Por Bruno Guidetti. Un análisis de la crisis económica y social en España y el salvataje a Bankia, el cuarto banco en importancia del país.
Ya no parece, es una realidad que otro de los buenos alumnos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Central Europeo (BCE), uno de esos que se jactaba de un sostenido y abultado crecimiento económico, que argumentaba haberlo alcanzado por tener la voluntad política de seguir rigurosamente los lineamientos que pregonan estos organismos multilaterales, ha entrado en una crisis de la que no se sabe aún ni cuál ni cuándo será su punto de inflexión.
Estamos hablando de España: desde que estalló la crisis financiera de 2008 por el colapso del mercado inmobiliario, su desempeño económico comenzó a flaquear de una manera considerable, registrándose una contracción consecutiva de su producto bruto interno (PBI) en los años 2009 (-3,7%) y 2010 (-0,1%). Esta situación no acontecía desde el año 1993, cuando a la cabeza del gobierno se encontraba Felipe González. Tuvieron que pasar 15 años para que los españoles afrontaran otra recesión.
Los datos del año 2011 no son alentadores, más allá de que se registró un incremento en el PBI, este fue muy leve: el 0,7%. El gran problema español se encuentra en la deuda tanto del sector público como del privado, que puede empeorar por el delicado entramado financiero de la eurozona y su repercusión en los ratings de las agencias de calificación de riesgos.
El peso de la deuda del sector público aumentó estrepitosamente, pasando del 39,8% del PBI en 2008 a un 68,5% en 2011. Un incremento del 72% en tres años. La deuda pública creció no sólo en términos relativos sino también en términos absolutos: en 2008 el monto adeudado por España era de 434 mil millones de euros; en 2011 esa cifra ascendió a los 735 mil millones de euros, un 69,35% más.
Con relación a la deuda privada el panorama es bastante frágil, ya que el nivel de la deuda bruta de los hogares es del 87% del PBI y la de las empresas no financieras es del 192%, con un acceso a la refinanciación cada vez más acotado y una liquidez en baja por el estancamiento de la economía real. Esta última cuestión se refleja en el nivel de desempleo que se ubica en el 24,44% (se encuentra arriba del 20% desde hace dos años), y si analizamos por edad nos encontramos con que la tasa de desocupados le pega más a los jóvenes. Según datos del primer trimestre de 2012, la tasa de desempleo se eleva al 48,06% entre 20 y 24 años. Un escenario que muchos pensaban imposible hace 5 años.
Ganan los de siempre
En la última semana, la nota la dio el sector financiero español. Bankia, cuarto banco de importancia en el país, pidió y obtuvo un rescate por parte del estado español de 19 mil millones de euros, con el fin de sanear la cartera de clientes de la entidad, extremadamente orientada al ya no rentable mercado inmobiliario. Una medida que entra en contradicción con las declaraciones de campaña del presidente Mariano Rajoy -Partido Popular- que había prometido no realizar salvatajes a la banca, bajo ninguna circunstancia. Por otra parte, el presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, declaró que “las medidas de recapitalización refuerzan la solvencia, la liquidez y la solidez del Grupo y nos permiten afrontar una nueva etapa de desarrollo del negocio bancario y avanzar en la consolidación de una gran franquicia”. El directivo intenta disfrazar una medida que es lisa y llanamente un rescate bajo la forma de una “recapitalización”, lo que le falta aclarar es que esta es financiada con las arcas públicas. Otro dato interesante es que el consejo de Bankia realizó una revisión de los números presentados por el ejercicio del año 2011 y lo que en un principio era un período con beneficios se convirtió en uno con pérdidas elevadas, valuadas en 2.979 millones de euros.
¿Cuál era la punta de este ovillo?
Ya no es cuestión de debate la preponderancia que tuvo el mercado inmobiliario en el desarrollo de la actual crisis económica, con sus hipotecas al por mayor y sus derivados financieros. El precio del metro cuadrado de vivienda a estrenar creció en España un 197% entre 1996 y 2008, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas del país ibérico. Analizando este dato y los agentes del mercado inmobiliario, se puede percibir que se había gestado una burbuja financiera en torno a los inmuebles.
Sus causas se encuentran en que desde fines de década del noventa, España tuvo acceso al crédito internacional abundante a bajo costo -uno de los supuestos beneficios de pertenecer a la eurozona- y las condiciones del sector financiero para otorgar créditos hipotecarios se tornaron más laxas, favoreciendo la valorización financiera. El Estado, por su parte, decidió claramente no regular esta actividad, permitiendo que las entidades financieras construyan un entramado de derivados financieros sobre el cual se apoyaría “el milagro español”. Mientras tanto, las familias veían como una inversión la compra de una vivienda mediante una hipoteca (la cuota era más económica que un alquiler en algunos casos), al suponer la continuidad de la tendencia alcista del mercado inmobiliario se les aseguraba una ganancia patrimonial.
La gran constante que debía mantener este sistema funcionando era que las tasas de interés se mantuvieran bajas, así el importe de la cuota del préstamo hipotecario se mantenía en un margen que no convertía al deudor en insolvente. En 2008, con el salvataje de Freddie Mac y Fannie Mae, las dos sociedades hipotecarias más grandes de Estados Unidos; y la quiebra de Lehman Brothers, cuarto banco de inversión del mismo país, las tasas de interés internacionales se dispararon. Como consecuencia subieron las cuotas de las hipotecas en España, convirtiendo a muchos deudores en insolventes y quitándole la liquidez mensual necesaria al andamiaje financiero inmobiliario gestado por los bancos.
El freno a la economía se retroalimentó cuando el país se encontró con una cantidad de casas construidas pero sin posibles compradores, lo que ocasionó una depresión general de los precios de las viviendas.
La solución esta lejos. Si España recapitaliza Bankia con deuda soberana a cambio de acciones del banco, enviaría el ratio de endeudamiento del país respecto al PIB por encima del 79,8% previsto para este año.