Por Hugo Huberman*. En el marco de una iniciativa de la ONU, se conformó un colectivo de varones que militan contra la no violencia hacia las mujeres. Cuestionará los privilegios que el patriarcado les otorga, para aportar propuestas por la equidad.
Liderada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), el Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) y la Fundación AVON, la “Red de Hombres por la Igualdad” se enmarca en la campaña “Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres”, que el secretario General de la ONU lanzó en 2008 con el objetivo de generar conciencia pública, profundizar en la voluntad política e incrementar los recursos a fin de prevenir y dar respuesta a todas las formas de violencia contra mujeres y niñas. En la presentación, se dieron cita veinte de los varones participantes en la red, quienes se comprometieron a integrar la lucha por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres, tanto en su vida cotidiana como desde sus ámbitos de actividad.
Un grupo de varones militantes –entre los que se encontraron quien escribe- fueron convocados a firmar un compromiso explícito de asumir una “cotidiana evaluación personal de sus comportamientos y actitudes, para no reproducir los prejuicios y estereotipos que sostienen la discriminación sistemática hacia las mujeres y evitan que ellas accedan a sus derechos en igualdad de condiciones que los hombres”. Es un compromiso que también los convoca a acompañar “a partir de este momento y desde el lugar en que se encuentre, el camino hacia la construcción de una sociedad verdaderamente igualitaria entre hombres y mujeres”. Los firmantes se comprometen, por último, a convocar a “más hombres, familiares, amigos y colegas a unirse con el fin de promover los derechos de las mujeres y erradicar definitivamente la violencia de género”.
En el acto, participaron los funcionarios Gustavo Ferrari, asesor del Gobierno bonarense, y Gabriel Katopodis, intendente de San Martín; los actores Esteban Prol, Osvaldo Laport y Pablo Quevedo Bellocq; el director de cine Diego Lerman; los comunicadores Maximiliano Montenegro y Rodolfo Barilli; y el ex jugador de rugby Serafín Dengra. Del ámbito académico, se contó con el decano del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Unsam, Alexandre Roig, y el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad del Museo Social Argentino, Federico Gabriel Polak. Por último, provenientes de la sociedad civil estaba el coordinador de la Campaña Lazo Blanco en Argentina, Hugo Huberman; Gustavo Alejandro Iribarne, de la Asociación Civil Enlaces Territoriales; Santiago López, de Amigos del Alma; y Santiago Zigliotto y Juan Francisco Moretti, miembros del colectivo de Varones Antipatriarcales de la Ciudad de Buenos Aires. Los ausentes con aviso fueron personalidades tan destacadas como el historiador Felipe Pigna, el actor Diego Peretti, el artista Milo Lockett y el músico Víctor Heredia.
Varón bonito es el que cuestiona sus privilegios
Hace años que desde Lazo Blanco y la Red Argentina de Masculinidades por la equidad se recorren el país profundo, sus organizaciones territoriales, escuelas, cárceles, alcaldías, cámaras de diputados y diputadas y senadores provinciales, ministerios, Cortes Supremas. Se suman a cuentagotas hombres y mujeres hacia la equidad. Fuimos convocados a integrar esta red como parte de una respuesta global a algo que sucede poco a poco, con dificultades pero sin dejar de sumar voluntades.
Los hombres comenzamos a no callarnos la boca, a no ser parte del juego macabro de la doble moral: dar el asiento del colectivo y cuando se cierra la puerta de casa… llegó el rey del universo.
Registramos, no sin contradicciones porque humanos somos, cómo el sistema patriarcal con sus privilegios nos otorga nuestra principal fuente de dolor y frustración.
Privilegios difíciles de registrar, nuestra condición de género es más vivible que la de las mujeres porque, aunque enajenada, es una condición de dominio, mientras que la de ellas es una condición de opresión. Es así como queda establecida la asimetría genérica que se concreta en el hecho de que las posibilidades de vida para hombres y para mujeres son desiguales, inequitativas e injustas, es decir, asimétricas y el germen intacto de todo tipo de violencias hacia mujeres y niñas.
En su enajenación invisibilizada, el gran efecto señuelo del sistema promete el todo y nos educa para negar el malestar, centrado en la voluntad y afirmación de una identidad coherente que, por supuesto, también “son verdad” y “no lo son”.
Largo camino conjunto debemos recorrer quienes fuimos educados como hombres para desandar ese manto de silencio e hipocresía que nos valida como tales. No será fácil. El dolor y la melancolía son parte de este camino que es cotidiano, no es discursivo, ni de activismo banal. Es propio, donde cada uno debe encontrar “entre” otros y otras, y con otros, una vida más digna y menos limitada a los recursos en que fuimos socializados.
No creo en los milagros sino en los compromisos y las decisiones de cada uno de nosotros, públicos e íntimos. No puede ni debe haber diferencias entre ellos, sino volverá la fragmentación que hoy nos trajo hasta aquí.
Sin que seamos cada día más humanos será imposible pensar un sistema patriarcal que no dañe, que no nos lastime de manera diferenciada a mujeres, jóvenes, niños y niñas, por ende a aquellas personas con que cotidianamente nos relacionamos.
Habemus red de hombres por la igualdad, cuestión no menor, esperanzadora, pero no definitiva. Aquí la matemática se convierte en imperfecta, sólo el trabajo de cara a cara, profundo, dedicado a indagar las complejidades de las subjetividades masculinas, puede crear la posibilidad de que dejemos de mirar hacia otros lados -cuerpos ajenos, vidas ajenas- y nos miremos íntimamente como humanos-hombres. Que nos preguntemos cómo nos va con ese jaleo.
Las mujeres aprendieron cómo les va. La mayoría fue marcada en sus vidas por alguno de nosotros, y se re-construyó una y mil veces desde el coraje y el entendimiento como sujetas de derechos; un largo sendero, continuo, dispar. Un camino de todos los días, de todas las preguntas posibles sin respuestas, de hacer senderos menos privilegiados, más humanos, menos racionales, más relacionales; de nadar a contracorriente y que el cuerpo se canse, tome respiros y resguardos de mis decisiones.
Seguramente la cofradía masculina vendrá por mí plena de adjetivos y de nombres que no me invocan. Vendrán seguro y yo no estaré seguro de nada, sólo de percibirme tal cual soy: humano educado como hombre indagándose y cumpliendo sus compromisos
Intentálo, podes ser parte de esos compromisos.
Red de Hombres por la igualdad: onuargentina@unic.org
(*)Coordinador de la Campaña Lazo Blanco de Argentina y Uruguay (www.lazoblanco.org) y director del Instituto de Género Josep Vicent Marques.