Por Matías L. Marra. Mirar televisión ya no es una acción frente a la pantalla del televisor. Así pudimos ver el estreno de la segunda temporada de Girls, serie que viene de ganar dos Golden Globe.
Cuando mencioné a mis amigos que había vuelto a mirar televisión, se extrañaron. Aclaré que estaba viendo Girls y la respuesta me llamó la atención. Todos la miraban. Pero me dicen mirar series, no televisión.
En realidad por supuesto que están mirando televisión. La diferencia es que ha cambiado la forma de expectación y no el lenguaje estrictamente. Quienes teorizan desde fines de la década de 1990 el fin de la televisión, concluyen que puede que haya una muerte efectiva del televisor como objeto y no del lenguaje televisivo. Sin embargo, con el lanzamiento de la televisión HD esto es relativo, en tanto los nuevos televisores, que ni siquiera son compatibles con la relación de aspecto de los canales (la televisión argentina tiene una imagen más ‘cuadrada’, 4:3, y el HD es 16:9, más ‘rectangular’), siguen siendo uno de los electrodomésticos más consumidos.
Por su lado, el lenguaje televisivo sigue más vivo que nunca, hasta hay quienes creen que lo más interesante actualmente está siendo producido en la televisión. Pero en Argentina, son pocos los que esperan a ver el episodio en el canal que lo repita en el cable (algo que tiene su mística, claro). La mayoría de mis amigos (y yo, ahora) ven series norteamericanas en sus computadoras. Internet ha facilitado el acceso a series que antes había que esperar varios meses para ver, si es que finalmente se estrenaban.
Así llegué a Girls, una serie que estrenó HBO en 2012 de la que vi los primeros diez capítulos, cuya transmisión llevó, en principio, diez semanas, en sólo tres días. No veía series desde la frustración que me había dejado Lost (por la bazofia que fue el final y por la falta que no pude llenar) y, sin embargo, recuperé esa forma de expectación que implican las series. Generan una necesidad casi enfermiza de ver todos los capítulos rápidamente (¡y luego la falta!).
Girls es una serie que cuenta los días de Hannah, una joven de 24 años que busca su destino en Nueva York. Hannah está graduada en Letras y quiere escribir. Lo hace: todo lo que vive, lo escribe. Sin embargo no tiene trabajo y la serie empieza con sus padres invitándola a cenar y diciéndole que van a dejar de pasarle dinero, y así debe empezar a buscar un trabajo.
Hannah es interpretada por Lena Dunham, que es además la creadora de la serie, y directora y guionista de casi todos los capítulos.
Hannah es una nueva forma de representar a la mujer en la televisión. Ya viene pasando desde Sex and the city, pero en Girls hay una vuelta de tuerca a la representación. En Girls las mujeres (o al menos las que así se lo disponen) finalmente saltean los límites de género. No es que Girls sea una serie feminista, o lo es en un sentido muy general, pero da por sentado cuestiones que la televisión aún debe reflexionar.
Esto está clarísimo en la construcción de Hannah. La protagonista no cumple los estereotipos femeninos de las series cercanas a la adolescencia o la juventud. Hannah no es flaca e incluso el chico con el que sale (nada de novio), juega en un momento con sus “rollitos”.
El lunes pasado se estrenó el primer capítulo de la segunda temporada. La noche anterior, la serie ganó en los Golden Globes los premios a mejor serie de TV y a mejor actriz en una serie de TV. A nadie le importan mucho los Golden Globe, pero da cuenta de que alrededor de Girls empieza a haber un consenso respecto a que se trata de una gran serie.
Revelar información sobre el primer capítulo de la segunda temporada, en tanto, sería un acto criminal entre quienes ven la serie. De hecho, hay quienes deciden esperar a que termine y ver todos los capítulos juntos.
Con la tinellización de la televisión argentina, muchos hemos huido a la televisión norteamericana. Luego de siete años de Bailando por un sueño, finalmente Graduados, una telenovela, de ficción, pudo ser lo más visto del año. El futuro de la ficción es incierto. El enemigo del pensamiento siempre encuentra su forma de dar batalla. Pero debemos tener en mente que toda esta generación argentina que se gestó frente a la televisión norteamericana es un futuro prometedor para la nuestra.
En internet, como se reseñó aquí hace unos meses en relación con Lloro de felicidad, los nuevos relatos ya están encontrando su espacio para existir.