Por Ailín Amarilla. El patriarcado asesina por luchar por un mundo de iguales. Mata en silencio, también, cuando naturaliza la violencia. Hay que luchar por hacer brotar la lucha y que en ella se resignifique el feminismo.
Cada día que pasa más mujeres empiezan a cuestionar a esta sociedad un “tanto” hipnotizada por el patriarcado. Cada día que pasa se hace más visible que nosotras nos juntamos, nos contenemos, nos organizamos. Cada día que pasa hay más comunicación que extrañamente comunica y hace saber de palabras, frases, imágenes, experiencias sobre nuestro derecho a decidir y se hace más firme la sensación de que no es no. Hay información a nuestro alrededor que, cuando llega, no hay duda que es una mujer la que dio el punta pie. Siempre es nuestro círculo femenino el cable a tierra. Tal vez sin ser muy conscientes, entre nosotras creamos mundos nuevos, nos abrazamos, fortalecemos y, como una red, nos contenemos para no caer tan fuerte. Hay una cosa que tiene que quedar claro: lo sentimos en el cuerpo con intensidad, vamos levantando la cabeza y con más fuerza. Los brazos también. Nosotras sí debemos elegir, que de eso no quepa duda.
Pero está siempre el mismo punto, uno que pincha fuerte. Cada vez que salimos al mundo capitalista y patriarcal, con esta nueva información floreciendo dentro, resulta ser que irritamos, incomodamos y, mucho más, molestamos. Y es en el barrio, en casa, en esos lugares que rutinariamente rondamos, donde las típicas frases comienzan a salir.”Dale, no seas exagerada. ¿Estas loquita?”; “te quemaron el bocho. ¡Dale, flaca, relájate!”. ¿Pero por qué? No vamos a relajar cuando cada 30 horas matan a una mujer que dice ‘no, esto no lo quiero para mí’.
Cada 30 horas matan a una mujer por querer vivir su propia vida como cualquier humano. Y más fuerte es que a algunas nos matan por gritar y luchar por nuestros derechos. Sí, las matan acá, en el barrio, y hasta en Medio Oriente. ¿Cómo nos vamos a dejar callar? ¿Por qué nos tenemos que bancar el sexismo? ¿Por qué simplemente vivimos en esta sociedad hipnotizada que naturaliza la violencia?
Como feministas, tenemos que desafiar el poder desde donde fuere. No hablamos de hembrismo que es lo mismo que el machismo. Los extremos no. Hablamos de feminismo, de esta palabra que estamos resignificando, la herramienta para liberar tanto a mujeres como hombres –o personas con el género que construyan- que viven bajo este sistema de dominación. Bajo los oscuros hilos de los titiriteros, que siembran y naturalizan que cada un día y seis horas nos matan a plena luz del sol, que junto a los medios masivos nos ningunean y nos manejan cual objeto.
Si pensamos que es natural que el hombre tenga poder es porque aún no aprendimos la diferencia entre naturalidad e imposición, porque nos imponen roles, formas de pensar, competencias, cuerpos, sueños. Muchos y muchas siguen en un hipócrita Mundo Feliz. No debemos dejar de encontrarnos y sensibilizarnos por nuestras hermanas, no debemos naturalizar que la foto de un culo se pase en plena reunión familiar por mera diversión. ¿Qué es lo divertido?, ¿que se no respeten nuestros cuerpos, nuestras ideas?, ¿que nos vean como cosas y no como humanas? No debemos dejar que nadie nos quite el derecho a elegir qué hacer con la única vida que tenemos, la que sentimos hoy en carne propia.
Y esta revolución que florece dentro nuestro siembra futuro en los pibes y las pibas del mañana. Mujer bonita es la que cuestiona este sistema dominante y lucha contra él. Hombre bonito es el que cuestiona y le avergüenza tener privilegios y le enorgullece luchar junta a nosotras por un mundo de iguales, donde todo sea de ‘todes’.