Por Rodrigo Ottonello. De martes a jueves, la TV Pública inició esta semana la emisión de “Germán. Últimas viñetas”, la miniserie de trece episodios que narrará vida, trabajo y militancia de H.G. Oesterheld, célebre guionista de “El Eternauta”.
Oesterheld llega a los años setentas y a las oficinas de una gran editorial de historietas (síntesis de Columba y Record) sabiendo que sus años dorados (los de El Eternauta, Ernie Pike, Sargento Kirk) han quedado lejos. Los jóvenes dibujantes se alborotan ante su presencia y consideran inverosímil que el ya legendario guionista esté ahí para trabajar junto a ellos. Oesterheld escucha la oferta y los consejos de su nuevo patrón: va a tener que trabajar mucho y sus historietas deberán dejar bien en claro quiénes son los malos, quiénes los buenos, y unos habrán de morir y los otros habrán de vencer, sin lugar a confusiones, porque ya demasiado raros son esos tiempos en donde unos muchachos católicos de clase media asesinan a un general del ejército en nombre de una justicia peronista. Oesterheld protesta un poco pero acepta.
Así comenzó, el martes a las 22.30 hs y por la pantalla de la TV Pública, el primer episodio de “Germán. Últimas viñetas”, miniserie escrita por Luciano Sarasino y dirigida por Flavio Nardini y Cristian Bernard (responsables de las muy buena película 76-89-03). De este comienzo puede destacarse el modo simple y contundente en que los autores lograron presentar los cuatro elementos que tensaban la vida de su protagonista y de los que cabe esperar el movimiento de esta historia: Oesterheld era un escritor con ambiciones artísticas, tenía poderosas inquietudes políticas, era un hombre de familia y -punto fundamental acertadamente enfatizado por la serie- era un trabajador al servicio de esa industria con alcance masivo que fue la historieta argentina de los setentas. El espacio laboral no es aquí, como suele ocurrir en las ficciones nacionales, una mera excusa o escenario para el desarrollo de dramas que lo exceden, sino que es él mismo un protagonista más. Sin embargo, este punto, seguramente muy valorado por los interesados en el mundo de la historieta, puede resultar refractario para el público general; el correr de los episodios indicará si este rumbo será profundizado o si la serie se despegará de él al abrir rumbo hacia el drama político y personal que llevó a la militancia de Oesterheld en Montoneros y a su desaparición a manos de la Dictadura.
En el rubro actoral, los personajes, de momento, se manejan en el terreno de los estereotipos. El Oesterheld encarnado por Miguel Ángel Solá es el héroe viejo y cansado del que sin embargo cabe esperar un último fuego; el jefe de la editorial que compone Claudio Rissi es el capataz áspero que amaga entre ser un villano o desarmar su coraza para mostrar a un hombre sensible; los empleados de la editorial son un grupo de muchachos un poco alborotados que parecen no tener del todo claro la visión de su tiempo pero de los que cabe esperar que tengan pasta de discípulos del maestro recién llegado. El correr de los capítulos indicará si estas primeras caracterizaciones y estos diálogos de presentación bastante acartonados se desplegarán en otros sentidos menos predecibles o si lo que veremos será una suerte de western protagonizado por historietistas en vez de por vaqueros. Como sea, el resultado no dependerá de la elección del camino, sino del modo en que se lo transite.
Como producto televisivo, este primer episodio, muy esperado por los admiradores de Oesterheld, puede haber resultado poco atractivo para el público general. Filmado íntegramente en interiores, su puesta en escena es casi teatral, desentonando con el ritmo más vertiginoso que acostumbra a mantener encendidas las pantallas. Queda entonces por verse si este primer episodio ha sido una imagen un poco estática preocupada por presentar sus partes para luego desarrollarlas o si la apuesta seguirá por el lado de un clima cerrado, de luces tenues y ritmos lentos que tal vez intenta ser metáfora de la situación de su protagonista.
“Germán. Últimas viñetas”, es una saludable apuesta dela TV Pública por ofrecer un tipo de ficción que difícilmente encontraría espacio en otras pantallas. La valoración de los resultados de este intento deberá esperar al trabajo completo. Mientras tanto, los muchos que sienten que el trabajo de Oesterheld es una parte querida de sus propias historias, se alegrarán de ver la estampa del guionista, aunque sea en un retrato del que quepa esperar mejor definición.