito político que le están dando los diálogos y decidir terminarlos. Siempre pretextaron cualquier acción de guerra para patear la mesa, entonces pues no sabemos, confiamos en la fuerza de la movilización popular para construir escenarios diferentes para el país.
¿Está contemplado en la agenda el tema de los presos políticos?
– Sí, es una necesidad, hay que discutirlo. Y pensamos ir más allá: tienen que reconocer la categoría de los prisioneros políticos, ¿por qué los nuestros son prisioneros y los de ellos son secuestrados? ¿Cuál es el mecanismo que permite que haya un doble rasero, un doble calificativo para una misma acción? y ni siquiera de una misma acción, porque la mayoría de los guerrilleros que están presos fue porque salieron a una ciudad a un tratamiento de salud o algo así y no les reconocen ningún trato, y los prisioneros que les hacemos a ellos son todos rendidos en el combate.
Entonces, ¿cuál es el mecanismo que permite por ejemplo que cuando las fuerzas nuestras atacan al enemigo el titular es “las FARC asesinan a dos policías” pero cuando las fuerzas enemigas nos atacan y mueren compañeras y compañeros nuestros entonces son sencillamente “guerrilleros dados de baja”? Y así van imponiendo esas matrices de opinión.
El primer punto de debate será el desarrollo agrario integral, ¿cuáles serán sus principales planteamientos?
– Nosotros somos claros, decimos que debe tenerse en cuenta el concepto de tierra, de territorio, de soberanía alimentaria… No se trata de entregarle a cada uno un pedacito de tierra, estamos claros que estos temas tienen vinculación con todas las políticas económicas y por eso decimos que tiene que tocar el modelo económico porque sino ¿cómo se van a hacer cambios?
Nosotros nos oponemos a toda esa política económica extractiva, toda la política minero energética y todo lo que tiene que ver con los megaproyectos. Y eso necesariamente se refleja en la distribución de la tierra. Es que no es solamente la distribución de la tierra sino para qué sirve la tierra y a beneficio de quién, y ahora todo lo que ellos están haciendo y pretenden hacer es la tierra para beneficio de las transnacionales.
¿Cómo han incidido y cómo pueden jugar en el proceso de paz los procesos de integración en América Latina y la etapa política que atraviesa el continente?
En las FARC hemos considerado los aires de cambio, los aires de revolucionario que soplan en Nuestra América como un factor importante, positivo, que influye benéficamente en este proceso, es un factor que ayuda. En algunas partes más, en otras menos, es evidente que hay un desarrollo con beneficios populares, entonces eso necesariamente tiene que convertirse en un influjo positivo para los diálogos.
¿Qué puede aportar en particular el gobierno de Venezuela?
– Ha venido aportando mucho al proceso y en todos los documentos hemos reiterado el agradecimiento a la República Bolivariana de Venezuela, ahora definimos el rol de acompañante para Venezuela y Chile, y ambos se comprometieron a estar dispuestos a ayudar en lo que la Mesa necesite.
Y ¿cuál es el rol de Cuba?
– Cuba y Noruega tienen el rol de “garantes”. En esencia es lo mismo pero están más cerca porque tienen presencia física en la Mesa y han estado durante todo el periodo exploratorio, pero en esencia es lo mismo: estar dispuestos a ayudar en lo que la Mesa les solicite.
Por último, ¿cuál es la principal autocrítica que hacen desde las FARC de cara a este nuevo período?
– La principal autocrítica que nosotros nos hacemos es no haber logrado nuestro objetivo revolucionario: no haber logrado todavía tomar el poder. Seguimos en eso. Y como la mejor forma de asumir la autocrítica es en la práctica, pues seguimos luchando por la toma del poder. Que no se piensen que el diálogo es una entrega: el diálogo es un camino un poco más largo pero más tranquilo para seguir luchando por los objetivos revolucionarios.