Por Guido Turdera. A fines del año pasado comenzó la tercera etapa de la megacausa ESMA. En el transcurso del juicio se sucedieron las lecturas de los casos, de las acusaciones y las declaraciones indagatorias de los imputados. El miércoles se inició la etapa de los testimonios.
“y este niño que quisimos
estará allí
(…)
haciendo interminables y multiplicados
los puños cerrados con dolor”
Para mañana de Ana María ‘la Loli’ Ponce
(vista por última vez en 1978 en la ESMA)
Los jueces Daniel Obligado, Adriana Palliotti y Leopoldo Bruglia integran el Tribunal Oral Federal Número 5 que lleva adelante el proceso. La etapa testimonial consiste en escuchar los relatos de sobrevivientes, familiares y personas nacidas en cautiverio junto a otros testigos presentados por las querellas. En la megacausa ESMA convergen diferentes tramos identificados con los números de causa 1282, 1349, 1415, 1492, 1510, 1545, 1668, 1689 y 1714. En esta tercera etapa del juicio oral, se investigan los hechos acontecidos a partir del año 1976. Luego de las declaraciones testimoniales de las víctimas, le tocará declarar ante el tribunal a los presentados por las defensas de los 67 imputados.
Primera jornada de la etapa testimonial
Se tomó declaración a la testigo Liliana María Andrés de Antokoletz. Por primera vez, la palabra de una de las víctimas se hizo presente en el tribunal. Liliana fue secuestrada junto a su esposo Daniel Antokoletz en la mañana del 10 de noviembre de 1976. Arrancados de su casa y subidos a un Ford Falcón gris. Los secuestradores vestidos de civil –que se habían presentado como pertenecientes a las Fuerzas de Seguridad- les vendaron los ojos. Tuvieron un viaje de unos cuarenta minutos hasta llegar a algún sitio. Al bajar, los separaron. Liliana recuerda descender en un lugar donde había unos escalones, que conducían al sótano del Casino de Oficiales. Estaban en el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada. “Sentía el olor a miedo” expresó Liliana. Y escuchaba los gritos y ruegos de que parasen con la tortura. Y también tuvo que escuchar los gritos de Daniel. Si bien no militaba en ninguna organización armada, su esposo “era un peligro para ellos” dado que era un constitucionalista de prestigio internacional en la defensa de los derechos humanos. Luego de permanecer en el sótano por unos días, a Liliana la subieron hasta Capuchita, nombre con el cual se conoce el ático del Casino de Oficiales, donde se encontraban los detenidos. Al cuarto día del cautiverio, Liliana relató que pudo ver a Daniel, cuando la dejaron ir al baño. Allí se pudo dar el último beso: Daniel continúa desaparecido hasta el día de hoy. “Por suerte, hoy puedo dar testimonio de su tortura”. Tres días mas tarde, fue liberada a dos cuadras de su casa. Le pidieron disculpas: “la guerra es así: unos ganan y otros pierden”, le dijeron. Pero ella recordaba, durante su encierro, escuchar ruidos de una avenida (refiriéndose a Libertador) y de una hinchada de fútbol (estadio de River). La madre de Daniel se llamaba María Adela Gard de Antokoletz e integraba las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “Quiero dedicarle este testimonio a mi suegra y quiero cerrar parafraseando a Sábato con una cita del Nunca Más que dice: “Esto fue un descenso al infierno””, concluyó Liliana.
Al día siguiente, nuevos testimonios
Con tan sólo dos meses de edad, María Eva Basterra fue secuestrada junto a sus padres. Cecilia Pilar Fernández de Viñas, su hija Cecilia y su yerno fueron secuestrados el 13 de julio de 1977. Estando ella embarazada de cinco meses, su hijo Javier nació en la ESMA y fue apropiado por el represor prófugo Jorge Vildoza. Daniel Tamopolsky, integrante actualmente del Directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos, relató cómo fueron secuestrados sus padres, su hermana, su hermano y su cuñado el 14 de julio de 1976. Él se salvó.
Otra de las declaraciones fue la de Vera Jarach, mamá de Franca e integrante del Directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos, como de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Su hija fue secuestrada el 25 de junio de 1976 con sólo 18 años. Tal como Liliana, fue llevada al sótano de la ESMA. Franca militaba en la UES del Colegio Nacional de Buenos Aires. Luego pasaría a la JTP. Vera relató su paso por la embajada de Italia, por la Iglesia, el Vaticano, la presentación de hábeas corpus, “toda esa secuela de acciones que los familiares de desaparecidos hicimos”. Pero afirmó que se había levantado “un muro de silencio” frente a su búsqueda. Para finalizar, interpeló directamente a los represores: “les pido que por favor rompan los pactos de silencio, que de una vez por todas nos digan qué hicieron”.
Las audiencias testimoniales continúan hoy
Patricia Walsh declarará por el caso de su padre, cuyo cuerpo fue visto en la ESMA por otros detenidos. Asimismo, será el turno de Carlos Lordkipanidse, quien sobrevivió a las torturas luego de haber sido secuestrado en 1978.