Por Matías L. Marra. Última entrega de la entrevista exclusiva que Marcha tuvo con el director boliviano Jorge Sanjinés. En esta parte continúa reflexionando sobre los aportes de los pueblos originarios en el plano político.
-Pero siempre surge la misma pregunta. Si las sociedades indígenas eran tan avanzadas, ¿cómo fue posible que fueran derrotadas tan fácilmente?
Es muy fácil entender eso, porque ellos no hacían de la guerra el objetivo de la sociedad. La guerra era aleatoria. Una que otra vez se resolvía por medio de la guerra pero a veces eran simplemente enfrentamientos rituales. Se daba un lugar a diálogos, se resolvía mediante el diálogo. Llegaban los ejércitos de uno y otro bando, se miraban entre ellos, y bailaban. Era increíble. Bailaban unos, bailaban los otros, y después dialogaban. Mostraban su fuerza para poder dialogar, pero no se enfrentaban. Rara vez se enfrentaban. Era un enfrentamiento dialéctico, simbólico. Mientras los europeos tenían detrás de ellos siete mil años de experiencia guerrera. Vivían con, por, y para la guerra. O tú eres cura o eres soldado. No había otra en ese tiempo.
Y esos siete mil años de experiencia les permitió crear armas de destrucción masiva, como a los españoles. ¿Cómo vas a enfrentar los cañones contra las flechitas? Entonces, [los indios] eran mucho más civilizados, pero menos bárbaros. Y [los españoles] eran mucho más bárbaros, pero bien armados. Fue un encuentro desigual.
Y en el plano de la ideología, ¿tu creés que la Revolución Francesa le debe algo a los indios? No, claro, porque nadie te ha enseñado eso. A mí tampoco, tuve que investigarlo.
Los indios son los padres de la democracia en el mundo. ¿Te das cuenta? Primero los más grandes agricultores, los más grandes médicos, y después los padres de la ideología democrática. Es increíble, pero claro que sí. Las ideas de libertad y de igualdad nacieron entre los indios. Los europeos no tenían noción de libertad individual y de igualdad. Venían de sus ciudades totalmente desiguales, sin espacio de libertad, las monarquías absolutistas que disponían de [los hombres] para sus guerras internas. La idea de libertad e igualdad no existía en Europa.
En cambio, en los indios en casi todas las culturas sí, como por ejemplo, los Iroqueses, de Estados Unidos. Se manejaban bajo la Carta de la Paz, como la llamaban. Era una constitución que agrupaba seis grandes conglomerados indígenas, independientes. Esa Carta de la Paz se construía bajo nociones [como que] no había propiedad privada, no había Estado, no habían jefes, no había nadie que estuviera encima de otro. Todos eran iguales. Y tenían una capacidad de independencia absoluta, total. Pero también habían desarrollado su cultura, una cultura avanzadísima. Habían desarrollado responsabilidad: eran una sociedad que se basaba en la responsabilidad. Por lo tanto no necesitaban leyes, no necesitaban coerción, no necesitaban jueces. Esa sociedad extraordinariamente avanzada, era la más avanzada del mundo. Del mundo. Por ejemplo, rechazaba la esclavitud, y le daba a la mujer el mismo lugar que al hombre. Los norteamericanos se maravillaron con esa constitución, y la empezaron a copiar cuando se liberaron de los ingleses. Jefferson, Franklin, Paine, que empezaron a escribir las bases de la constitución norteamericana, lo hicieron copiando a la constitución indígena iroquesa. Pero ni siquiera fueron capaces, no pudieron porque tenían una sociedad ya muy así (risas),de introducir la idea de rechazar la esclavitud, y la idea de poner a la mujer en el mismo lugar que el hombre. Para ellos era imposible, la mujer era a la cama y la cocina. ¡Cómo estaban de atrasados los europeos! ¡Atrasados!
Obviamente también con el tema de entender que la propiedad privada era nociva. Lo interesante es que por ejemplo, en Bolivia, la fuerza que obtiene el mundo indígena boliviano es justamente esa noción de no propiedad privada. Tu vas a una comunidad, hoy, a 10 kilómetros de la ciudad de La Paz. Trata de comprar una casa de la comunidad, o un terreno. Por más plata que ofrezcas, nadie te va a vender. Porque no hay propiedad privada.
Entonces, esos son los grandes valores que tiene por ejemplo Bolivia con su mundo indígena. Una sociedad de iguales, porque en una comunidad aymara todos son iguales. No hay uno que es mejor que el otro, o que es el jefe. ¡No! Todos van a ser jefes un día de su vida.
-¿Pero existe ese mundo o es sólo una idealización o una utopía?
¡Existe! ¡No es una utopía! Para los europeos era una utopía. Por eso Tomás Moro escribió el libro que se llama Utopía. Porque todos los valores de sociedades sin Estado, con igualdad y libertad, eran utópicos.
La Revolución Francesa se inspiró en esos valores. Porque resulta que uno de los más grandes teóricos, que es Jean Jacques Rosseau, que escribió El contrato social, vio en París una obrita de teatro, que se llamaba El Arlequín salvaje. Esa obra de teatro fue escrita por un dramaturgo francés que vivió con los indios hurones, que se llamaba Delisle de Lachevetière, y en 1721 estrenó en Paris esa obra. [En ella] se contaba una historia a través de la cual quedaban expuestos los valores de libertad y de igualdad. Entonces Rosseau la vio, y corrió a su casa a escribir El contrato social. Y entonces las banderas de la Revolución Francesa.
¡Pues que no me digan los franceses que no le deben a los indios! ¡Le deben mucho! Lo mismo los marxistas. Carlos Marx, ¿de dónde saca la idea de una sociedad sin propiedad privada y sin Estado? De los indios iroqueses, porque él estudió a un antropólogo [norteamericano] que se llamaba Lewis Morgan. Y a través de esos estudios, Marx entendió que era posible una sociedad sin Estado y sin propiedad privada. Los marxistas, que se creen únicos y dueños de la verdad, le deben a los indios. ¡Pero no lo saben! ¡De eso no se habla! Siempre están en un marco del olvido. Los indios, pobres tipos. Pobres ignorantes salvajes, ¿qué me van a enseñar?
Y sin embargo, estos señores sabían todo.