El domingo pasado, en algunos canales televisivos se emitió por primera vez el spot publicitario que anunciaba algo que el Gobierno Nacional venia prometiendo desde hace ya dos años, la definitiva implementación del Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE) en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Según el anuncio, desde el 10 de febrero la tarjeta SUBE será la única vía que tendrán los usuarios de transporte para poder pagar el boleto de trenes y colectivos con valor subsidiado (el valor actual), de otra manera, quienes no la posean deberán pagar un boleto diferencial “más caro”.
La promesa de un sistema electrónico para pagar el transporte fue realizada por la presidenta Cristina Fernández cuando se realizó la última suba en colectivos, trenes y subtes (en momentos en que todavía pertenecían a la Nación), una de cuyas bondades sería acabar con el sistema de monedas que en ese entonces generaba un importante malestar, principalmente en los usuarios de colectivos. El argumento de entonces no decía nada de sobre el manejo de los subsidios al transporte, el papel de las cámaras empresariales o el precio de los combustibles, temas de los que se comenzó a hablar hace algunas semanas.
En diciembre pasado, cuando el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, el entonces ministro de Economía, Amado Boudou, y el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, anunciaron la quita de subsidios a los servicios públicos para grandes empresas y el traspaso del subte a la Ciudad de Buenos Aires, comenzó la carrera por lograr esa “sintonía fina” de la que habló la presidenta, en el marco de ese estado inteligente al que hizo referencia (en la cumbre del G20 del año pasado) con su alusión al “capitalismo en serio”.
Llama la atención que este importante anuncio no haya sido realizado a través de una conferencia de prensa, como se hizo con tantos otros temas. El silencio del Gobierno duró desde la aparición del spot hasta el miércoles a la tarde, momento en que Telam emitió un comunicado del secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi, quien se limitó a hablar de la apertura de nuevos puestos y de la extensión de los horarios de entrega de la tarjeta, la forma de obtenerla y otros datos que son bien explicados en las publicidades publicidades oficiales. Sin embargo, nada dijo sobre las muchas dudas que surgen en cuanto a la implementación de este sistema.
Las largas colas que se generaron en los centros de entrega de la tarjeta tienen que ver, en parte, con la desinformación con la que se está manejando el tema. Los medios de comunicación, ante la falta de datos “oficiales”, difundieron diferentes hipótesis sobre el precio del boleto sin la SUBE, que estaría rondando, según ellos, entre los $2,50 y los $4,00. Pero las dudas se multiplican con el correr de los días (entre otras cosas, no se sabe si las tarjetas Monedero servirán para seguir recibiendo el subdisio). Por su parte, las campañas del Gobierno para implementar la SUBE en el conurbano y en los barrios carenciados de la Capital Federal no han sido suficientes. Se ve con claridad que aún quedan muchas personas que no han obtenido su tarjeta y se espera que las colas de cientos de metros en la Plaza de Mayo perduren hasta la semana que viene. Se calcula que la demanda no va a decaer, ya que según números no oficiales faltaría entregar más de 5 millones de SUBE.
Hasta esta semana, las transacciones con la tarjeta estaban casi en un 50%. Con el aumento masivo en su adquisición está por verse cómo funcionará la infraestructura montada para la recarga de la misma, ya que, según la Secretaría de Transporte, existen más de 2000 puestos autorizados. Si los más de 600 puestos de expendio no alcanzaron para satisfacer la demanda en esta semana, es válido preguntarse que pasará con esos 2000 de recarga.
La tarjeta electrónica para el boleto de transporte público es utilizada en distintas ciudades del mundo. Entre sus bondades, se cuenta la posibilidad de generar un sistema integrado de transporte que permita subsidiar inteligentemente a los usuarios, unificar pasajes y tener un control sobre los viajes que se realizan en los distintos medios de transporte. Con el sistema electrónico, cada tarjeta posee un código que permite generar una base de datos con todos los viajes que su dueño realiza, lo que, según el Gobierno, sirve para perfeccionar el sistema de transporte y además como “seguro” por el viaje, papel que antes cumplía el boleto tradicional. De esta manera todos los habitantes del país (y los extranjeros) estarán en un sistema donde constará su relación con el trabajo y el estudio, donde figurarán datos sobre sus hábitos y su vida privada. Para algunos puede ser un motivo de paranoia, para otros no es más que el avance la tecnología y del control sobre la sociedad, como ya sucede con las cámaras en las calles, los teléfonos celulares, el Facebook y, de ahora en adelante, la SUBE.
Para informarse sobre cómo obtener la SUBE se recomienda entrar al sitio www.sube.gob.ar o www.transporte.gob.ar.