El domingo 7 de octubre, el presidente ruso Vladimir Putin cumplió 60 años. Ese mismo día, mientras el líder era celebrado en una edición especial del canal de televisión NTV, opositores y militantes del campo de los derechos humanos marchaban recordando el sexto aniversario de la muerte de Anna Politkovskaya, la periodista crítica del gobierno que fue asesinada en 2006.
A pesar de tener niveles de aprobación que rondan el 60%, las cosas no son tan fáciles para Putin. Desde que en mayo de este año asumió su tercer mandato como Presidente de la Federación Rusa, luego de haber ocupado el cargo de Primer Ministro durante el gobierno de Dimitri Medvedev entre 2008 y 2012, el gobernante tuvo que enfrentar no sólo una oposición cada vez más unificada, sino también una creciente atención en el plano internacional a las críticas de sus detractores en el terreno de la libertad de expresión. Líder del partido Rusia Unida, Putin es sin dudas el principal político de su país y el mandatario que más tiempo ha estado en el poder desde la caída de la Unión Soviética, impulsando una política económica basada en la explotación de recursos naturales (en especial energéticos) que ayudó a Rusia a levantar cabeza en el mundo luego de la década crítica del ’90. Sin embargo, casos como el de las jóvenes de la banda Pussy Riot, quienes fueron procesadas y condenadas a dos años de cárcel bajo el delito de “vandalismo” por cantar una canción de protesta en una catedral de Moscú, son tomados por los críticos de su gobierno como un emblema de la creciente amenaza a la libertad de expresión y de crítica que se vive en el país.
En este contexto, la jornada del último domingo, día en que el mandatario cumplió 60 años, estuvo repleta de simbolismos. Mientras los partidarios de Putin celebraron el aniversario número 60 de su nacimiento, de gran importancia en un país en el que la esperanza de vida de los hombres no supera los 65 años, sus críticos protestaron en las calles con consignas como “ayudemos al abuelo a jubilarse”. Mientras tanto, la cadena de televisión NTV, propiedad de la gran empresa energética Gazprom, emitió un programa especial sobre el presidente, donde se lo mostraba haciendo gimnasia y desayunando en su quinta de Novo-Ogorovio. Exponiendo su lado más humano, la edición presentó también una entrevista en la que el mandatario justificó la condena de Pussy Riot por atentar contra la moralidad del país y se defendió de quienes lo acusan de monopolizar el poder.
Entre las protestas que tuvieron lugar el pasado domingo, sin duda una de las más emblemáticas fue la que tuvo lugar en Moscú para recordar a la periodista Anna Politkovskaya. En 2006, la investigadora del periódico Novaya Gazeta, una figura internacionalmente reconocida por sus críticas feroces a la actuación de las fuerzas rusas en Chechenia y a la política del presidente Putin, fue encontrada muerta en el ascensor de su edificio. Junto a ella fueron halladas en el suelo una pistola y cuatro balas, y las características de la escena del crimen indicaban el trabajo de un sicario. Desde entonces, activistas, opositores al gobierno y allegados de Politkovskaya enuncian la hipótesis de que el suyo fue un asesinato político. Una acusación grave que las autoridades, por supuesto, rechazan.