Por Carolina Reynoso (*). A casi una semana de que la legalización del aborto no obtuviera quórum en el Congreso, una reflexión dedicada a las personas que no comprenden por qué la aprobación combatiría la ignorancia y la discriminación patriarcal.
El miércoles recibo una invitación a escribir una nota de opinión sobre la jornada del martes 4 de noviembre, es decir sobre la reunión de la Comisión de Legislación Penal para tratar el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo presentado por quinta vez por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y en la que mediante estrategias oscuras se impidieron el quórum y el dictamen por mayoría.
Accedo a escribir la nota, aunque mi agenda de fin de año arde. Cuando me siento a escribir pienso: ¿qué puedo decir yo después de todas la referentes feministas importantes que leí en este tiempo, que hablaron o escribieron en relación al tema? Me asusto…tengo ganas de huir, pero justo recibo un mail de una de las protagonistas de Yo aborto. Tu abortas. Todxs callamos y me envalentono.
En ese momento, decido no escribir para mis compañeras de militancia que ya tienen claro el panorama y los conflictos, todas ellas ya han leído, escrito y discutido mucho sobre las estrategias parlamentarias dilatorias de varixs (no solo de Bullrich) de la falta de quórum, de presionar para que se vuelva a tratar el proyecto antes del 20 de noviembre, de Remo Carlotto en el Vaticano con Bergoglio en vez de estar acá cumpliendo su labor como diputado, de la traiciones y desilusiones, entre otras cuestiones. Hoy escribo para esos diputados y diputadas que se hacen los sordos, para los y las que son antiderechos de las mujeres, para los de derecha, para los de derecha que se hacen pasar por militantes populares, para los que permiten que las mujeres sigan muriendo por abortos clandestinos.
Y aquí estoy, diciendo una vez más “yo aborté” con orgullo, porque ese aborto es una de las decisiones más autónomas y responsables que tomé sobre mi propio cuerpo. Yo aborté. Esta frase que a veces parece agotarse de la repetición pero no se agota porque las mujeres tenemos que salir aun a reivindicar nuestras prácticas, para exigir así que se legalice el aborto, para exigir nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Y esta primera persona me remite a la motivación para realizar mi película documental por la legalización del aborto Yo aborto. Tú abortas. Todxs callamos, y de la cual compartiré fragmentos en este escrito.
Cuando me senté a escribir la motivación del film, lo que primero entendí es que una parte de esa motivación estaba en mi propio cuerpo. Hace unos años elegí interrumpir un embarazo. ¿Las causas? Puedo dar miles: mi corta edad, los proyectos, el trabajo… pero creo que los más claro es que en el momento de enterarme que estaba embarazada sólo repetía llorando “no puedo”.
Mi situación económica me permitió realizarme el aborto de manera relativamente segura. Relativamente porque yo no sabía si ese señor que me anestesió era anestesista, porque tampoco sabía si el otro señor que me realizó el aborto y que decía ser médico realmente lo era, porque no sabía lo que me iban a hacer, porque varios médicos y médicas me negaron información tanto antes como luego del aborto, aunque hoy sé que es su obligación y mi derecho que me informen siempre sobre una práctica médica.
Tardé algún tiempo más en entender varias cuestiones en relación al aborto: que no soy la única mujer que toma esa decisión, en efecto hay alrededor de 500.000 abortos al año sólo en Argentina; que tengo derecho a decidir sobre mi propio cuerpo; que lo que me hizo daño no es el aborto sino su clandestinidad, su silencio, su criminalización y la falta de información fruto de la desidia de quienes se dedican a la medicina.
Con el correr del tiempo también entendí que, a pesar de mi situación de desamparo, yo era una privilegiada, ya que mediante la lectura y la militancia, supe que muchas mujeres de las clases populares mueren por realizarse abortos de forma clandestina e insegura. Y luego entendí que esas mujeres no mueren por realizarse un aborto, sólo mueren por ser pobres y querer decidir sobre sus cuerpos. Y allí está la otra parte de la motivación, que tiene que ver con los cuerpos de las mujeres de sectores más desfavorecidos, que son las que no tienen acceso a las clínicas “seguras” a las que accedemos las mujeres de clase media y alta.
En Argentina se produce un aborto clandestino por minuto y muere una mujer cada tres días por esta práctica. Les puedo asegurar, señores y señoras de la Cámara de Diputados, que las que mueren no son ustedes ni sus esposas, ni sus hijas ni sus hermanas, ni amigas. Son mujeres que ustedes no ven ni quieren ver, a no ser que sea para un spot publicitario de campaña… porque ahí sí que “garpa” la pobreza, ¿no?. ”The poor image” la llaman los publicistas que nos venden sus campañas. Y no se confundan, abortamos todas, no sólo las pobres. La “pequeña diferencia” y la gran hipocresía es que las ricas abortan y las pobres se mueren.
De este modo, la motivación social de Yo aborto. Tú abortas. Todxs callamos estuvo relacionada a la necesidad de concebir la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo como una cuestión de justicia social, dado que la ilegalidad del aborto da lugar a prácticas diferenciadas según la condición socioeconómica de la mujer. Son las mujeres con mayor precariedad económica las que sufren la mayor discriminación. Así les regalo esta motivación que dio lugar a mi película (y a mi militancia) si es que aún andan en busca de argumentos, si aún sienten que no tienen razones para legalizar el aborto. Acá están, se las regalo de puño y letra, estas motivaciones que son fruto de la sistematización y lucha de las feministas y del movimiento de mujeres que viene exigiendo hace años este derecho. Porque este debate no es nuevo, como nos quieren hacer creer. Este debate social está saldado, ahora ustedes tienen la responsabilidad de cumplir con el pueblo que representan o debieran representar.
¿Quieren más? Legalizar el aborto significa luchar contra la ignorancia y la discriminación de una sociedad patriarcal, hipócrita y manipulada por mitos construidos desde el prejuicio y la falta de información. Es visibilizar que el derecho a decidir sobre el propio cuerpo es un derecho personalísimo ya que éste es el primer territorio de ciudadanía de todas las personas. Significa terminar con la discriminación, el desamparo y el peligro por el que pasan las mujeres que tienen la firme convicción de decidir sobre sus cuerpos y sus vidas, pero que no tienen acceso a una práctica de interrupción de embarazo con las garantías básicas de salubridad. Ahí tienen más.
Hace unos días leí un artículo de un sociólogo[i] que analiza la espera como espacio de disciplinamiento social y dice: “Puede haber funcionarios que expresen sexismo, elitismo, racismo, pero hay más bien una estrategia sin estratega. Lo que define a esa espera es la indiferencia burocrática. Entonces, en esa espera se genera lo opuesto de la ciudadanía. En vez de ciudadanos, hay pacientes del Estado, subjetividades que saben que van a recibir algo, un subsidio, un servicio, un derecho, si aprenden a esperar y a no retobarse, a administrar la frustración del “venga mañana, venga pasado”. En esa manipulación del tiempo del otro lo que se está ejerciendo es un tipo de dominación política. Los sujetos aprenden a subordinarse y lo que termina ocurriendo es que el Estado termina perpetuando el sufrimiento, cuando lo que debería hacer es dar alivio”.
Con sus prácticas dilatorias es lo que están intentando, pero sepan señores funcionarios y funcionarias, que no nos volveremos pacientes ni subordinadas. Fuimos, somos y seremos luchadoras, guerreras. Su impronta retrógrada no nos asusta ni nos paraliza, nos envalentona y nos llena de ganas, de fuerza, de ideas hechas prácticas. Si no se legaliza el aborto estaremos en pie de lucha, y si es necesarios iremos a las puertas de sus casas a proyectarles Yo aborto…, a escrachar su falta de idoneidad y de responsabilidad, les recordaremos con cánticos cada vez que salgan y entren de sus casa y de sus trabajos que estamos de pie, sus hijos e hijas y seres queridos se enterarán de la irresponsabilidad de sus acciones. Seremos tenaces y perseverantes hasta lograr lo imposible, pero nunca lograrán transformarnos en pacientes. Siempre seremos obstinadas, incansables, feministas en lucha, y mientras ustedes no se decidan a legalizar el aborto seguiremos abortando de la mano de las feministas, seguiremos creando productos simbólicos que nos visibilicen, seguiremos saliendo a gritar con alegre rebeldía y seguiremos actuando tácticas y estrategias que nos empoderen y nos haga más aguerridas para seguir luchando y construyendo nuestra autonomía.
Está en ustedes ser un instrumento de la iglesia y de los sectores más retrógrados de nuestra sociedad o ser agentes de transformación para la construcción de otros procesos de la subjetividad, otras creencias, otras verdades, que visibilicen sin prejuicios la problemática del aborto y los derechos de las mujeres.
Termino con un mail hermoso y conmovedor que mencioné al principio y que recibí de una de las protagonista de Yo aborto…: “Hace mucho que quería escribirte pero ya sabes luego sucede ésto y luego ésto otro y así pasa el tiempo. Me escribieron varias personas para contarme que habían visto el docu y la verdad me senti muy feliz de todo lo que compartimos y de lo importante que fue para mí hacer palabra lo que sentía, cosa que en general me cuesta mucho y que la verdad necesitaba en ése momento. También lo intenso que fue poner la cara y el cuerpo frente a cámara y en fin TODO. Quería decirte: gracias Caro! Está de lujo lo que está pasando con la peli, brindemos pues en la distancia…También quería contarte que mi vida es una locura y que estoy bien feliz…hace un año y unos meses me encontré con un compañero…En enero vamos a tener un hijito que fue concebido con mucho deseo y amor. …He vivido el embarazo muy contenta- excepto por las nauseas del principio- y despierta. Me he re-encontrado con mi cuerpo de una manera alucinante…Feliz de tener ésta autonomía- considero que es la misma que me permitió decidir abortar- sobre mi cuerpo y mi vida. Un abrazo enorme. Fuerzas y cariños.”
Es que como dice Ruth Zurbriggen[ii] en el documental, “las que planteamos la necesidad del aborto legal, lo hacemos porque estamos profundamente involucradas con la maternidad. Defendemos el derecho al aborto legal porque defendemos las maternidades. Porque la mujeres sabemos que la maternidad nos cambia la existencia, y como nos cambia la existencia, la utopia que tenemos es que la maternidad sea elegida, voluntaria, deseada, esperada…La maternidad puede ser bellísima, sobre todo si la deseamos, si la ponemos como proyecto posible, por esa razón el aborto tiene que ser una posibilidad”.
NOSOTRAS PARIMOS – NOSOTRAS ABORTAMOS – NOSOTRAS DECIDIMOS
[i] ARTICULO COMPLETO http://tiempo.infonews.com/nota/136759/manipular-el-tiempo-del-otro-es-un-tipo-de-dominacion-politica
[ii] Referente de La revuelta y Socorristas en red
(*) Cineasta feminista y parte de la Colectiva feminista Las bartolinas. Realizadora del documental “Yo aborto. Tú abortas. Todxs callamos”.