Una lectura de Flagelos íntimos, primera novela de Damián Leandro Sarro (Alción, 2018).
Por Cezary Novek
En esta novela el protagonista ataca y viola a su ex maestra de primaria, resentido por los abusos sexuales que sufrió por parte de esta y de su tía, a quien también agrede pero de otra manera. La historia comienza con la comparecencia ante un tribunal y desanda los hechos, intercalando flashbacks con la escena en tiempo real de la violación junto a disgresiones literarias rebosando de intertextualidad con los clásicos. Hasta aquí el argumento.
La trama se presenta como una revisión literaria de la idea de violación y asalto. Se desarrolla a través del abuso, de la invasión, como columna vertebral. La pulsión sexual y la crueldad desenfrenada son el motor de la historia. El erotismo del protagonista se sublima en la obsesión de venganza sobre sus dos figuras femeninas principales –la maestra, la tía– que son las destinatarias y a su vez disparadoras de las fantasías más escabrosas.
El regodeo en las escenas de la agresión y asesinato se entremezclan con recuerdos de la infancia contaminada, la inocencia perdida. Hay cierto sabor a la prosa de Sade y de Lautrèmont, aunque sean precisamente a estos dos autores a quienes no menciona, sí bien hay algunas referencias al clásico anónimo de la literatura erótica, Memorias de una princesa rusa. El texto está plagado de citas de Dante, Darío, Benedetti, Eliot, El Quijote y otros. La voz del narrador desborda en obsesión y psicopatía. Como separadores, un epígrafe de Horacio corona la entrada de cada uno de los dieciocho capítulos. El final, más cercano al policial, desestabiliza al lector como una sorpresiva descarga eléctrica. Hay algunos elementos que también acercan la prosa de Sarro a la narrativa realista por la precisión de algunas descripciones (químicas, legales, etc.).
Hay una voluntad de transgresión y gusto por lo grotesco matizada con humor negro que lo emparenta en algún punto a Chuck Palahniuk (y a Matías Bragagnolo, por mencionar un referente local de literatura extrema). El dolor y el horror van de la mano. El marco de la narración es la siesta, la escuela pública y la familia, tres lugares sagrados en la vida de pueblo. La violencia es tan extrema como frondosas son las citas que atraviesan esos momentos. El lenguaje tal vez no es tan amable para el público general, cuyos infinitos guiños literarios escapen en su mayoría y sean quizás más apreciados por lectores escritores.
Gran lector de clásicos, Sarro propone una correspondencia literaria con cada matiz anímico del personaje, lo que lo acerca también al espíritu del decadentismo modernista de Antonio de Hoyos y Vinent así como la morbosidad del planteo remite entre los contemporáneos a los relatos de Juan José Burzi.
Hay una referencia continua a la violación como acto inaugural de la historia y de la historia de la literatura (tal como lo afirma el prólogo de Federico Ferroggiaro). La biografía como lector se manifiesta a través de múltiples fantasías extremas que, a su vez, se expresan a través de voces que mutan según el momento de la historia, muchas veces tomando prestados versos o pasajes de autores admirados por el narrador.
Damián Leandro Sarro
(Sargento Cabral, 1979) Profesor en Letras (UNR). Se capacitó en Análisis del Discurso y en Didáctica de la Lengua y la Literatura. Publicó investigaciones literarias en revistas académicas nacionales e internacionales. III Premio Nacional de Ensayo Breve con su libro La refulgencia del Bicentenario o el mito de Pigmalión (CFI, 2011). Coautor del Manual de Lengua I. Educación Media para Adultos de Santa Fe (2015). Flagelos íntimos (Alción, 2018) es su primera novela.