Por Gabriel Fernando López. A un mes de presentarse en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el pedido de reconocimiento de Palestina como Estado pleno, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) admitió a Palestina como uno de sus miembros.
La lectura de su admisión hizo estallar de júbilo a la sala de la 36ª Conferencia General del organismo, reunida en París, luego de que 107 países votaran a favor de la incorporación de Palestina, 14 en contra y 52 se abstuvieran. Los países latinoamericanos votaron a favor, a excepción de México, que se abstuvo, y de Panamá que votó en contra.
La admisión constituye una victoria política para Palestina y así lo demostraron las inmediatas reacciones de los Estados Unidos (EEUU) e Israel. El éxito diplomático posee un carácter mayormente simbólico, pero servirá en un futuro para el reconocimiento y la revaloración de la cultura palestina, así como para la defensa de sitios históricos como Belén y Jerusalén, hoy amenazados por el avance de los asentamientos israelíes.
La reacción estadounidense, luego de que fracasaran sus intimidaciones, fue la concreción de la amenaza de retirar el financiamiento a la UNESCO, lo que constituye el 25% del total de sus ingresos. Los EEUU ya habían abandonado el organismo en 1984, durante el mandato de Reagan, por considerarlo un instrumento del comunismo, retornando sólo después del 11 de septiembre de 2001.
La votación significa un paso más en cuanto al creciente aislamiento internacional que envuelve a Israel. A la vez representa un duro golpe para la administración de Obama, empantanado entre las demandas del lobby sionista estadounidense y la derecha republicana, por una parte, y el creciente costo internacional que le causa el apoyo al derechista gobierno israelí, por otra.
La solicitud palestina de reconocimiento como estado de pleno derecho debe tratarse en el Consejo de Seguridad de la ONU en noviembre y puede repetirse un escenario en el que un EEUU en categórica minoría se vea obligado a ejercer su poder de veto.
Ataques sobre Gaza
Como contracara a los festejos diplomáticos la realidad cotidiana palestina se ve nuevamente bombardeada. Tres días de constantes operaciones aéreas han causado la muerte de 11 palestinos en el sur de Gaza. El premier israelí, Benjamín Netanyahu, justificó los ataques citando a la Torah: “si alguien está viniendo a matarte, levántate contra él y mátalo primero”, en referencia a la respuesta de las organizaciones de resistencia palestina.
Desde 2009 se mantenía en Gaza una tregua tácita con Israel, por lo cual los bombardeos deben ser leídos en el contexto de la reciente liberación de 293 detenidos palestinos, sobre un total de 1027 a ser liberados, a cambio de la entrega del cabo Gilad Shalit (ver nota en Marcha: “Un triunfo de la resistencia palestina”). Los bombardeos son el intento de Netanyahu de compensar a la oposición israelí por el acuerdo firmado con Hamas. El arco político israelí viene realizando una escalada de declaraciones destinadas a subrayar la debilidad del primer ministro ante las organizaciones palestinas. Su ministro de relaciones exteriores, Avigdor Lieberman, manifestó que Mahmud Abbas debía ser liquidado, mientras que Shimon Peres se mostró a favor de una declaración de guerra contra Gaza y el partido centrista Kadima se pronunció por la recuperación del poder de disuasión para poder actuar con dureza. La política israelí vuelve a girar a la derecha, al entender que el intercambio de prisioneros fue una muestra de debilidad y que al nuevo escenario regional sólo se le puede responder con más medidas unilaterales.
Consciente de esta debilidad, el gobierno de Hamas trata de controlar a fuerzas como la Yihad Islámica, quienes lanzaron cohetes en respuesta al asesinato de sus militantes, mientras aguarda por la liberación del resto de los prisioneros. Pero la tregua conseguida por intermediación egipcia fue rota por Netanyahu, quién sostiene que “no hay alto al fuego y la otra parte pagará el precio más alto”. La realidad palestina todavía espera mayor solidaridad internacional.