Por Federico Araya y Ramón Raggio. Marcha dialogó con el analista político Edgardo Mocca sobre el acto en Vélez. Los desafíos del kirchnerismo y su militancia juvenil hoy.
-¿Cuál es tu reflexión sobre lo que sucedió el viernes pasado en Vélez?
-Las impresiones que tuve, participando del acto, tienen que ver con un mensaje político generacional. Una recuperación de las tradiciones nacionales y populares pensando en una nueva etapa abierta en el país. Donde los jóvenes y la organización juvenil empiezan a tener un peso cada vez más determinante. Lo cual tiene unas consecuencias muy marcadas en el bloque político que hoy gobierna al país. Es un gesto muy directo y claro, inequívoco de la Presidenta, en donde sin abandonar a ninguna de las piezas que componen la estructura de constelación de apoyo al Gobierno, se hace una señal hacia los cuadros y las organizaciones juveniles. Eso es muy importante. Obviamente el acto estuvo atravesado por el entusiasmo, popular y juvenil, por las medidas recientemente tomadas en relación a la expropiación de YPF. Su carácter multitudinario y su espíritu festivo están hablando de una época de impulso, una especie de relanzamiento con no pocas dificultades internas y externas.
-Y en ese sentido, ¿qué significa este acto a ya casi a seis meses del histórico 54%?
-El gobierno de Cristina Kirchner está replanteando y revalidando la legitimidad alcanzada en las urnas en octubre último. En ese sentido me parece que hay algo de apertura y cierre en el acto. Cierre de una etapa que la propia Presidenta historió desde aquel punto en que Kirchner ganó las elecciones sin segunda vuelta, cuando Menem resignó la posibilidad del ballotage, restándole la legitimidad popular que precisa un presidente. Más en una situación de grave crisis como la que había entonces. Esa etapa de alguna manera se cierra con las elecciones de 2011, pero el acto del viernes hace casi una especie de balance político de las dificultades, de los errores pero también de las conquistas y los avances. El otro dato muy importante es el subrayado que hizo la Presidenta de que la sintonía fina no significa cambiar el rumbo ni abandonar principios, sino en todo caso acomodar cuestiones que estaban mal planteadas, que estaban débiles. El caso de la energía es en ese sentido una cuestión muy palpable. Creo que en la práctica, aunque no se haya esbozado así, es una autocritica por la debilidad de la política energética antes de la expropiación. En todo caso se recupera un rumbo y un espíritu que caracterizó al gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner desde un principio: actuar con valentía y coraje frente a todos los problemas estructurales que impiden el desarrollo político inclusivo, algo que está planteado en la agenda. Me parece que lo puso muy de manifiesto la intervención de Cristina. No se trata de una hoja de ruta preestablecida, con hitos previstos y previsibles, sino que tiene que ver con una dinámica de lucha por sostener un poder con contenido distinto al que hubo en las últimas décadas en Argentina.
-Es evidente una intención de Cristina de hacer pie en la temática generacional, de dar aire y dar pista a las nuevas generaciones. En general en el peronismo existe la idea de trasvasamiento generacional, algo ya planteado por el propio Perón. ¿Qué gana y qué pierde esta generación de juventud, que no viene de quince años de resistencia del 55 al 70 sino que viene de 8 años -por lo menos- de estar a la cabeza del Ejecutivo?
-Efectivamente es una generación que se incorpora y se afirma en la escena política en condiciones muy diferentes de la joven generación de los setenta. Hay un dato muy fuerte, que es la adquisición, por parte de las nuevas generaciones de la política popular argentina, del concepto de institucionalidad y del juego de la política democrática y electoral como canal central y excluyente -salvo situaciones muy especiales- para conquistar el poder. Ese dato tiene que ver con la época, con el contexto internacional que rodeaba aquellas luchas del setenta y con lo que rodea estos acontecimientos de hoy. Y creo que la experiencia estatal es un activo muy importante. A diferencia de la mirada que predomina en los medios de comunicación hegemónicos, el hecho de que en empresas estatales, en eslabones del aparato estatal, hayan crecido y surgido cuadros técnicos políticos de muy interesantes cualidades es un dato a tener en cuenta. Y la propia composición del bloque de diputados y en algunos casos senadores, está hablando de una juventud que no solamente elabora consignas y propone un horizonte futuro, sino que se arremanga a la hora de hacer una tarea que no siempre tiene el brillo de espectacularidad de los grandes ideales, pero que tiene una importancia central. Porque si hoy nos preguntamos qué necesita el gobierno de Cristina para sostener su hegemonía política, sin duda en primer lugar hay que garantizar que funcionen bien aquellas iniciativas políticas -pongamos por caso la expropiación de YPF-.
-Hay una apuesta, entonces, por una renovación juvenil en la gestión, por una juventud con formación y capacidad técnica, con un perfil profesional determinado.
-Es que ahora se trata de bailar una música que no es tan sencilla. Las expectativas son muy buenas pero todo depende de con qué nivel de profesionalidad y eficiencia se maneje tanto YPF como las políticas sociales, de desarrollo y laborales. Si no hay una cualidad estatal de la joven generación de la política todo corre peligro de volver a ser una nueva definición. Me parece que acá hay un concepto de Gramsci que habla de espíritu estatal. Un bloque político de transformación siempre tiene que pasar primero la esfera corporativa, pero también la esfera de la testimonialidad y del combate de resistencia, para saber manejarse en las filas de la herramienta de transformación principal que tiene nuestra sociedad que es el Estado. No subestimando, en todo caso se puede notar una debilidad en este punto, que es la inserción todavía insuficiente en los movimientos sociales, en los movimientos de masas. Hay ahí un déficit, en la construcción de líneas propias del movimiento sindical y del movimiento estudiantil, y eso también forma parte de la agenda. El gran desafío de la juventud que se ha incorporado a los primeros planos de la política es combinar la acción estatal con la acción social. Si se logra esa articulación no solamente se va a poder profundizar lo que se viene haciendo, sino que se puede generar un nivel de hegemonía cultural y política que hagan irreversibles las transformaciones que se han iniciado.
-Pensando que YPF abre el juego para discutir la propiedad de los Eskenazi, en particular, y la de los empresarios y burguesía nacional, en general, ¿cuáles son los anclajes dentro de esa situación, dentro de un proyecto nacional y popular, en cuanto a la existencia o no de una pata de la burguesía nacional que apoye?
-La propia expresión burguesía nacional está cargada de contradicciones, de imprecisiones, de anclajes en épocas que quizás no sean las de hoy. Vos nombras el ejemplo de Eskenazi. Es una burguesía nacional en cuanto a su origen, pero ha mostrado un escaso predicamento de política de asociación de desarrollo. Ha privilegiado, no me refiero solamente a Eskenazi, sino a ese sector de la burguesía local que siempre privilegió los buenos negocios independientemente de su origen y que han formado parte de un bloque de la fracción dominante del capital. Para poner ejemplos, Loma Negra, Clarín, o Techint antes de ser un bloque internacional, son locales por origen pero tienen muy poco de compromiso con el desarrollo nacional. Creo que el compromiso con el desarrollo nacional no lo tiene ninguna fuerza económica per se, sino que depende de que exista un Estado fuerte, con capacidad de control, y con una activa movilización popular en respaldo de las medidas que se toman. No creo en la burguesía que se autocontrola, ni en las buenas intenciones de desarrollo e inclusión que puedan tener los grupos económicos. Decididamente esa no es la lógica del capital. El capital tiene un principio central y excluyente que es la ganancia máxima. El Estado y las políticas de desarrollo son las que pueden generar vínculos de otra naturaleza, que no son las que los grupos económicos locales han entablado históricamente con el Estado. Estoy pensando en Macri, en una historia muy larga que pasa por la Dictadura militar, por una reconversión muy fuerte de la economía en términos de vuelco hacia la valorización financiera. Creo que ese es el capítulo que hay que terminar de cerrar hoy.