Corea del Norte anunció ayer que definió cortar el ‘teléfono rojo’, último contacto militar con sus pares del sur. Estados Unidos amenaza, y la artillería está lista.
La agencia oficial norcoreana KCNA afirmó ayer que el comando supremo del Ejercito Popular de Corea del Norte decidió que “a partir de ahora, se cortarán las comunicaciones militares entre el Norte y el Sur”. Se trata de un hecho más en la escalada bélica entre las dos coreas comenzada a partir del lanzamiento de un misil nuclear por parte de Corea del Norte el pasado 7 de febrero, prueba que molestó a sus vecinos del Sur y a los Estados Unidos.
Según explicaron los altos mandos militares de Pyongyang, el ‘teléfono rojo’ que los une con Seúl “no tiene más necesidad de ser utilizado”, por lo menos hasta que Corea del Sur sostenga “sus anacrónicos actos hostiles”. La línea que se definió cortar es en realidad el canal que mantienen las dos coreas para avisar a diario cuantas personas pasan la frontera en la zona de Kaesong. En esta ciudad, Corea del Sur ha instalado un complejo industrial donde trabajan unos 42.000 norcoreanos. Seúl aprovecha así, mediante un acuerdo sellado hace una década, los bajos costos de la mano de obra de su vecino del norte para desarrollar la planta en conjunto con empresas multinacionales. Los dirigentes del complejo son unos 800 surcoreanos que cruzan a diario la frontera, y la lista de los directivos que se presentan en la planta es comunicada todos los días a Pyongyang.
Hasta ahora, por más limitada que parezca, esa era la única vía de comunicación directa entre las dos Coreas, que se encuentran desde 1953 en una situación diplomática anómala, ya que jamás fue firmada la paz tras la guerra que sancionó la división del país. “En una situación en la que una guerra puede estallar en cualquier momento, no hay necesidad de mantener las comunicaciones militares”, aseguraron desde la comandancia del ejército surcoreano.
La República Socialista de Corea del Norte es blanco de los ataques de sus vecinos del sur desde hace meses. Seúl y Estados Unidos denunciaron reiteradas veces el programa nuclear que Pyongyang viene desarrollando, por considerarlo un peligro a escala global. Luego de que el presidente Kim Jong-un dirigiera los experimentos nucleares de febrero pasado, las Naciones Unidas han decidido elevar las sanciones económicas impuestas contra el país asiático, bajo presión de EEUU y sus aliados. Seúl y Washington, además, comenzaron hace poco los ejercicios militares conjuntos Key Resolve y Foal Eagle en territorio surcoreano, algo que fue percibido como una amenaza por parte de los norcoreanos.
Ya el martes, el Comando Supremo del Ejército Popular, había anunciado que Corea del Norte “sitúa desde este momento, en posición número uno de combate, toda su artillería de campaña, incluyendo unidades de misiles estratégicos y de artillería de largo alcance”. El armamento está instalado apuntando a Corea del Sur, al territorio continental de Estados Unidos, Hawai, Guam y otras bases militares estadounidenses desplegadas en el Pacífico. “Mostraremos la dura reacción de nuestro ejército y pueblo, para salvaguardar a través de acciones militares nuestra soberanía y la más alta dignidad”, asegura el comunicado difundido por la agencia estatal.
Desde el lunes, comenzaron los entrenamientos del ejército norcoreano para prepararse al desembarco de soldados extranjeros en su territorio. “La guerra puede empezar en cualquier momento”, detallaron los altos mandos a KCNA, que además de describir minuciosamente cada uno de los ejercicios bélicos en curso, aseguró que el mismo Kim ordenó a sus soldados “acabar con los enemigos hasta el último hombre” y “enviarlos a todos al fondo del mar”.
“Las autoridades norcoreanas necesitan dejar de amenazar la paz en la península; eso no ayuda a nadie. Y estamos listos para responder ante cualquier contingencia”, afirmó esta semana el vocero del Departamento de Defensa, George Little. EEUU mantiene en Corea del Sur más de 28.000 efectivos y sostiene contactos permanente con el ministerio de defensa de Seúl. Hasta hoy, no había información detallada de la reacción surcoreana ante los preparativos de sus vecinos, y el ministro Kim Kwan-jin desestimó que haya habido movimientos consistentes en los últimos días.