Por Juan Manuel Sodo. Marcha accedió en exclusiva a un fragmento confesional del “perfil de gestión” de un destacado funcionario.
“… Lo que a mí me marcó a fuego es el hecho de que en casa fueran tan avaros. Eso es lo que pasa. Ser amarrete era algo bastante habitual en las familias que vinieron después de la segunda guerra, pero mis viejos ya se pasaban de la raya… A mi hermano mayor y a mí nos hacían compartir la bicicleta, un pedal para cada uno nos decían. Había que compartir todo: el plato de comida; la pieza; la luz del velador para leer; la plaquita del bruxismo, que te tocaba día por medio; los amiguitos del barrio había que compartir, así podíamos llevar un regalo entre los dos cuando nos invitaban a los cumpleaños; hasta el aplauso compartíamos cada vez que llegaba la torta y había que cantar, según mamá no era cuestión de andar gastando palma en vano; el papel higiénico, medio rollo para él y el otro medio para mí… Mi infancia fue eso: el adoctrinamiento en una economía en la que el derroche innecesario era sinónimo del peor de los pecados. Desperdiciar estaba mal. Desperdiciar era el mal… Después vino la adolescencia. Cuando debutó mi hermano debuté yo. Ganas no tenía, con once años no sabía lo que era sentir la excitación ni siquiera, pero papá le dio unas monedas para que fuera con las polaquitas de la vuelta y me dijo que, ya que estaba, por qué no aprovechaba yo también. Creo que ahí fue que nos agarramos aquel virus, esa infección bárbara que nos dejó de cama y con diarrea varias semanas. Tuvo que venir el Doctor Abramovich a casa me acuerdo. Pero prefiero no recordar la parte del enema… Eso sí: nunca nos faltó nada eh. Hay que decirlo, porque, si no, pareciera que uno es un desagradecido. Y no es así. Es simplemente que uno, con el tiempo, cuando tuvo la posibilidad de independizarse y llegar a ser alguien en la vida, no quiso repetir la misma historia. Porque ahí está la verdadera grandeza de una persona: en poder hacer que los demás tengan lo que vos no pudiste tener… Y eso es lo que no entienden todos estos charlatanes a sueldo que hablan de afuera y viven criticando mi gestión. No entienden que a mí nadie me regaló nada. Que yo no llegué, como muchos dicen, por amiguismos. Y que si estoy acá es para volcar algo de la experiencia que tuve, no para hacer negocio. ¿Qué negocio voy a querer hacer si a mí ya me fue bien?: cuando fui el proveedor exclusivo de materiales para colostomía en el convenio metropolitano con PAMI pude hacer por suerte una primera diferencia. Y al salto definitivo lo pegué hace poco cuando me presenté y gané, gracias a dios, la licitación para tener la concesión del tendido de bicisendas en la ciudad… Y ahí justamente fue que conocí gente del gobierno, no antes. Se ve que a ellos les gustó mi manera de hacer las cosas y me empezaron a llamar para participar en muchas de las decisiones de la mesa chica, ellos me dieron una oportunidad y les estaré eternamente agradecido… Por eso ni lo dudé cuando me lo consultaron: “¿hay que hacer otro Metrobus, además del de Juan B. Justo?” Pero por supuesto que hay que hacer otro Metrobus. ¿Cómo va a haber uno solo? Es una locura. Y esto lo digo con conocimiento de causa, yo que crecí teniendo siempre una sola cosa que había que repartir. ¿Para qué amarretear? Que haya otro Metrobus y listo… Y que haya otra línea A, con vagones nuevos corriendo paralela al túnel de los viejos. Y otro obelisco en la 9 de Julio, que es una obra que estamos proyectando hacer en tres años. Y otra 9 de Julio. Y otro Riachuelo. Y que las villas 21 y 24 se vuelvan a separar, ¿cómo se van a unir? Es una locura, si en todo caso podemos hacer que haya otra 21 y otra 24. Y otra Policía, así cada sector perseguido puede tener la suya propia… Porque cuando se vive con privaciones, teniendo que compartir, la vida no está buena. Y una vida que no está buena es una ciudad que no está buena. Para mi equipo de trabajo eso está clarísimo, es casi un lema. Y ahí está la clave de una buena gestión: en el lema… Esto es lo que no se entendió en su momento en Santa Fe, cuando derogaron la ley de lemas. Y es un costo que hoy por hoy están pagando todos los santafesinos…”
(Fragmento de perfil de Quique Hrabino, dentro de la serie “perfiles de gestión”. En la próxima entrega, la historia secreta de Alfredo Acotto, el hombre que supo hacer de la nota al pie una cadena de supermercados).