Por Inti*. Ya son más de 60 los establecimientos educativos tomados por los estudiantes en un contexto en el que el movimiento secundario logra instalar un debate profundo acerca de la columna vertebral de nuestra educación.
Este jueves 04 de octubre los estudiantes copamos las calles en una movilización de más de 5 mil personas para exigir, una vez más, que se nos escuche.
Lejos del reclamo tangible del 2010, año en el que las escuelas se caían a pedazos y en el que los estudiantes salimos a las calles porque no teníamos calefacción, este es un debate que requiere toda nuestra preparación teórica y que eleva la discusión política en las aulas y en los Centros de Estudiantes.
El cambio curricular que intenta implementar el gobierno de la Ciudad es una modificación impuesta desde arriba, sin previa discusión con las comunidades educativas de las escuelas. Nos quieren cambiar la estructura de nuestra educación sin discutirlo con quienes la vivimos de cerca todos los días. Por esto exigimos que se nos garanticen las correspondientes instancias de participación, las cuales deben ser de carácter resolutivo y no meramente “consultivas”. Junto con nuestros docentes, autoridades, preceptores y todos aquellos que velen por la educación pública, los estudiantes debemos pisar fuerte a la hora de definir qué tipo de educación queremos. Una educación al servicio de las clases dominantes, que excluye a los más y prioriza a los menos, o una educación al servicio del pueblo, que se construya entre todos y desde abajo.
La lucha estudiantil, que encuentra su máxima expresión en las tomas generalizadas de colegios, está signada por un sistema educativo que no da respuestas. No es casual encontrar año tras año a los estudiantes organizados y resistiendo ante cada nuevo avance de quienes quieren vaciar de contenido a la escuela pública.
Nuestra medida de lucha son las tomas, no porque nos guste dormir en el piso y pasar frío, sino porque agotamos todas las instancias previas de reclamo que teníamos, como lo fueron las múltiples marchas, petitorios, cartas, sentadas, cortes de calle, etc. Esto nos llevó a radicalizar el conflicto y a hacerlo de conocimiento público.
Si bien el cambio curricular es el eje central del conflicto actual, los estudiantes seguimos exigiendo que se nos aumente el presupuesto educativo, que se cumplan los planes de obras que obtuvimos en el estudiantazo del 2010, y a su vez, repudiamos las medidas de persecución política como lo son las listas negras, el 0800 para denunciar el supuesto “adoctrinamiento político” en las escuelas, el decreto 330 que intentó regimentar los Centros de Estudiantes, las llamadas intimidatorias a militantes, etc. Tampoco nos olvidamos de que nos siguen cerrando cursos, y de que se sigue pensando la educación con una lógica de mercado y no como un derecho.
Parafraseando al Che… “El movimiento estudiantil ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar, y su marcha de gigantes ya no se detendrá”.
* Presidente del Centro de Estudiantes del colegio Mariano Moreno de la Ciudad de Buenos Aires.