En el día de ayer la presidenta Cristina Fernández volvió a la Casa de Gobierno, luego de 47 de reposo médico, para tomarle juramento a los nuevos ministros del Gabinete nacional y retomar contacto directo con la militancia.
La vuelta de Cristina Fernández a la Casa Rosada tuvo la motivación formal de tomarle juramento a los tres nuevos integrantes de su Gabinete: a Axel Kicillof, que asumió como ministro de Economía en reemplazo de Hernán Lorenzino; a Carlos Casamiquela, quien sucede a Norberto Yauhar al frente del Ministerio de Agricultura, y al nuevo Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien reemplaza a Juan Manuel Abal Medina. Después de las ovaciones y los cánticos que saludaron su entrada, la Presidenta apenas agregó al discurso oficial del escribano general que estructuró el brevísimo acto de jura: “También están presentes los militantes, que nunca se los menciona. Los que juran también son militantes”.
Pero, más allá de las formalidades, la Presidenta se reservó las definiciones políticas para su reencuentro en vivo y en directo con la militancia que abarrotaba todos los patios de la Casa de Gobierno. Ya sin el negro pleno que dominaba su vestuario desde hace dos años pero con el estilo y la actitud de siempre, Cristina se asomó a la galería que daba al Patio de las Palmeras y sus primeras y emocionadas palabras fueron: “¡Cómo los extrañé, por Dios!”.
Los rugidos de la leonera, coloreada por las banderas y pecheras del Movimiento Evita, La Cámpora y Kolina, iban puntuando el discurso de la Presidenta. Luego de confesar “Cuando a uno le pasan ciertas cosas, a mí la verdad que me ha pasado de todo, es como que comenzás a mirar las cosas de otra manera”, Cristina se extendió en un discurso de casi 20 minutos en el que llamó a “seguir profundizando, avanzando y mejorando” el modelo. Luego de convocar a “unir esfuerzos” a “trabajadores” y a “empresarios que han logrado mejores rentabilidades”, la Presidenta destacó algunos logros de su gobierno (apertura de nuevas universidades, innovación tecnológica, desendeudamiento) y se detuvo en particular en la cuestión de la soberanía -energética, alimentaria e industrial- señalando que “tenemos que mejorar para que no nos pase, como ha pasado en otros momentos históricos de reindustrialización o de industrialización del país, que luego teníamos estrangulamientos en el sector externo porque no teníamos un desarrollo industrial de suficiente entramado que nos obligaba a seguir importando y nos acogotaba por el sector externo”. Puntualmente, en cuanto al tema energético luego reivindicó el rol de “esta YPF recuperada” mientras planteaba la necesidad de más inversiones extranjeras en el área: “Nos vamos a asociar porque no tenemos prejuicios, pero nos vamos a asociar en las condiciones más favorables para nuestro país”.
Luego de un breve bis en el que destacó el rol de Aerolíneas Argentinas y felicitó a Mariano Recalde, Cristina concluyó su renovado contacto directo con la militancia llamando a la oposición a “dejar de lado las frases, los agravios y empezar a discutir ideas y programas”, reivindicando el rol de los jóvenes que hoy se suman a la política “en los sindicatos, en las organizaciones juveniles, en los frentes estudiantiles, en los movimientos sociales” y llamando a “organizarse en cada barrio, organizarse en cada frente. Para ayudar al otro, para integrarlo a un proyecto común de país, que no reconozca banderías ni divisiones”.