Luego de casi 10 meses de intensas protestas el presidente de Yemen, Alí Abdulah Saleh, firmó un acuerdo de traspaso de poder que le garantiza la amnistía. Los indignados yemenitas exigen que se le haga juicio por crímenes de lesa humanidad.
Este miércoles el ahora saliente presidente yemenita se trasladó a Riad, capital de Arabia Saudita, para firmar el plan propuesto por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), compuesto por Arabia Saudita, Omán, Catar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. La propuesta estaba sobre la mesa desde abril, pero Saleh, que lleva 33 años en el poder, se negaba a firmarlo.
El acuerdo contempla el traspaso de mando a su vicepresidente, Abdo Rabbo Mansour Hadi, en el transcurso del próximo mes, durante el cual seguirá siendo presidente.
Mansour Hadi deberá formar un gobierno de unidad con la oposición que prepare el terreno para las elecciones generales dentro de dos meses.
Este entendimiento cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea y se firmó en presencia del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon. Éste informó que Saleh se trasladará a Nueva York para ser tratado en un centro médico por las heridas sufridas en un atentado en Sanaa, capital de Yemen, en junio pasado.
El dato es que el acuerdo garantiza la amnistía para Saleh y su familia a cambio de que renuncie. La noticia no fue recibida con alegría por los manifestantes que acampan hace nueve meses en Sanaa. “No nos iremos de la Plaza del Cambio hasta que se cumplan todos nuestros objetivos y, sobre todo, se lleve ante la justicia a Saleh y al régimen”, declararon.
El pueblo, que continúa en las calles, exige enjuiciar al presidente por los cientos de muertos causados por la represión del Ejército y la Guardia Republicana.
Durante el miércoles, mientras Saleh firmaba en otro país el traspaso de poder, en varias ciudades de Yemen los enfrentamientos continuaban.
El comienzo del fin
Hace 10 meses, cuando estallaron las revueltas árabes, un amplio frente opositor yemenita se levantó para exigir la destitución del dictador Saleh pero EEUU, la OTAN y Arabia Saudita, aliado del norte y guardián de la región, corrieron a su socorro.
Un frente heteróclito de tribus, militares en rebelión, baasistas, islamistas y comunistas del Partido Socialista del Yemen (PSY), entre otros, confrontaron a un Saleh totalmente desgastado y malherido por la lluvia de misiles sobre su palacio de Sanaa, y hubieran tumbado al régimen mucho antes si no hubiera sido por el apoyo estadounidense y europeo.
Mientras tanto la economía yemenita se ha hundido y el pueblo se encuentra sumergido en la mayor pobreza de los últimos tiempos.
Con la firma del acuerdo, Estados Unidos y sus aliados europeos buscan un recambio para poder frenar al pueblo yemenita y evitar que una coalición antiimperialista tome el poder, una perspectiva que podría implicar la desestabilización de las corruptas y degeneradas monarquias petrofeudales de la región.
Yemen, primer país árabe socialista
Yemen fue históricamente muy apetecido por un imperialismo interesado en el puerto de Adén (base en la ruta hacia la colonia india). Los pueblos de Adén y de Yemen del Sur realizaron dos notables proezas: levantarse y expulsar a los militares británicos y crear el único Estado árabe socialista.
Antes de la reunificación con Yemen del Norte, Yemen del Sur era gobernado por el Partido Socialista del Yemen (PSY). Los revolucionarios yemenitas estaban vinculados a la Organización de Nacionalistas Arabes fundada por el palestino marxista Georges Habache y se reconocían en las ideas del nacionalismo panarabista y del marxismo.
La crisis que para el Yemen Popular supuso la caída en 1990 del campo socialista euroasiático, que era su principal aliado, fue resuelta de la peor manera posible: rindiéndose ante los feudales del Norte, junto a quienes crearon un Estado falsamente unificado.
Cuando el PSY intentó recuperar su Estado ya era muy tarde y la guerra civil que desataron se convirtió en derrota. El Yemen unificado, dominado por los feudales norteños y dirigido por el dictador Saleh, ya se había convertido en una pieza importante del dispositivo norteamericano para controlar ese paso estratégico.