Por Ezequiel Arauz. La crisis mundial del capitalismo golpea a una de las tres principales fuentes de exportación: la industria automotriz. En Córdoba, Renault y Fiat, a pesar de los altísimos niveles de rentabilidad obtenidos por el sector en la última década, decretaron suspensiones temporarias que afectan los salarios de casi cuatro mil trabajadores.
Las suspensiones determinadas en la primera semana de junio en la planta de Renault del barrio Santa Isabel afectaron a la mitad de los trabajadores de su planta, cuando la gerencia decidió suspender un turno de producción, medida que abarcó a 2 mil trabajadores durante cinco jornadas y media. La desaceleración económica de la región fue la principal razón esgrimida por la patronal.
En los días de suspendidos, los trabajadores afectados cobran el 75% de sus salarios. La automotriz francesa explicó que con la decisión adoptada busca lograr una “regulación de stock” ante la baja en la demanda por parte de Brasil. La mitad de los autos fabricados por Renault se exportan al país vecino. Se trata de 400 unidades diarias de los modelos Clio, Kangoo, Symbol y Fluence.
En tanto, la italiana Fiat informó la última semana la aplicación de una medida similar con la totalidad de sus empleados del barrio Ferreyra de la capital cordobesa. Los trabajadores de Fiat, unos 1.500, también cobrarán tres cuartas partes de su salario, como resultado de un acuerdo previo establecido por la regional SMATA y la cámara del sector.
A Brasil se destina el 76% del total de las unidades ensambladas en Argentina. En ese sentido, desde ADEFA, la cámara empresaria que agrupa a las fábricas de automotores más importantes, todas ellas de origen extranjero, informaron que en mayo las exportaciones de autos argentinos cayeron 45,7 % respecto del mismo período en 2011.
Presión de las automotrices
ADEFA difundió un estudio estadístico en el que informó que la merma se registra desde enero de este año. En ese período las firmas exportaron un 26,5% menos de autos que de enero a mayo de 2011, aunque aclararon que la comparación se traza respecto de un año récord, aseguraron que los niveles alcanzados están por debajo de lo proyectado para el primer trimestre.
En ese sentido, el titular de esa entidad, el austriaco Viktor Klima, quien además fue presidente de ese país en la década del ‘90, instó a “diversificar” los destinos de las ventas al exterior, apuntando a reducir la dependencia con el mercado brasileño y a trabajar “en conjunto” con el sector público de cara al Mercosur en la búsqueda de “la complementación y especialización entre los países miembros”.
Tras recordar que en 2011, el sector autopartistas produjo la mitad del crecimiento fabril total del país, el empresario, que es también CEO de Volkswagen en Sudamérica, aseguró que consolidar ese crecimiento “requerirá mantener los esfuerzos hacia adentro de la cadena de valor, incluyendo proveedores y la fuerza laboral, en estrecha colaboración con las diferentes áreas de Gobierno”.
La última semana, desde ADEFA le presentaron esos reclamos a la ministra de Industria, Débora Giorgi. Luego de una reunión en el ministerio que encabeza, la funcionaria estimó que la producción de autos llegará a 950 mil unidades durante 2012, la funcionaria coincidió en la necesidad de “diversificar el destino de las exportaciones”.
La ministra adelantó que en el encuentro del Mercosur previsto para esta semana en Mendoza, gestionará una reunión del Comité Automotriz regional. De ese encuentro en la cartera de la industria participaron, además de los directivos de ADEFA y de Volskwagen, Toyota, Ford, General Motors, Mercedes Benz, Iveco, Honda, Fiat y Renault.
Antes había sido la presidenta de General Motors en Argentina, Isela Constantini, quien instaló otro debate cuando manifestó que la “gran preocupación” de esa empresa estadounidense es por la situación cambiaria en la Argentina. En declaraciones a Cadena 3 habló del encarecimiento de costos. “Estamos tan caros como Brasil para producir. Ya somos más caros que Colombia y México” dijo.
GM Argentina fue catalogada como “un caso emblemático” por la propia Cristina Kirchner, cuando al cierre del año 2011 decidió no remesar 207 millones en ganancias, siendo que la automotriz estadounidense recibe del estado argentino, vía Anses, 600 millones de dólares destinados a su nueva planta en Rosario. El “encarecimiento” del que habla Constantini no apunta tanto a la situación cambiaria sino a la reducción de los costos laborales.
Importaciones sí o no
Otro punto al que las automotrices hacen referencia, y que es también señalado por los voceros del sindicato metalmecánico de Córdoba, hace foco en las restricciones a las importaciones impuestas por el Gobierno Nacional, que impactan fuertemente en una industria automotriz que es básicamente ensambladora de autopartes que se fabrican en un 80% fuera del país.
Omar Dragún, quien es -simultáneamente- ministro de Trabajo del gobierno de Juan Manuel De la Sota y titular del SMATA provincial, dijo que “hay faltantes que no ingresan justo a tiempo y por eso, habría que destrabar (las importaciones) para producir normalmente”. Sin embargo, distinta fue la versión que dio Ricardo Pignanelli, el titular del SMATA a nivel nacional. El dirigente, uno de los más cercanos al kirchnerismo, aseguró que la decisión de Renault no tuvo que ver con la falta de insumos sino “con la aparición de un nuevo modelo Clío que demanda la liberación de stock del modelo anterior”.
Otro que hizo referencia a las restricciones a las importaciones en relación con el sector automotriz fue Ignacio de Mendiguren, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA). El industrial disertó en el precoloquio de IDEA en Salta y dijo, haciendo expresa referencia a la administración nacional que “no se entiende que en la Argentina el nivel de actividad tiene relación directa con el nivel de importaciones”. De Mendiguren ejemplificó: “si yo quiero exportar autos tengo que importar insumos, que no son todo lo mismo”.
En términos de creación de empleo, producción, ventas y exportaciones, la última década para la industria automotriz desplegó un crecimiento histórico. En 2007, la rentabilidad del sector duplicó al promedio de la economía total del país. Sin embargo, y tal como ocurrió ya en 2008 y 2009, al inicio de la actual etapa de crisis del capitalismo global, cuando el gobierno comenzó a aplicar el programa REPRO para subsidiar los ingresos de los trabajadores, el sector tiende a trasladar inmediatamente a los salarios, mínimos movimientos descendientes producidos en sus niveles de rentabilidad.