Por Diego Heluani. El pasado 13 de noviembre un grupo de estudiantes de la Facultad de Bioquímica de la Universidad de Tucumán (miembros del MST en Proyecto Sur) decide pasar el documental Tierra Sublevada: Oro impuro, de Pino Solanas, en el patio de la facultad por no haber logrado que la decana les autorizara el uso de un aula para la proyección.
Nélida Silvia González de Elías, la decana en cuestión, no estaba dispuesta a permitir semejante atropello y, según denuncia un comunicado de los estudiantes, decidió prohibir la proyección de Oro Impuro mediante amenazas y argumentos tan insostenibles como “ustedes están en contra de todo” o “vienen creando movimientos extraños”, dejando claro que no estaba dispuesta a permitir que se atente contra el buen nombre de las compañías mineras que tanto bien le han hecho a la alta casa de estudios tucumana.
Diego Heluani, psicólogo y cineasta tucumano (integrante del colectivo de documentalistas DOCA) nos envía la siguiente nota de opinión sobre los hechos:
Mineras y universidades: Relaciones peligrosas
“No resulta extraño el acto de censura ejercido por parte del decanato de la facultad de Bioquímica. Quien preside este despacho administrativo debe el cargo a su obsecuencia con la gestión local, actitud de la que recibe el fruto al menos de su puesto, y sin dudas de otro tipo de beneficios derivados de ello.
El inmenso estudio de Stonor Saunders sobre el papel de la CIA y sus fundaciones filantrópicas (“La CIA y la Guerra Fría Cultural”) en los distintos países es de sobra ilustrativo al hablar de los mecanismos explícitos e implícitos de cooptación de intelectuales y personas ligadas a la cultura y la academia.
Como dice Edward Said: “Creo que una de las principales fallas en la extensa literatura sobre economía, ciencia política e historia del imperialismo radica en que se presta muy poca atención al papel de la cultura para mantener un imperio”.
Ya en los años 30 Antonio Gramsci había profetizado que las nuevas guerras se ganarían en el campo intelectual, en la cultura y las ideas. Es todo un síntoma de evidencia de estos planteos que en Tucumán sean justamente personas ligadas a la Universidad quienes mantienen un velo de silencio ante los desmanes ecológicos y económicos que causa la minería.
La cooptación de estas personas está a la vista mediante todo tipo de prebendas, de las legales a las ilegales: becas de investigación, viajes, subsidios, pasaportes culturales, fundaciones de “beneficencia”, retornos por obras de construcción, nombramientos de personal, etc.
Sólo en el 2008 el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) –el cuerpo que integran las 40 universidades nacionales– recibió 50 millones de pesos provenientes de Minera Alumbrera Limited. La empresa a nivel nacional con más litigios por contaminación.
La actividad minera provoca contaminación del aire, del agua y de los suelos que tiene graves consecuencias para la salud del ambiente, de las personas y de los animales que habitan los lugares cercanos al emprendimiento. Ninguna cifra justifica la pérdida de la biodiversidad, del agua limpia, del aire puro y de nuestra salud.
Acompañamos y apoyamos a los compañeros de la Facultad de Bioquímica que ayudan a concientizar sobre estos aspectos, para que un acto de censura de esta índole no se repita.
En estos tiempos de hegemonía del control de los medios masivos y de cooptación de intelectuales y académicos, la labor de concientización resulta crucial y los documentalistas podemos brindar nuestro mejor apoyo.”