Por Kike Ferrari. Un joven intentó robar un paquete de papas fritas y una gaseosa en una estación de servicio de Villa Mercedes, San Luis. Pasó 10 meses con prisión preventiva. Hasta el jueves pasado, cuando salió en libertad llevándose de aquella noche un recuerdo imborrable: una bala policial en la nuca.
Todo lo que pasó en la madrugada del 28 de octubre de 2012 en la estación de servicio Oil ubicada en 25 de Mayo y Eleodoro Lobos, en Villa Mercedes, San Luis, es raro y confuso.
Se sabe que Franco Ferrero -20 años, sin antecedentes policiales- entró al maxikiosko de la estación de servicio y, un poco borracho, quiso llevarse un paquete de papas fritas Lay’s y botella de Paso de los Toros sin pagar. Y salió corriendo. También que la cajera, Nelly Karina Álvarez, de 38 años, salió detrás suyo pidiendo ayuda a gritos. Y que el suboficial principiante de la policía provincial Daniel Lagos, quien estaba custodiando el lugar realizó dos disparos. Eran las 4 y media de la mañana.
Un cuarto de hora después, Ferrero fue a atenderse al Policlínico Regional junto a su tío. Ahí fue detenido.
¿Por qué fue al hospital Ferrero quince minutos después de asaltar un comercio? Porque tenía una bala de 9 milimetros en la nuca. El plomo, que diez meses después sigue ahí, está alojado tan cerca de la médula ósea que es menos peligroso dejarlo que intentar removerlo. Al menos mientras permanezca inmóvil.
La causa fue caratulada por la jueza Penal Nº 3, Mirta Ucelay, como robo calificado agravado por el uso de arma, con una pena prevista de siete años, y Ferrero quedó detenido con prisión preventiva.
Pero, ¿hubo robo, hubo arma?
Las declaraciones de Nelly Álvarez son contradictorias: habló de una sevillana, dijo que sólo vio el arma, que creyó verla. Dijo también que el imputado se llevó 172 pesos de la caja. Aunque esto tampoco quedó claro.
Ferrero, entre tanto, reconoció haberse llevado las papas fritas y la gaseosa, pero negó haber tocado dinero o portar un arma. Su abogado, Miguel Ángel Agundez señaló que “no se pudo probar el robo del dinero de la caja, ni el uso de armas” Y agregó: “la chica que lo denunció se contradijo todo el tiempo”.
Finalmente el jueves pasado, después de diez meses de prisión, al considerar que el delito no llegó a consumarse y al no poder demostrarse el uso de armas -o ninguna otra clase de violencia- Ferrero fue encontrado culpable de hurto en grado de tentativa y, dado que ya había cumplido su condena, puesto en libertad por la Cámara del Crimen, en las personas de Clotilde Montoya de Zucco, Susana Bravo y Emiliano Agundez.
Pero, si no había arma, o si el arma era una sevillana, ¿por qué Ferrero tiene una bala en el cuerpo?
La versión policial, negada ahora por la justicia, es que Ferrero hirió a la cajera y se llevó el dinero de la caja reistradora y que, al huir, el suboficial Lagos dio la voz de alto, que Ferrero no acató, y entonces el policía hizo dos “disparos de advertencia” que tampoco detuvieron la huida.
Las preguntas se siguen sumando: si los disparos fueron de advertencia, ¿cómo llegó el plomo hasta la nuca del joven que huía?
El ex subjefe de la Unidad Regional II Metropolitana de Policía, comisario Pablo Rubatto, declaró después de la reconstrucción del hecho que “el segundo proyectil rebotó en una hondonada de la avenida” y entonces ingresó en la nuca de Ferrero.
Y, ¿quién es el comisario Rubatto, perpetrador de la increible historia de la hondonada? ¿Por qué ex subjefe?
En julio de este año tanto Rubatto como su inmediato superior, el comisario inspector Fabio Santana, fueron desplazados de sus cargos y pasados a disponibilidad. Los motivos: negligencia -en el caso de la desaparición de Iván “El Mono” Cooper, de quien cree que terminó muerto- y torturas en una comisaría a su cargo: la 9ª.